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Si la arquitectura te rodea, deberías empezar a fijarte en ella

¿Cambiar? No gracias

Debido a cierta reforma que se trae un servidor entre manos, recupero hoy un post del pasado, de cuando aún no eramos íntimos usted y yo, paciente lector:

Tú caminas por uno de los pasillos de esos grandes almacenes tan molones… digamos «El Rasgón Soriano». Un suponer.

Y ves ese producto que estabas buscando. Coincide el color, el tamaño, el material. Vamos es exactamente lo que quieres. El precio es razonable. Al carro, como no puede  ser de otra manera. Reactivemos el país, te dices para justificarlo.

Vas a la caja y la cajera coge el producto, lo mira, lo pone al trasluz, lo olisquea, te mira a los ojos y coloca en su rostro una media sonrisa irónica, vuelve a mirar la caja, la mueve a ver si suena el aleluya de Haendel…

-No ha pensado que sería mejor coger el producto de al lado. Cuesta un poco menos y es EXACTAMENTE IGUAL.

-No, no, yo quiero este, además, el otro no es exactamente igual ni de coña.

-Igualico oiga, que lo tiene mi cuñado y le ha dado un resultado fantástico.

-…pero que cuñado ni que niño muerto. ¡Cóbreme éste, haga el favor!

Nada, nada-dice la cajera, muy segura de sí misma- si me lo va a agradecer usted, ya verá. Usted pruébelo, que yo se lo garantizo.

-Pero qué coño me va a garantizar usted, que mañana lo mismo ni está aquí. ¡Qué me cobre o qué venga el encargado! – le dices.

Viene el encargado, que te alaba tanto el producto ofertado por la cajera, que mirando a tu pariente/a, que lleva convencida media hora, acabas por llevártelo con tal de salir de allí, con cara de lechón segoviano esperando a que te crujan las costillas con un plato.

-Jefe, yo creo que cambiar el parquet por palillos mondadientes no es buena idea. -Otilio, mire que es usted coñazo.

Esto, que parece una broma, es absolutamente real, si hablamos de una obra de construcción. Os lo voy a explicar:

El arquitecto diseña. Intenta prescribir los materiales y las soluciones mejores, las que no den problemas en el futuro, las que cumplan con la misión para la que se les requiere a un precio que esté dentro de las perspectivas de la obra.

El promotor o dueño de la construcción lo acepta.

El constructor da un precio para hacer esa obra con esos materiales.

Empieza la obra.

Un día llega el constructor y le come la oreja al promotor: «esta estructura se puede hacer con la mitad de hierro. El arquitecto, que es bueno, no le digo que no, es que se ha curado en salud. Claro, así tampoco se me caen a mí las obras. Así también firmo yo. Y anda que lo hacen barato….claro como lo paga usted».

El promotor acaba por convencer al arquitecto de que tiene que cambiarlo. El arquitecto revisa sus cálculos (nadie le paga ese recálculo) y ve que están bien. El constructor ha tomado unas hipótesis de cálculo diferentes y claro, le da un cálculo distinto. Entra en normativa, pero justito, justito. Los coeficientes de seguridad tiritan. Pero ahí están. No se le puede decir que esté mal.

El promotor tiene poca pasta. Y la que tiene la quiere para él, no para enterrarla en hierros. Estructura cambiada.

La obra termina. Ya casi nada se parece al proyecto. Las ventanas de aluminio son de aluminio, sí, pero de una calidad ínfima. Las puertas de madera tropical, son de madera de… árbol, el grés porcelánico, es grés ‘porquésbaratico’… y así todo.

De todo lo que ha cambiado durante el transcurso de la obra, es responsable el arquitecto. Cualquier cosa que falle, será responsabilidad suya. Pero ha tenido que modificar sus criterios para mantener el cliente.

A partir de aquí, podría decir muchas cosas sobre unos y otros. Conste que no defiendo ni culpo a ninguno. Pero solo quiero exponer lo que sucede. La realidad que, como en tantas otras cosas de la vida, está llena de problemas y matices.

Nota del arquitectador:  Esa estructura, dos años después presenta grietas. Son inexplicables, no obedecen a esfuerzos ni a cedimientos, no van a colapsar la estructura, ni producen deformaciones aparentes. Pero están ahí.

Y así lo manifiesta el arquitecto. Delante de un juez.

Nota del arquitectador 2: Tengo que hacer un post, sobre el término «o similar«. Si pudiese encontrar al que lo invento, dad por hecho que el próximo post lo escribiría desde una bonita celda de Alcalá-Meco escuchando una cinta TDK de 90′  con los grandes éxitos de Camela.

9 comentarios

  1. Dice ser ANTONIO LARROSA

    ¿El promotor de su historia no sería chino? Es que lo aprovechan todo y hacen cada productoooo….

    Clica sobre mi nombre

    10 febrero 2013 | 13:28

  2. Dice ser Carla

    Eso debe ser lo que llaman ética profesional, o autoregulación … Menos mal que existen las leyes y las normativas porque siempre hay tipejos que anteponen un poco mas de pasta a la seguridad y calidad de sus trabajos.

    Carla
    http://www.lasbolaschinas.com

    10 febrero 2013 | 13:54

  3. Dice ser Fernando

    En esas estoy yo, en el «o similar», para reducir costes. Entiendo que se denigra vuestro trabajo en beneficio de nuestro presupuesto…

    10 febrero 2013 | 20:44

  4. Dice ser Fernando

    En esas ando yo, en el «o similar» para reducir costes de mi reforma. Entiendo que nuestros presupuestos denigran vuestro trabajo, pero tal y como están las cosas no hay otra opción…

    10 febrero 2013 | 20:47

  5. arquitectacion

    No, no. En absoluto se denigra, pero hay que tener cuidado con los similares y escuchar a los que no tienen otro interés. El que propone el similar, suele tener un interés económico, no siempre, pero suele pasar.

    10 febrero 2013 | 21:43

  6. Dice ser Fernando

    Esta claro que la primera opción debe ser la del profesional. Sólo cuando no se puedan asumir costes hay que valorar opciones alternativas, de la mano arquitecto y cliente 😉

    10 febrero 2013 | 22:58

  7. Dice ser Fernando

    Y perdón por la duplicidad de comentarios!, creí que había fallado el primero!

    10 febrero 2013 | 23:00

  8. Dice ser Uma

    Una vez dominada la península y nuestras colonias en Sudamérica, España declara la guerra a Canada para proteger a nuestros aliados ingleses.
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    11 febrero 2013 | 10:41

  9. Muy buena esta entrada. Pero a ver que te parece lo que me enseñaron en un cursillo en el Colegio de Aparejadores:
    – NUNCA hay que utilizar la palabra SIMILAR en la descripción de una partida. ¡¡Se debe utilizar EQUIVALENTE!!
    – La explicación es bien sencilla: un huevo es muy similar a un huevo cocido, pero no son lo mismo, no son equivalentes, no tienen las mismas características. Lo importante son las CARACTERÍSTICAS que se le piden al material o producto que se define en la partida, se puede llegar a colocar un material que no sea similar pero que cumpla al 100% las características y condiciones que se le exigen al material que se ha definido en la partida y al que se le ha añadido la coletilla de «o equivalente».

    También se puede consultar en el diccionario la definición de estas dos palabras:
    – similar. (De símil). 1. adj. Que tiene semejanza o analogía con algo.
    – equivaler. (Del lat. aequivalēre). 1. intr. Dicho de una cosa: Ser igual a otra en la estimación, valor, potencia o eficacia.

    He dicho.

    13 febrero 2013 | 03:28

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