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Si la arquitectura te rodea, deberías empezar a fijarte en ella

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Andamios, patíbulos y otras formas de suicidio

Hoy he pasado por delante de una obra. No os describo la escena porque atenta contra la mínima observancia de las normas de seguridad y salud, y el respeto por la propia vida y la de los demás. Me ha hecho recordar este post que escribí cuando aún no publicaba aquí, y que tiene la misma vigencia que entonces:

Salgo cabizbajo de la panadería, mientras sigo oyendo detrás mío como ese pintor, palillo entre los dientes, echa pestes de aquellos que decidieron que en las obras se ha de llevar casco y los condena al fuego eterno, convertido en andamio veraniego, soleado y perpetuo, casco incluido.

En los últimos veinte años, trabajando en las obras he presenciado un importantísimo avance en la toma de medidas para evitar accidentes laborales.

Afortunadamente.

Sé, que nuestro sector, es en el que mayor número de accidentes suceden, y no es menos cierto que es en el que hay una mayor atomización del sector en millones de empresas y una menor cualificación de empresarios y trabajadores.

En las grandes y medianas empresas se ha avanzado hasta niveles razonables de prevención, aunque siempre hay que insistir y mejorar en este asunto.

Pero, (ay) en las pequeñas obras, en esas que la comunidad de propietarios realiza con esa pequeña empresa, con ese autónomo que aporta sus propios medios auxiliares, sin un técnico que realice las labores propias de coordinación y control…pasan cosas como esta :

Barroca e imaginativa construcción de una plataforma de suicidio

Y otras mucho peores. Creen estos alegres operarios o su jefe, si es que lo tienen, o ambos, que ganan tiempo o quizá dinero organizando semejante torre de babel para alcanzar el tajo. Lamentablemente no tengo cuerpo de hacer bromas con esto.

Y ninguno de ellos parece estar convencido de que los que se rompen la crisma no son iniciales en un titular. Son personas. Pueden ser ellos.

Por cierto, doy fe de que un casco sí que había. Un casco de Mahou de litro.

Nota del arquitectador: Desgraciadamente, esto puede verse cada día. Podría decir que las condiciones del trabajo actuales son las que provocan estas situaciones. Pero os diré la verdad. Esta foto la hice yo mismo (tuve que parar mi coche) en el año 2001. En pleno auge de la construcción.

En nuestro sector si algo hace falta es la concienciación de todos.

Mohawks. Los indios que carecían de vértigo y construían rascacielos ¿o no?

Soy un escéptico, no por naturaleza, sino por los años vividos. Lo soy de una forma constante, cansina, pertinaz y a ratos patológica. Esto me lleva a dudar de todo lo que oigo y en la mayoría de las ocasiones hasta de lo que leo, sobre todo en estos tiempos que corren en los que gracias a Internet, hasta un tipo como yo puede ir escribiendo por ahí  libremente.

El caso es que ayer, mientras observaba una foto que una compañera de profesión (gracias Carmen) colgaba en facebook sobre unos operarios que caminaban sobre las vigas de un edificio en construcción de la Gran Vía de Madrid a primeros del siglo pasado, recordé las veces que había oído hablar sobre la tribu india que carecía de vértigo por una cuestión genética, y cuyos individuos fueron en su mayoría trabajadores de los grandes rascacielos de Nueva York. La cosa, desde mi incrédulo espíritu, siempre me sonó a chino más que a indio y anduve paseando por la red a ver si encontraba alguna fuente fiable, que pudiera confirmarlo. Lo cierto es que solo he encontrado algunos blogs en los que se menciona el asunto y de manera un tanto pasajera, y un libro de Eric Darton en el que cuenta la historia y la da por cierta, hablando incluso sobre como estos indios se comunicaban de un edificio a otro con señales de humo, lo que me despierta aún más dudas.

Siempre me he preguntado si lo hicieron para la foto o lo hacían a diario.

Sin embargo, según me cuentan amigos cercanos, existen algunas etnias en lugares del planeta a las que determinadas dolencias no afectan o lo hacen con una incidencia estadísticamente muy inferior al resto de la población, y aunque no se conocen las causas exactas, la realidad se rinde a la genética, por lo que es posible que una tribu de indios, en este caso los Mohawks, esté mejor habilitada por su propia naturaleza para caminar a grandes alturas sin necesidad de que su esfínter haga el vacío, como lo hace el mío solo con mirar las fotografías.

Lo cierto es que desde el punto de vista del que se gana la vida con este oficio de la construcción, esas famosas instantáneas de Charles Ebbets, en las que vemos temerarios obreros de edificios como el Rockefeller Center, almorzar, caminar, dormir y posar con naturalidad sobre el vacío, sobrepasando la temeridad, son como el recordatorio de tiempos pasados, que desde luego no fueron mejores y que -bajo mi punto de vista- deberían llevar debajo el cartel de «nunca mais».

Por cierto, en todas las fotos que he estado viendo, los operarios tienen pocos rasgos indígenas, más bien son caucásicos de la subespecie rubicunda, e incluso el propio Ebbets, aparece en algunas haciendo el número de la cabra sobre gárgolas, vigas y pescantes con gran prestanza y naturalidad, lo que no ayuda a confirmar esta historia que me corroe.

Nota del arquitectador: Ahora es cuando os preguntáis si estos operarios también se tomaban un sol y sombra o una copa de castellana con hielo a las siete de la mañana antes de entrar al tajo. Misterios que ya nunca descubriremos amigos míos. Ojalá que alguien oiga esa historia tan nuestra dentro de unos años, y le suene a inverosímil leyenda urbana.

 

Un coliseo con 200.000 piezas de Lego©

Maravillosa imagen del blog de Joaquin Morales

Maravillosa imagen del blog de Joaquin Morales

Conozco personas que confiesan haber querido ser arquitectos, pero que no se atrevieron o escogieron otro camino, los más de ellos agobiados por «lo mal» que se les daba el dibujo, hay quién ya desde tierno infante aspiraba a ser arquitecto y también quién, como yo, nunca pensó seguir este camino, sin embargo la vida nos va llevando por cualquier senda mientras creemos ser dueños de nuestro futuro.

Sin embargo, cuando uno mismo se pone a analizarlo, puede recordar premonitorias señales, pequeños acontecimientos que presagiaban este final. En mi época, el juego de construcción por excelencia era el Exin Castillos, un puzzle de piezas encajables con los que dejar soltar la imaginación y las ansias constructoras rematadas siempre con aquellos capuchones rojos que coronaban la inevitable torre, a la espera de que un seis de enero después, nos cayera del cielo otra caja de piezas que nos permitiera hacerla más alta, más ancha, más grandiosa. Los pelos como alcayatas, oiga.

Tras la generación del beibibum llegaron aquellos otros juegos de construcción con más accesorios, más versátiles -al final tanto castillo se nos quedaba un poco monoestilístico- más coloristas y con más capacidad de innovar y de imitar construcciones de todas las épocas, y ampliar el espectro de las fortalezas a cualquier edificación. Todo esto me lo ha recordado el articulo de los siempre recomendables chicos de Cosas de Arquitectos en el que nos cuentan como se puede construir, si tienes 200.000 piezas de LEGO©, una reproducción del Coliseo romano , que me gusta tanto por su escala como por su puesta en escena, con esa sección en tres dimensiones que lo hace casi tan apetecible como el propio coso de la ciudad eterna. Os recomiendo pinchar en la foto -¡al terminar este post! y leer el articulo.

coliseo

Ya imagino que no todo el que juega con piezas de construcción o hace castillos de arena, dirige sus pasos hacia el mundo de la construcción al llegar a adulto, pero puedo deciros que si mis padres hubiesen analizado el numero de horas que jugué con estas maravillas en comparación con mis sobrecitos de soldados, o aquel fuerte-empalizada del oeste por el que tanto suspiré, habrían descubierto -y me lo podrían haber dicho antes, ahorrándome años de búsqueda- cual habría sido mi final.

Nota del arquitectador: A los veinticinco años, me llegó otro regalo por el que suspirábamos muchos en aquella época: un Meccano. Me aterroriza la idea de que si además del Exin Castillos los reyes me hubiesen traído el Meccano, hoy podría ser…..¡Calatrava! ¡Glub!

 

 

¿Caben 1,9 millones de personas en un kilómetro cuadrado?

¿Temor a las aglomeraciones? ¿comportamiento antisocial? ¿Individualismo pertinaz? Salga de aquí sin hacer ruido. Éste no es su post.

Ciudad amurallada de Kowloon, en Hong Kong

Ciudad amurallada de Kowloon, en Hong Kong

¿Agorafobia? ¿Miedo a la soledad? Enhorabuena, despistado internauta que has llegado a este rincón oscuro de la red, estás en el sitio indicado. Te invito a un paseo por la ciudad de la oscuridad, el lugar que llegó a ser el más denso del mundo con -dicen- 50.000 personas en 0,026 kilómetros cuadrados, la friolera de 1,9 millones/km2. El sueño de Martin Handford, autor de «Buscando a Wally».

Las reuniones de cambio de presidente en la comunidad debían de ser para grabarlas

Las reuniones de cambio de presidente en la comunidad debieron ser para grabarlas

Hablamos de un pequeño reducto,  hoy demolido por completo, en la ciudad de Hong Kong que se situó en un vacío de legalidad tras los tratados entre China y el Imperio Britanico , quedando geográficamente dentro de la colonia pero sin pertenecer administrativamente a ella, y que sobrevivió hasta la segunda guerra mundial ajeno a lo que sucedía fuera de sus murallas. La ciudad amurallada de Kowloon, fue bombardeada por los japoneses durante la segunda guerra mundial y tras utilizarse la piedra de sus murallas para la construcción de un aeropuerto en sus alrededores, la ciudad quedo como refugio de ilegales y comenzó su exponencial crecimiento en medio de una anarquía urbanística notable.

Parece ser que solo había dos normas a cumplir para la construcción en sus estrechas calles, dejar la instalación eléctrica vista  y accesible para poder atajar los seguramente habituales incendios y no sobrepasar las catorce alturas por aquello del cercano aeropuerto que os comentaba antes.

El crecimiento urbano, donde cada cual podía construir sobre la vivienda de alguien sin ningún sentido ni asesoramiento técnico, el aumento de la delincuencia y las condiciones de insalubridad del asentamiento -solo ocho puntos de agua suministraban a toda la población- hicieron que en 1991 se comenzase su demolición para colocar lo que hoy en día es un parque más de la ciudad de Hong Kong y terminar así con este desaguisado.

Ya sé que a algunos les parecerá que la foto no dista mucho de determinados lugares que tenemos hoy en día en nuestras ciudades, pero si somos de verdad sinceros nos daremos cuenta de que ni de lejos llegamos a las densidades y la falta de servicios de la que estamos hablando y de la que afortunadamente, ya no podemos prescindir.

Nota del arquitectador:  He leído por la red que además de fumaderos de opio, prostitución y delincuencia, abundaban -agarraos a la silla- los dentistas, ya que podían ejercer sin ninguna titulación en el lugar y a la alta demanda de ellos en la ciudad. A mí, han dejado de dolerme las muelas para siempre.

 

 

 

 

 

 

 

 

Arquitectura industrializada, pero con límites

He de reconocer que soy fan de la industrialización en la edificación, sin embargo siempre me topo con una voz interior que me alerta de ciertos peligros en los que se puede incurrir, si pretendemos convertir la construcción de hogares en solo un proceso, como si de fabricar lavadoras se tratase.

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A la vista de esta fotografía del complejo Buenaventura en Chihuahua, Mexico, no se hace preciso explicar cual es uno de los mayores riesgos, el de la clonacion infinita y la transformación de las ciudades o partes de ella en cintas sin fín de cajitas iguales, al modo de estanterías de un gigantesco almacén de seres humanos que pernoctan en su interior, cuál humanos en sus células de energía en matrix.

Pero ese no es el único riesgo. La necesaria orientación y referencia en el interior de las ciudades es uno de los puntos claves en la planificación de éstas y como podréis imaginar, en estas calles de la foto será frecuente encontrar quién agite un papel con una dirección buscando ayuda o simplemente nos asalte en los semáforos al grito de «¡por favor! ¡Llevó dos días intentando salir de aquí, sáqueme usted de ésto o al menos avise a mi mujer y a mis hijos!»

Mientras el semáforo se abre y les vemos hacerse pequeñitos en el retrovisor -«¡dígales que les quieroo!» parecen gritar- es importante también pensar en ese otro riesgo menos tangible pero mucho mas cotidiano como es el de la despersonalización de nuestros hogares, algo que transcurridos varios años desde la entrega de cualquier urbanizacion de adobad…adosados, podemos observar en la diferenciación que cada propietario ha intentado hacer con su pequeño palacio.

Esas alegres filigranas de forja torneada en los vallados, esos porches pizpiretos cubriendo las entradas, esas columnas dóricas que el propietario mandó instalar para gritar al mundo que detesta su casa, al arquitecto, al concejal y por supuesto los ordenes clásicos, no son ni más ni menos que ese sordo deseo de diferenciarnos de los demás, y de estallar en un bramido que indique sin ninguna duda, que somos únicos.

Y esto es tan necesario cómo que no vistamos todos igual. Algo que se entiende mucho mejor y que está más aceptado.

La arquitectura es construcción, pero a la inversa no necesariamente

Podría deciros que el término arquitectacion llegó tras una iluminada aparición virginal y que debe su indudable chispa a la intervención divina y a un talento innato para la originalidad. Nada más lejos. El término, que surgió unos años antes de comenzar este blog, aunaba en solo vocablo la descripción de dos profesiones, la de arquitecto y aparejador y los conocimientos de dos materias, la arquitectura y la construcción.

Por todo ello, me parece oportuno que la construcción forme parte importante de lo que aquí se lea, ya que como nos han enseñado, incluso algunos programas de televisión (megaconstrucciones y algún que otro reality show de triste recuerdo), arquitectura y construcción van indefectiblemente de la mano, aunque en este caso os traiga un vídeo que sí tiene mucho que ver con la construcción, pertenece más al mundo de la ingeniería civil donde toda la obra es estructura y no hay fachadas, ni ventanas, ni obra de albañilería, ni ventilaciones, ni iluminaciones, ni usos cotidianos, ni instalaciones de habitabilidad, es decir lo que suele ser una obra de ingeniería al uso.

Una muy interesante explicación de como se construye un puente de voladizos sucesivos.

Nota del arquitectador: Reconozco todos los elementos que aparecen en el vídeo, lo cual no me faculta para construir un puente. Espero que nadie pueda diseñar edificios por el hecho de saber qué es el hormigón y vivir en uno.

Anécdotas de obra (III)

Ante la lluvia de peticiones me veo obligado a narrar otra tanda de anécdotas del curioso y nunca bien ponderado mundillo de las obras. Ahí van:

Tengo un compañero y amigo que trabajó durante unos años en un lugar pequeño de esos en los que todo el mundo se conoce en muchos kilómetros a la redonda. El arquitecto con el que trabajaba, nunca le acompañaba a la toma de datos cuando tenían que hacer alguna obra de rehabilitación. Un día, al llegar al estudio, se ofreció a acompañarle a tomar unos datos para una obra, cosa que le extrañó bastante, sobre todo cuando le dijo que prefería ir en el coche de mi amigo.
Cuando llegaron al lugar en cuestión, que resultó ser el burdel de la comarca, mi amigo comprendió el interés por acompañarle ese día a la toma de datos, y también por que fuese su coche y no el de su jefe, el medio de transporte elegido, sobre todo porque -cosas de los sitios pequeños- cuando mi amigo llegó a su casa esa noche, su mujer ya tenía ciertas noticias de que su utilitario había sido visto aparcado en lugares donde no debía estar.
Ya sabéis, a ciertos sitios se va en taxi.

………oOo………..

Durante una corta temporada, compartí mi trabajo habitual con una colaboración en una pequeña empresa de rehabilitaciones. Aquello era un pequeño cortijo en el que el encargado de obra, con un perfil exacto al de un señor que apareció durante muchos años en las monedas de duro, y el mismo tono de voz melodioso que Malamadre hacía y deshacía a su antojo.
Un día, le escuché en la oficina debatir con otro secuaz, la mejor forma de comenzar un corte con un serrucho:
-¿Qué es lo que queréis cortar?
-La bañera del chalet de La Moraleja, que no cabe en el baño, le faltan cinco centímetros
Por un lado me recorrió un escalofrío. La bañera la había comprado el dueño del chalet de una urbanizacion de lujo de Madrid, y tenía todo lo que un hidromasaje puede tener…pagando más de 9000 euros, claro. Por otro, imaginé lo que pasaría si le permitía seguir adelante y reconozco que estuve a un pelo de dejarle continuar con su plan. Al final me rajé y le prohibí hacer aquella felonía. Aun hay noches que me despierto bañado en sudor, justo cuando aquel cirujano plástico que nunca supo lo que se le venía encima, se abalanza sobre mi, serrucho en mano.
……..oO………
Trabaje en una obra con un arquitecto de mucho renombre pero ya con muchos años. Un día, mientras nos explicaba un detalle constructivo, empezó a garabatearnos la solución con un lápiz sobre el libro de órdenes. A cada palabra, una nueva línea en forma de garabato quedaba impresa en el papel. Cuando terminó, el dibujo podría haber sido el de un niño de cuatro años que hace círculos una y otra vez con la incansable pertinacia de su párvula imaginación.

Huelga decir que nadie de los que estábamos allí comprendió nada, pero guardamos un respetuoso silencio hasta que se marchó. Luego fuimos de despacho en despacho para preguntarnos unos a otros si sabíamos lo que había que hacer. Cuando comprendimos que nosotros no, porque él tampoco, optamos por una solución discreta y funcional y nunca más se mencionó el tema.
Años después, durante una reunión,….bah, esto mejor no lo cuento.

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……..oOo……….
Durante mis primeros años como jefe de obra, tuve la suerte de coincidir con magníficos profesionales que marcaron decididamente mi vida profesional. En una de las obras en las que fuí ayudante y antes de empezar la misma, estuvimos durante un mes calculando los costes, para comprobar su rentabilidad. Cuando finalmente obtuvimos el número….nos quedamos pálidos. La obra perdía casi 10 dígitos (en pesetas). El jefe de obra, un hombre sereno de los que uno quiere tener al lado en las situaciones difíciles y muy acostumbrado a esas lides, entró, vio el número, miró nuestras caras desencajadas y se echó a reír:
-No tengáis problema. Sí perdiésemos 90 tendríamos un problema grave, pero perdiendo 900 el problema es de alguien de arriba que tendrá que sentarse en una mesa a resolverlo y nos dejarán hacer la obra tranquilamente.
Y así fue.

En arquitectura y construcción, también hay que leer el prospecto

Anécdotas fresquitas de verano, con su toque de pimienta para la risa torcida:

Viernes. Ese carpintero -lease entonando con la voz de Chiquito de la Calzada- que va a montar la estantería que debía haber estado montada el lunes anterior, y te avisa el jueves a última hora para que no puedas ir. Tú, que ya tenías un planazo previo con un cliente y que el don de la ubicuidad no lo dominas aún y que te disculpas y rumias durante toda la noche los problemas que conlleva una estantería de casi cinco metros de largo y otros tanto de alto anclada a un tabique de cartón-yeso, y según amanece -que no es poco- empiezas a wasapear tus temores, sin piedad ni descanso, al malvado constructor:

-El insomne arquitectador : Ya sé que es una obviedad, pero habréis comprado tacos para cartón-yeso ¿no?

-El malvado e inmisericorde constructor: Pues no, la estantería va sobre los perfiles.

-El insomne arquitectador :Ya, pero ¿con qué tornillos?

-El malvado e inmisericorde constructor: Rosca chapa

Aquí es cuando las piernas me tiemblan y visualizo al cliente ahogándose en un último espasmo bajo una montaña de libros que lo sepultan.

-El insomne arquitectador :Eso no vale, hay que colocar tacos de paraguas que se abren al apretar el tornillo y aumentan la superficie de presión, pero ¿por qué demontres (1) no pregunta el carpintero? – mientras a dos manos, buscas foto del taco y tornillo apropiado para enviarlo a toda pastilla. Bendita tecnología.

Esas pequeñas cosas, el mal uso de los medios, la falta de atención o de estudio de los detalles, no son tan baladí como pudiera parecer en este veraniego post. Al contrario. En nuestro país por el desconocimiento o la mala aplicación del sistema, las tabiquerías que no sean de ladrillo tienen una mala prensa que nos hacen enfrentarnos a todos cada  vez que las prescribimos en una obra.

Cubic Houses, Roterdamm, Piert Blom: Si alguien hubiese leído las instrucciones de montaje, seguro que esto no hubiese sucedido

Habitualmente definidas por el nombre de una marca comercial, que intento no mencionar, pero que me sale cada dos por tres, nadie quiere esos tabiques que no son de ladrillo en su casa, y suspiran e imploran por esos rasillones pegados con yeso, que requieren después cubrirlos por ambas caras, aunque sean más pesados, mas proclives a las dilataciones diferenciales, a las fisuras, y más difíciles de colocar y de conseguir una planeidad aceptable.

Empeñado en demostrar que mis interminables paseos por los pasillos de las grandes superficies de bricolaje son imprescindibles en mi profesión, busco y generalmente encuentro las soluciones que previo vistazo en catalogo del producto y en las especificaciones de uso, ya están inventadas y que nadie se ha dignado en mirar, utilizando los elementos de que dispone en su caja de herramientas y no molestandose en bucar lo más apropiado para el trabajo en concreto que está haciendo.

Como consecuencia de lo anterior, se utilizan elementos -materiales, tornillos, tacos, juntas….-  que no siendo apropiados para su uso, acaban por destrozar la imagen de sistemas de construcción que provienen de años de investigación tecnológica. El hecho de que en otros paises tengan un gran predicamento y sean de uso cotidiano y habitual, debe indicarnos que algo hacemos mal, quizá la receta, quizá el aliño, quizá el tiempo de cocción. Habrá que investigar como lo cocinan allí donde lo inventaron y copiar, copiar y copiar hasta que nos salga igual de bien. O mejor.

(1) Nota del arquitectador : Estoy desarrollando una teoría sobre la conveniencia del uso de viejos términos expeditivos del tipo demontres, caracoles, cáspita, retruécanos, repámpanos y otros similares para sustituir el manido repaso al santoral y las menciones a destiempo de la madre. En círculos selectos, como los que nos enfrentamos en las obras, estos últimos ya no surten ningún efecto, al haber proliferado su uso más de lo debido y haber desarrollado los habitantes del sector los anticuerpos que anulan su otrora devastador efecto. Sin embargo, aquellos epítetos perdidos y sonoros como rayos y truenos, recontra o caramba, causan tal efecto de estupefacción que permiten ganar el tiempo necesario para pensar una respuesta coherente a esos pequeños problemas del día a día.

 

 

 

 

«No dejes que el minusválido te estropee el proyecto»

Cuenta la leyenda que hubo un profesor de la asignatura de proyectos de una afamada escuela de arquitectura que solía decir

«…no dejes que el minusválido te estropee el proyecto…»

en referencia a rampas, y otros elementos que ayudasen al discapacitado a salvar desniveles o a llegar hasta el último rincón.

Yo, la verdad, no me creo que lo dijese nunca, aunque… ¿quién sabe?. Cuando el ser humano sube a un estrado se le calienta la boca y dice estupideces de todo tipo. Lo que entiendo que querría decir es que no le echásemos la culpa de que el proyecto era normalito tirando a malo a aquellas rampas de largos desarrollos o a aquel hueco de ascensor que se llevaba la mejor parte de las zonas comunes y que no supimos integrar debidamente.

Esta semana, leía un artículo que me enviaron por twitter sobre la conveniencia de que los arquitectos diseñásemos con una pierna rota o los ojos vendados y más allá del impactante titular – que me ha hecho buscar uno de semejante impacto- y tras comprobar durante su lectura que hablaba de edificios bien y mal diseñados desde el punto de vista del buen uso y la accesibilidad de sus habitantes, ya tengan problemas de movilidad o no, tengo que decir que generalmente los legisladores tienen a bien no dejar que los arquitectos diseñemos con la libertad o la aleatoriedad de nuestra condición física el día que nos enfrentamos a un proyecto y que marcan, con bastante rigidez, las condiciones de acceso a personas con limitaciones físicas a las viviendas y sobre todo a los edificios públicos.

Plataforma salva escaleras en portal de mi casa

Plataforma salva escaleras en portal de mi casa

Es verdad que hay detalles, como la altura de buzones y otros elementos que con acierto nombraba el autor del artículo, que son claramente mejorables y en los que conviene revisar además de las normas y reglamentos, otros documentos que mejoran sensiblemente las condiciones, de la misma manera que hoy por hoy, incluso aunque no viva en un bloque de viviendas ninguna persona con problemas de movilidad y durante toda la vida del edificio no se utilice, existen medios que la normativa obliga a colocar para salvar los obstáculos de acceso, como por ejemplo esos incómodos cuatro o cinco peldaños que solemos encontrar en portales de edificios. Es el caso de la foto que coloco, que es el portal de mi propia casa, en la que en siete viviendas y sin existir ningún discapacitado hay una plataforma salva escaleras que jamás se ha usado. Y me alegro de ello, porque no sé muy bien lo que va a ser de este cuerpo que decidió hace tiempo seguir su propio y expansivo rumbo.

Pero, por supuesto, hay en el parque de edificios actual una cantidad importante de edificios que proceden de normativas anteriores y que no dotan al mismo de las condiciones necesarias. Sobre si hay que obligar a los propietarios a actualizar todos los edificios, aunque no exista ninguna persona con discapacidad en ellos, podemos hablar largo y tendido, porque casos hay muchos y todos distintos, pero se están tomando medidas en este sentido, como por ejemplo el plan de ayudas a la instalación de ascensores en Madrid (es el caso que me pilla más cerca) y otros en otras comunidades.

Conozco el caso contrario muy de cerca, una promoción en Guadalajara en la que las únicas viviendas de protección oficial que no se vendieron fueron las dos adaptadas para personas con movilidad reducida que la normativa obligó a hacer, y hechas y terminadas están. Y vacías. Y baratas eran pues ya os digo que eran de protección oficial.

Siempre hay mucho por hacer, pero desde luego no es porque no se piense en ello o porque el arquitecto olvide a la persona con movilidad reducida. Podríamos hacer baños que tuviesen inscrito en ellos el famoso círculo de metro y medio de diámetro y que permitiese en todas las viviendas del país el giro de una silla de ruedas, o hacer las puertas tan grandes y accesibles que la silla pudiese circular por toda la casa sin problemas, aunque me pregunto que dirían los usuarios de esas viviendas cuando sacrificasen metros cuadrados.

Por mucho que critiquemos las normativas y al legislador -este escribano es un experto polemizador sobre ello- tengamos en cuenta que los casos son muy variables y que, aunque haya que seguir mejorando y trabajando en ello, no es fácil hacer una norma que valga para todos, por eso hay cuotas y porcentajes aplicables a los discapacitados y normas que regulan el acceso general al edificio haya o no usuarios que lo necesiten. No todo está tan mal.

Nota del arquitectador: A día de hoy y aunque no me hayan escayolado nunca nada -tocaremos madera- seguiremos proyectando con la norma encima de la mesa y con las recomendaciones de las organizaciones y estamentos que estudian la accesibilidad y lo haremos contentos.

 

 

 

¿Sabes por qué triunfó el hormigón armado?

Arquitectura para dummies I

Para explicar el porqué del uso generalizado del hormigón armado en la arquitectura del último siglo, quizá habría que imaginar como sería la construcción si no existiese el hormigón, esa mezcla de arena, piedra, cemento y agua que está presente en prácticamente todos nuestras casas.

A falta de conglomerantes como yesos, cales o cementos, que unan los materiales entre sí, deberíamos utilizar necesariamente elementos masivos para el soporte de nuestros edificios, muros y grandes masas de piedra o elementos que por gravedad -o por su propio peso, que diría un castizo- conformasen el apoyo de forjados o vigas  sobre ellos.

Estos últimos no podrían tener más longitud sin incurrir en espesores excesivos y poco manejables que la de un elemento que pudierse soportar sobre él al pasearse por su punto un medio, el equivalente a tres o cuatro personas adultas sin deformarse más allá de 1/500 -aproximadamente- de la luz o longitud de esa viga, es decir en una viga de 5 metros (5000 milímetros) no podría deformarse más de 10 milímetros.

Mediante la utilización del hormigón, armado interiormente con elementos de acero que soportan mejor estas flexiones y tracciones en la parte inferior de las vigas, conseguimos por una parte el manejo en la obra de elementos más pequeños que no grandes vigas de madera o acero y por la otra, gracias a la virtud del hormigón de fraguar con la forma del molde que empleemos, lograr elementos arquitectónicos que no están limitados a las lineas rectas o a los arcos de descarga, ofreciendo una mayor libertad en el el diseño de espacios y edificios, además de lograr mayores luces y resistencias con menores espesores.

Pues bien, aunque podemos encontrar distintos materiales conglomerantes desde las antiguas civilizaciones egipcias, griegas o romanas, no es hasta  que se implanta el uso generalizado del hormigón, ya en el siglo XIX, merced a avances industriales tales como  la mejora de los hornos que permitían la fabricación del cemento y la inclusión del acero en la masa del hormigón para aumentar la resistencia a flexión – y así poder utilizarlo en elementos más largos que resistan la flexión- cuando podemos considerarlo un sistema cotidiano de construir arquitectura.

Si hay dos personajes que considero claves en la implantación del uso de hormigón en edificación son Auguste Perret (1874-1954) y Le Corbusier (1877-1965) , el primero por apostar decididamente por el uso del hormigón desde la empresa constructora que creó con su hermano y el segundo por establecer -gracias a que el hormigón se lo permitió- la planta libre  de muros mediante el uso de pilares (1). Algo que de la que ya no somos capaces de prescindir.

(1) El bueno del Corbu los llamó pilotis, pero yo detesto ese vocablo.

Nota del arquitectador: He leído que Perret dijo que «la construcción es el idioma materno del arquitecto». Me encanta esta definición.