Entradas etiquetadas como ‘soberanistas’

Ante una legislatura de cuatro años

Hay que formar grandes mayorías, más allá de la investidura

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, en el palacio de la Moncloa . Zipi / EFE

En un escenario fragmentado en cinco organizaciones estatales, Pedro Sánchez ha conseguido una considerable minoría mayoritaria —123 escaños— que, sumados a los 42 de Unidas Podemos, ofrece una mayoría suficiente para gobernar más o menos apaciblemente y con notable estabilidad durante la legislatura. UP no está en condiciones de regatear este apoyo, ya que sería la segunda vez que Pablo Iglesias frustrase un gobierno progresista, y porque en su precariedad actual, unas nuevas elecciones reducirían todavía más la representación de UP, que había logrado 71 escaños en 2016 (ha caído por tanto 29).

En definitiva, el bloque de izquierdas PSOE+UP está formado por 165 diputados, a 11 de la mayoría absoluta. Con ese apoyo, Sánchez tiene fundamento para formar un gobierno estable, salvo imponderables. La cuestión es con quién, ya que en principio el PSOE preferiría no contar con los nacionalistas catalanes, es decir, con los 15 escaños de ERC-Sobiranistas, ni con los 7 de JxCAT. Tampoco con los 4 de EH Bildu, cuya abstención puede darse sin embargo por automática, dada su alergia a las opciones conservadoras.

Al margen de estas organizaciones, algunos de los once escaños que necesita Sánchez para la investidura, además de los procedentes de la suma PSE-UP, pueden obtenerse de las minorías: PNV (6), Compromis (1) y PRC (1). Muy difícil seria alcanzar los dos de CC (2), que no quiere saber nada de Podemos, y es imposible contar con los de Na+, coalición navarra de UPN con el PP y C’s. Con lo que si bien es complicada la investidura en primera vuelta, parece que será fácil de obtener en la segunda, cuando el bloque PP-C’s-VOX (146 escaños), que votará en contra, suscitará bien pocas adhesiones.

No hay, pues, razones objetivas para que el PSOE haya reclamado a sus antagonistas, PP y Ciudadanos, que le dejen gobernar y le presten su apoyo para dar estabilidad al futuro gobierno, que es capaz de estabilizarse solo. Tampoco parece necesario amedrentar a Podemos con la amenaza de elecciones, que le serían letales, porque Iglesias, aunque poco fiable, no tiene demasiado margen para la pirueta en este caso.

Además, dígase lo que se diga, el objetivo de esta legislatura es integrar la política catalana en la estatal, por lo que en algún momento habrá que contar con los 15 votos de ERC (menos previsible es lo que pueda pasar con el pospujolismo, cuya irreductibilidad dictada por el prófugo de Waterloo depende sobre todo de las negras expectativas personales del expresidente de la Generalidad, condenado a permanecer fuera de España o ingresar en prisión).

Habrá, en fin, gobierno, y para una legislatura continua de cuatro años, apenas con los hitos intermedios de las autonómicas catalanas, gallegas y vascas. Nunca se había abierto una oportunidad tal dilatada de forjar ciertos consensos que permitirían grandes pactos de Estado, sin repercusiones electorales que pudieran condicionarlos. Por ejemplo, un gran pacto educativo, la reforma a fondo y definitiva de las pensiones y del sistema de previsión en su totalidad para los próximos veinte años, un gran plan de infraestructuras que permitiera la culminación equilibrada de nuestras redes de transporte, un gran pacto de transición ecológica y de reforma energética, etc.

Es evidente que el PP habría de ser el principal invitado a semejante ceremonia, y de este modo la gran fuerza de centro derecha, hoy en sus horas más bajas de su historia, podría recuperar el papel y la prestancia. Analistas de peso sostienen que el viejo bipartidismo podría rehacerse si las grandes formaciones recuperaran la iniciativa y la capacidad de representación. PP y PSOE tienen, en fin, la gran oportunidad de volver a ser lo que fueron. Y más.

 

Los soberanistas se ponen del lado de PP y Ciudadanos

Miquel Iceta

Miquel Iceta | EFE

En los comicios del 28-A concurrían a las urnas dos visiones del conflicto catalán. Por un lado, los que pedían la aplicación del artículo 155 por tiempo indefinido; por otro, los que abrían sus propuestas al diálogo y a la negociación. Tanto PSOE como Unidas Podemos, aunque con matices, coincidían en la búsqueda de una salida a la crisis en el estricto marco constitucional.

Los votantes fueron claros. Las fuerzas progresistas se impusieron a las conservadoras con el margen suficiente como para que se inaugure un periodo de relativa estabilidad de cuatro años que debe ser aprovechado para recuperar todo el tiempo perdido y planear nuevos avances.

En el plano catalán, los posconvergentes, con siete diputados, han sido vencidos por Esquerra Republicana (15), una formación que parecía más dispuesta a aceptar el principio de legalidad democrática y resignarse a renunciar a la independencia imposible. Sería el primer paso tejer una relación creativa y fecunda entre las instituciones catalanas y las estatales.

Sin embargo, el soberanismo de ERC ha terminado por traicionar su propio relato y les ha movido a posicionarse en contra de la designación de un catalán autonomista de crédito al frente del Senado. Este gesto supone la negativa de ERC a la invitación al diálogo formulada por Pedro Sánchez. Junqueras ha demostrado ser un político cobarde y frágil.

Ahora, la situación es la que sigue: los soberanistas que han impedido que Iceta fuese nombrado senador por representación de la autonomía catalana han compartido alegría con el PP y Ciudadanos, los mismos que siguen defendiendo la imposición de un 155 indefinido y que tienen como socios a los que piden la recentralización de España. El mismo Parlament que aprobó normas inconstitucionales vuelve a ser utilizado en contra de aquellos que quieren reconducir la situación. Los que creemos en la democracia no podemos renunciar a la idea de que cualquier diferencia política tiene que tener una solución incruenta.

Puede leer el artículo completo en Analytiks.es.