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Si la arquitectura te rodea, deberías empezar a fijarte en ella

Seguridad y salud en las obras: ¿algo más que papel?

De todas las cosas que hay que hacer al comenzar una obra -aaaaleluyahh- hay una que odio por encima de todas: el momento «estosiemprelohacemosasí» con que nos responden cuando pedimos a aquellos que van a realizar la ejecución de la misma los papeles correspondientes: plan de seguridad, plan de prevención de riesgos, libro de subcontratación, etc.

Hay, eso es cierto, un sinfín de documentos y justificaciones burocráticas que cumplimentar antes de poder poner siquiera la caseta de obra y ahí está el problema. Cada documento, cada trámite es considerado por todos los agentes que participamos, simplemente eso: un trámite. Y es muy difícil luchar contra esa inercia que lleva a repetir una y otra vez el mismo corta y pega cambiando apenas el título y poco más, hasta que los planes de seguridad -por ejemplo- se convierten en verdaderos pastiches reiterados mil veces y nunca leídos hasta que un coordinador de seguridad un poco más interesado en hacer el trabajo lo mejor posible se dedica a leerlos y descubrir que pillarse los dedos con la tapa de una tanqueta no debería aparecer entre los riesgos de una obra -¡De dónde habrán copiado ésto, dioses!- o que sería difícil en una obra de saneamiento ser arrollado por esa cosechadora que aparece en el veinte por ciento de las páginas del documento, o el más habitual catálogo de maquinaria desde el atornillador eléctrico hasta la grúa torre sobre raíles en obras donde apenas se va a alicatar unos vestuarios.

Cuando coincide, gracias a la confluencia de los astros, que ese tipo que se relee los documentos antes de aprobarlos es un profesional serio, sucede que todos, absolutamente todos los agentes participantes, incluido aquel que le ha contratado y que solo quiere que la constructora empiece cuanto antes la obra, le ven como el enemigo público número uno por aquello de ser «un pijotero» y pretender que los documentos establecidos para la mejor prevención de los accidentes se hagan para este fin y no solo para cumplir el expediente.

Esto es de las pocas, poquísimas cosas que no han cambiado en los últimos veinte años. Y yo me pregunto en qué momento de la vida, alguien en lugar de inventarse leyes absurdas que no conducen a nada se concentrará en hacer que la ingente cantidad de papel en que se ha convertido el inicio de la ejecución de una obra sea verdaderamente útil en lugar de un océano de papel e impresos.

¿Seré un romántico?

Nota del arquitectador: Este post ha sido escrito entre madre, suegra, suegro, sobrinas, mujer, cuñada, dos perros, y un cuñado tocando a la guitarra «soy currante» de Luis Aguilé, una de esas ventajas de marcharse de vacaciones. Os juro que han corrido verdadero riesgo de que un portátil aterrizase sobre ellos, quizá debería añadirlo entre los riesgos previsibles y no evitables de mi próximo plan de seguridad.

13 comentarios

  1. Dice ser Enrique Alario

    Cuanta razón hay en este post, si la mitad del papeleo se transformara en verdadera prevención ahorraríamos en accidentes tontos en esas pequeñas obras en las que «nunca pasa nada» Me siento totalmente reflejado en el artículo, pero por la parte del «pijotero»
    Enhorabuena por haber sabido sintetizar el problema de la Prevención de Ruesgos en la Construcción en éste país.

    16 julio 2013 | 00:17

  2. Dice ser Machito alfa

    No hay que consentir que en las obras trabajen mujeres ya que pueden provocar accidentes. ¿Aceptarías a esta mujer como compañera de trabajo en una obra?:http://xurl.es/bqq4r

    16 julio 2013 | 00:27

  3. Dice ser thimp

    si vieras lo largo que son algunos «planes de riesgo laborales» de algunas profesiones como administrativos….y algunas cosas que se ponen rozan lo «estupido»…… cuando se deberian centrar en ergonomias y cosas similares….en algunos solo les falta poner «que tengan cuidado en no pillarse los dedos con la fotocopiadora»

    16 julio 2013 | 02:12

  4. Dice ser thimp

    Enrique Alario, yo queria puntualizar una cosa de tu mensaje….tu comentas » si la mitad del papeleo se transformara en verdadera prevención «… yo diria mas bien…. » si todo el tiempo y dinero que cuesta la mitada del papeleo se transformara en verdadera prevencion»

    16 julio 2013 | 02:16

  5. Dice ser muiuhgjkjs

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    16 julio 2013 | 03:58

  6. Dice ser Felix Rivas

    Muy buena reflexión Miguel y en mi opinión muy real en las obras habituales, la falta de implicación en la prevención de riesgos laborales es general, salvo en algunos técnicos «pijotero». Gracias.

    16 julio 2013 | 07:58

  7. Dice ser QUIJOTE-BARRANTES

    Hay, como me siento de identificado con el pijotero … y como nos critican. Pero la coña es que si pasa algo, el que pisa la trena es uno y el resto de rositas.
    Me comentaba un compañero, sobre el caso de otra compañera, a la que le habían ofrecido el papel de Coordinadora de Seguridad, durante la ejecución de unos trabajos. La chica, estaba un poco extrañada por falta de experiencia, por lo que le hizo algunas consultas. Entre ellas le explico lo siguiente:
    – Una empresa quería contratarle el servicio de coordinación de seguridad, para unos trabajos que querían realizar en una nave, por lo que precisaban tener un coordinador de seguridad.
    – Las condiciones eran de trabajar a tiempo parcial.
    – Necesitaban su póliza de seguro, donde cubrieran los riesgos de incendio, etc.
    – La empresa le pagaría el 50% del seguro y ella correría con el otro.
    Visto todo esto, la cuestión que se le planteó era si el contrato era de un trabajador en funciones de Técnico de Prevención de riesgos o un Técnico cualificado como Coordinador de Seguridad y Salud.
    El compañero le explicó que no tenía buena pinta.
    1º.- Si los trabajos contratados eran de Coordinador, se entendían que serían parte de la Dirección Facultativa y deberían ser contratados por el Promotor y no por el Contratista.
    2º.- Si era como trabajador por cuenta ajena, al cargo de la empresa, para las tareas de Seguridad y Salud, debería ser la empresa la que estuviera asegurada y la que tuviera asegurada la obra y a los trabajadores.
    3º.- Si los trabajos a realizar eran dentro de una nave industrial, podía tener problemas de competencia, al igual que a la inversa un ingeniero en las de edificación de viviendas, según la LOE (cosa que se la pasan por el forro todo el mundo, y al parecer contratan más a ingenieros que a técnicos de la construcción, error, que en el momento que pase algo, lo más probable es que se salgan de rositas por improcedente el nombramiento y el marrón se lo comerá el Promotor por contratarlo y la Dirección Facultativa por no dar parte, por eso cobran tan barato, el abogado sólo tiene que presentar la reseña de la LOE donde indica las competencias, para que en el momento de declarar, su Señoría diga que allí por Ley, no pinta nada. Así anda la cosa)
    4º.- El compañero le advirtió, que la seguridad en una obra, son 24 horas al día, los 365 días del año y lo que dure la obra, y nunca a tiempo parcial. Algunos piensan que debe ser como el mono de trabajo, según esté el operario de turno, que se lo pone o se lo quita según esté de cachonda la vecina del 5º de enfrente … (así también con esas distracciones, pasa lo que pasa :-).)
    5º.- Le aconsejaron, ponerse en contacto con responsables de su colegio, para que la orientaran llegado el caso. Cosa que hizo, y la conclusión fue la misma o parecida …

    Visto lo visto, lo que nos pasa en la profesión a todos, es lo mismo, en tanto en cuanto, no se meta en cintura a los Promotores Oportunistas (aquellos que quieren derivar sus responsabilidades y sacar el máximo beneficio con el sacrificio del respetable, tanto técnicos como operarios y clientes finales), a los Contratistas Piratas (aquellos cuya oficina consiste en una libreta de bolsillo y un móvil, con el que hacen sus cuentas … y su contratación, con nociones escasas o nulas de lo que implica la responsabilidad en una obra), a los Trabajadores Sin Formación (la inmensa mayoría, los cuales se les ha implantado X horas de charla, a la que como los perritos del salpicadero del coche, mueven la cabeza de un lado para otro, sin entender ni querer comprender lo que implica la formación, y menos lo que quiere decir responsabilidad en su trabajo, de lo que hace y de lo que ha dejado hecho) y de los Técnicos (que diré que no se haya dicho, muñeco de paja, en el que se ceban todos cuando hay problemas, pero a quienes nadie escucha, cuando no los hay, así es la realidad).

    A todo esto, me comentaron que esa compañera, evidentemente rechazó el trabajo, por todo lo expuesto.

    Es cierto que se ha burocratizado en exceso todo, que culpa tendrán los árboles; menos mal que hoy en día han permitido la gestión de mucha documentación de forma telemática, por lo que se ahorra mucho papel. Papel de copias, que ya no tenían espacio para su almacenamiento, claro está.

    Hace falta que se pague verdaderamente lo que cuesta la seguridad, cosa que no se hace y se piensa que la seguridad de un trabajador es cosa circense, pero su formación no es pública, como otras actividades, el operario de la construcción, por lo general, se forma en la obra y a través de asociaciones privadas, que cuestan y que se realizan por lo general en horas de producción, por lo que quieras o no, eso cuesta y nadie quiere asumirlo, ni trabajador, ni empresario, ni administración, considerando el humilde servidor, que debería ser esta última, quien lo debería de cubrir (si, ya vendrá alguno diciendo que con las subvenciones, fondos, etc. ya lo están cubriendo … llegamos y nos lo creemos).

    Sobre los planes, huy, cuantas cosas podría contar también … como la existencia de una gran grúa torre para una vivienda unifamiliar, en la que no se ha empleado ni camión grúa (muy machos), o la colocación de un ascensor, donde no aparece en la vivienda unifamiliar por ningún lado, … etc. El copia y pega de algunos, es más que excesivo.

    Hay que leerlo para creerlo … y evidentemente no aprobar el Plan, si es que no hacen las correcciones oportunas. Vendidos, estamos vendidos.

    16 julio 2013 | 09:00

  8. Dice ser victor_elche

    seguridad en una obra¿?¿.terminos contrarios..

    16 julio 2013 | 10:17

  9. Dice ser Héctor Tilla

    Casco y botas, lo demás sobra (y chaleco reflectante y ‘no fumar’ muy últimamente, si queremos ‘asegurarnos’ más).

    Limpieza, higiene, herramienta …. pérdida de tiempo, dinero y categoría.

    Mi empresa hace cursos de ‘reciclaje’, cursos y cursillos casi semestralmente; mensualmente hay reuniones de TODA la plantilla (y hablamos de miles); impone duras sanciones a trabajadores, encargados y jefes de obra (en serio, no es broma): amonestaciones escritas y verbales, suspensiones de sueldo y despidos. Aunque la única conclusión que sacamos todos es que a ‘alguien’ no le interesa este tema.

    Y ese ‘alguien’ no es ni el trabajador, total y absolutamente más concienciado en estas medidas que el ‘alguien’, ni la cúpula directiva (irónico), en ello le va las contrataciones futuras y en consecuencia la supervivencia del accionariado. Ese alguien son, principalmente, los jefes de obra: horas sin producción y gastos ‘superfluos’. Siguen sin entender que 10 minutos ‘asegurados’ pueden llegar a ser 8 horas producidas. Esos ‘seguros’ 10 minutos luego implican más presión en la producción y, por lo tanto, mayor riesgo y menor calidad. Pero les da lo mismo, ellos sólo miran el balance de las cuentas y su prima ganada.

    16 julio 2013 | 10:18

  10. Dice ser Ana Isabel

    Estoy totalmente de acuerdo con los distintos comentarios en relación a la necesidad de prestar más atención a la seguridad en las obras, pero esa seguridad empieza por la señalización, cosa poco común en la mayoría, ya que a la hora de ahorrar, lo más fácil es escatimar en los carteles. Como profesional del medio, mi experiencia con las distintas constructoras es la de minimizar los gastos en señales aunque luego en el anagrama se dejen los restos, porque no importa que no aparezca una señal de prohibido el paso o uso obligatorio de arnés, pero eso sí, que se vea bien que la obra la está realizando fulanito o menganito. Y en esto también tiene mucha culpa el señor responsable de prevención de riesgos, que en muchos casos hace caso omiso de las normas y permite que dichas señales, no se coloquen y si en algunos casos, sí se colocan, éstas sean fotocopias cuando tienen que estar normalizadas. Si todos ponemos un poco de nuestra parte, evitaremos más de un accidente laboral.

    16 julio 2013 | 11:01

  11. Dice ser ¿La culpa?, la codicia.

    Bajo la amenaza del despido.
    Cuando se obliga a colocar un determinado nº de metros cuadrados de tejas por jornada…
    A colocar un compresor de aire acondicionado con una escalera…
    etc
    etc
    etc

    …y la amenaza del despido pende sobre tu cabeza…
    eres consciente de que te juegas la vida por tu empleo, claro que eres consciente!.

    pero CON EL CAPITALISMO ESTO ES Y SERÁ ASÍ.

    16 julio 2013 | 20:49

  12. Nueva moda. Rajar de los sindicalistas. Algo fácil y barato, por cierto. Lo llevan en la solapa ciertos políticos, lanzando mensajes subliminales sobre su actual falta de utilidad para los trabajadores, politización, corrupción, derroche económico. Resulta curioso: Los mismos que alientan al escarnio público, suelen lanzar piedras cargadas por sus propias mezquindades.

    Además, la destrucción del sindicalismo hace mucho más fácil la labor de los gobernantes, sin movilizaciones ni huelgas, especialmente la de quienes dirigen tras la cortina. Qué bien estaríamos si no existieran los sindicatos, piensan algunos.

    El problema es que esa frase por la que suspiran los gobernantes «Qué bien estaríamos sin sindicatos» empieza a calar entre la gente de a pie, con un discurso cargado de improperios, gritos, oportunismo, mala leche y, sobre todo, un enorme vacío de argumentos que se resume en: «Para lo que hacen, mejor que no hagan nada», «Por mi los echaba a todos y los ponía a trabajar», «Están vendidos, no se mueven, no están con los trabajadores». Luego terminan reservándote para el final el placer de oír la raída historia de: «Conozco a uno que está de liberado sindical.».

    Confesar ser liberado sindical, en estos tiempos que corren, es un auténtico pecado capital. Mejor inventar cualquier otra cosa antes de que te descubran. Te pueden acechar en cualquier esquina, a cualquier hora: sacando dinero, haciendo la compra, recogiendo a tus hijos en el colegio. Cualquier lugar y excusa es buena, para utilizar como insulto la palabra «sindicalista».

    Se puede ser banquero chupasangre, se puede ser político en cualquiera de sus muchos cargos (concejal, alcalde, o delegado provincial.) y trincar todo lo que se quiera, aceptar sobornos y trajes, realizar chantajes, revender terrenos públicos, recortarle el sueldo a los trabajadores o directamente despedirlos sin indemnización. Se puede, incluso, aumentar el recibo de la luz a los pensionistas hasta asfixiarlos, o salir en fotos besando niños y ancianos mientras los colegios y asilos se caen a trozos, cobrar dos o tres sueldos en tres cargos diferentes, declarar a hacienda que se está arruinado mientras se cobra de mil chanchullos distintos, para que su hijo obtenga la beca que le permita comprarse una moto a costa del Estado.

    En este maldito país se puede ser lo que se quiera, pero no sindicalista.
    Nadie se acuerda ya de la última huelga, aquella en que nadie de la empresa fue, excepto los dos afiliados que perdieron el sueldo de aquel día, para que luego se firmara un acuerdo que les subió el sueldo a todos. Incluso a aquellos que escupieron sobre la huelga.

    O de Luís, ese hombre que estuvo 30 años cotizando, y que gracias a la pre-jubilación que se consiguió en su momento, puede ahora, con 60 años y despedido de su puesto, tirar para adelante sin necesidad de buscar un trabajo que nadie le ofrecería.

    Recuerden también a Marta, la chica de 23 años que estuvo aguantando un jefe miserable con aliento a coñac, que le obligaba a hacer más horas extras para tener un momento de intimidad donde poder acosarla mientras le recordaba cuándo le vencía el contrato. Hasta que su mejor amiga la llevó al sindicato y, gracias a una liberada sindical, ahora el tipo ha tenido que indemnizarla hasta por respirar.

    Son muchos los que les deben algo a los sindicatos, y a los sindicalistas: El maestro que pudo denunciar al padre que le pegó en la puerta del colegio, los trabajadores que consiguieron que no les echaran de la RENAULT, la chica que pudo exigir el cumplimiento de su baja por maternidad en su supermercado. Porque también fue una liberada sindical la que se puso al teléfono el día en que despidieron a Julia, la chica de la tienda de fotos, y le ayudó a ser indemnizada como estipulan los convenios; y aquel otro joven que movió cielo y tierra para arreglarle los papeles al abuelo para procurarle una paga medio-decente, porque los usureros de hace 30 años no lo aseguraban en ningún trabajo. Para qué recordar las horas al teléfono escuchando con paciencia a cientos de opositores a los que no aprobaron, gritando e insultado porque en el examen no les contaron 2 décimas en la pregunta 4. O el otro compañero sindicalista, el que denunció a la constructora que se negaba a indemnizar a la viuda de su amigo Manuel, que trabajaba sin casco.

    Ya nadie se acuerda de dónde salieron sus vacaciones, los aumentos de sueldo que se fueron consensuando, el derecho a una indemnización por despido, a una baja por enfermedad, o a un permiso por asuntos propios.

    Esta sociedad del consumo, prefiere tirar un saco de manzanas porque una o dos están picadas, por muy sanas que estén el resto. Los precedentes televisivos: entrenadores de fútbol, famosos de la exclusiva en revistas, y demás subproductos, se convierten en clinex de usar y tirar dependiendo de las modas. Ahora, en un momento en que los trabajadores deben estar más juntos, arropados y combatientes contra quienes realmente les explotan, aparecen grietas prefabricadas en los despachos de los altos ejecutivos, ávidos de hincar más el diente en el rendimiento de la clase trabajadora.

    ¿Quién tirará la primera piedra?. ¿Serán los políticos gobernantes, o los banqueros quienes hablarán de dejadez o vagancia?. ¿Tendrán capacidad moral los jueces o los periodistas, de hablar de corrupción en las demás profesiones?. ¿Serán más idóneos para iniciar lapidaciones, los super-empresarios del ladrillo?. ¿En qué profesión se puede jurar que no existen vagos, corruptos, peseteros, o ladrones?. ¿Preguntamos mejor entre la Iglesia o la Monarquía.?.
    Pero qué fácil resulta rajar en este país. Siembra la duda, y obtendrás fanatismo barato.

    Qué bien asfaltado les estamos dejando el camino a quienes realmente nos explotan cada día. ¡Acabemos con los sindicatos!. Sí. Dejemos que la patronal y los bancos regulen los horarios, las pensiones, los sueldos, las condiciones laborales y los costes del despido. Verán cómo nos va a ir con la reforma del mercado laboral, cuando los sindicatos dejen de existir y no puedan convocarse huelgas ni manifestaciones.

    Verán qué contentos se pondrán algunos cuando sepan que ya no estarán obligados a pagar las flores de los centenares de trabajadores que mueren todos los años, a costa de sus mezquindades.

    Iñaki Gabilondo.

    16 julio 2013 | 20:52

  13. Dice ser Incongruencias

    El pobre coordinador de seguridad y salud,
    ese gasto más para la propiedad,
    ese HP para la contrata,
    ese infravalorado, por injusta imposición histórica, aparejador o arquitecto técnico ‘inferior’
    ese fatal remunerado con todo lo que le recae y le puede caer
    y sin embargo, cómo son las cosas,
    el que mayor responsabilidad tiene de una manera arbitraria y al azar y en menor tiempo
    ese menospreciado y auténtico profesional
    ese verdadero y realmente dueño de toda obra.

    17 julio 2013 | 00:50

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