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Si la arquitectura te rodea, deberías empezar a fijarte en ella

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¿Hay arquitectura después de la muerte?

Nunca había imaginado nada tan kitsch como esta tumba-dormitorio de la casa del finado, a escala real, para que no eche de menos nada y lo tenga todo muy a mano.

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Cuando hablamos de arquitectura, imaginamos de una u otra forma los espacios y lugares donde nos gustaría pasar etapas o situaciones de nuestra vida, pero rara vez visualizamos ese lugar donde preferiríamos terminarla. Todo lo más, decidimos que es mejor terminarla en horizontal, sobre un cómodo tálamo y con nuestros deudos reunidos en torno a nosotros, unos con desgarrado dolor y otros con ansiado alivio, pero  no vamos más allá.

Viene al caso por que he leido esta entrevista a Juhanii Pallasmaa, arquitecto finlandés (juro por Akhenaton, que yo tampoco lo conocía) y no he podido evitar fijarme en la última pregunta que le hacen:

«….P: ¿Donde le gustaría morir?

R: Me he inspirado bastante por las pinturas de comienzos del Renacimiento, y estoy constantemente buscando libros acerca de ese periodo. Al observar la pintura de Fra Angélico “San Cosme y San Damián, bla,bla,bla,bla…»

Yo, confieso que es un momento que he decidido procrastinar hasta el infinito y más allá, pero cada vez que visito un cementerio, y veo esas lápidas, esos panteones, aquellos mármoles y columnas que rememoran arquitecturas en las que vivimos, no puedo sino pensar en aquel que las diseñó y el mal cuerpo con el que debió quedarse la criatura.

Sin embargo y mira tú por donde, los arquitectos pusimos más interés, más cariño desde el principio de los tiempos en los proyectos para muertos que en los que destinados a los vivos. Ahí están las mastabas, las pirámides… y sin embargo poco más queda de aquellas antiguas civilizaciones.

Más allá del lugar que nos va a albergar, al menos mientras los gusanos se nos meriendan, quizá debiera tomar importancia el diseño de un buen lugar para morir, y es que no se me ocurre nada peor que mirar a tu alrededor en el último momento, más allá de esas caras compungidas y pensar :  «¡vaya mierda de sitio!».

Nota del arquitectador: A pesar de que los usuarios de estas arquitecturas son los clientes que menos problemas dan, los que jamás se quejan, yo preferiría diseñar para los vivos. Por aquello de la conversación y de que solemos cobrar mucho más después de que el usuario tome posesión de la obra.