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Si la arquitectura te rodea, deberías empezar a fijarte en ella

No me gusta el Guggenheim

Las cosas como son.
El día que le escuché a un profesor de proyectos decir que la arquitectura no se puede enseñar no perdí la fe en los humanos por que hacía tiempo que la extravié en algún lodazal anterior, pero si que sentí un profundo vacío y un inmenso desprecio por la falta de coherencia.
Por que hubiese sido coherente que ese profesor no se prestase a enseñar a otros algo que él no fue capaz de aprender y todos hubiésemos ganado con ello. Sin embargo la coherencia en arquitectura como en tantas otras cosas de la vida es difícil de mantener y más difícil aún de predicar sin meter la pata.
Y llegamos así a las pocas cosas que me enseñaron y de entre ellas las más básicas. Esa coherencia formal, esa relación con el entorno, con la ubicación, esa respuesta geometrica a unas necesidades de iluminación, orientación y sostenibilidad. Ese hito urbano que lo és sin ser una estatua inerme, con un fin en su diseño.
Y claro, me hablais del Guggeheim, y de Frank Gehry y del deconstuctivismo y de Zaha Hadid (ay) y es que me pongo malo, y tengo que decirlo claramente, NO ME GUSTA EL GUGGENHEIM.
Y no me gusta por varias razones, pero hay una sobre todas las cosas : El guggenheim no se puede copiar.

Bodega en Elciego y auditorio en Los Angeles. Frank Gehry

Me explico:
Si Frank, ese canadiense antes llamado Ephrain Goldberg (demasiado judío para Canada) se hubiese limitado a hacer el museo de Bilbao con esas placas de titanio y esos planos alternados y después hubiese hecho otra cosa en otro lugar, yo, creedme, le admiraría y le tendría en un pedestal.
Por que el edificio, es simplemente genial.
Pero no, Frank, se ha decidido a dejar un little Guggi allá donde le hagan un encargo, ya sea una sala de conciertos en los Angeles o una bodega en Elciego y eso, por mucho que aquel viejo profesor se empeñase en no enseñarme, se me quedó muy grabado. No todo vale para todos los sitios.
En arquitectura tampoco.
Nota del arquitectador: Soy consciente de que como arquitecto debo pleitesía a los colegas que triunfan por doquier, pero ¿que queréis? esta manía del «deconstructivismo» me tiene más que preocupado. Vale que no tengamos nada que construir, pero eso de deconstruir no me gusta ni con las tortillas ni con la arquitectura.

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