He leído a lo largo de mi vida unos cuantos libros protagonizados por perros. No hablo de manuales de etología o adiestramiento, sino de novelas. Es normal que, dado mi conocido interés por estos animales, acaben llegando a mis manos y por distintas vías diferentes volúmenes relacionados con ellos.
El primero que leí con unos siete años fue ‘Gran Lobo Salvaje’, lo recuerdo perfectamente. De hecho poco después tuve un perro al que llamé Tritus en su honor. Los mejores para mí son los de Jack London. Muchos no lo leen, equivocadamente, pensando que son novelas juveniles y que hay tantas películas mediocres sobre sus libros que no merece perder la pena con ellos. Se equivocan. Os recomiendo a Jack London encarecidamente.
Respecto a las novelas perrunas recientes que van saliendo, he de decirlo: la gran mayoría son muy malas.
El último que ha caído en mis manos es ‘Te daba por muerto’ de Pete Nelson. Al recibirlo imaginaba algo del tipo ‘El arte de conducir bajo la lluvia’, pero no ha sido así, afortunadamente: Nelson ha escrito una novela corta, amena y bien escrita, sin pretensiones, en la que se percibe claramente su amor por los perros y el conocimiento que tiene de ellos en su tratamiento de Stella, la mestiza anciana que acompaña a Paul, un tipo completamente creíble, de esos que todos podríamos conocer.
He tenido la suerte de poder comprobar de primera mano que Pete Nelson, efectivamente, además de un escritor recomendable es un amante de los perros, sobre todo de los sin raza: “Me gustan mucho los mestizos. Por una razón: tienden a ser más saludables y vivir más que los de pura raza. Recientemente tuve una perra pastor australiana llamada Alice, pero actualmente tengo una mestiza llamada Lucy. Creo que no han pasado más de 7 u 8 años en total en mi vida sin tener perro, tanto mestizos como de raza.
Y reconoce que hay mucho de él en Paul, “ambos tenemos procedencia escandinava. Mi padre es similar en personalidad al de Paul. Tengo una hermana semejante a Bits. Y en la época en la que escribía el libro estaba divorciado y luchando contra el alcohol. Tuve un perro justo como Stella, que se llamaba también así, y en su último día mi exmujer y yo tuvimos un picnic con ella en el jardín que una vez compartimos.
Uno de los elementos más atractivos y originales de la novela son las charlas de Paul con Stella. Porque Stella habla con Paul, solo con él. Y esas conversaciones encajan perfectamente en una historia de lo más cotidiana y realista en todo lo demás. El autor no explica lo que es, no sabemos si se trata de magia, de un don, de un recurso para mostrar el vínculo que pueden llegar a desarrollar algunos seres humanos con los perros con los que conviven. “Decidí muy pronto no explicar cómo es possible que Paul hable con su perro y que el perro le responda. Estaba pensando, un poco, en el recurso del realismo mágico utilizado por algunos escritores de América del Sur, en cuyos libros algo mágico es simplemente presentado como un hecho sin explicación. Stella es simplemente otro personaje con su propio modo de ver las cosas. Paul, por ejemplo, trata de explicarle que beber le hace feliz, pero ella puede ver con sus propios ojos que beber le pone triste y se lo dice. Es como la voz de su conciencia. Además, yo estudié el comportamiento de los cánidos cuando escribí para la National Wildlife Magazine, así que mi aproximación a ella está influido por la investigación que hice”.
Pete Nelson explica cómo se le ocurrió la idea: “Solía escribir para una revista de entretenimiento llamada Live, una vez me mandaron a cubrir el Westminster Kennel Club Dog Show, uno de los concursos caninos más grandes del mundo, sin duda el más grande en EE UU. Los editores de la revista agradecían cualquier idea creative que tuviera, así que decidí que haría como si mi perra estuviese escribiendo el artículo. Así fue como todo empezó. Ella decía cosas como: “el juez tiene las piernas arqueadas, los dientes torcidos y necesita cortarse las uñas. ¿Y él nos está juzgando a nosotros?”.
Para los que lo leáis, que sepáis que Pete Nelson tiene otro libro en mente protagonizado por Paul, y probablemente adoptará otro perro, pero no será un perro parlante como Stella.
Por último una confesión: hay un hermoso momento casi al final en ‘Te daba por muerto’ de nudo en la garganta absoluto, en el que tuve que esforzarme por contener las lágrimas. Y normalmente soy dura para estas cosas.
¡Y no os olvidéis de Jack London!
