Permitidme que hoy ejerza de abogada del diablo.
En mi anterior post os hablaba de un galgo cordobés que ejemplificaba el uso que se da a muchos perros de caza, no sólo a los de su raza. Pasó por tres manos que le usaron como mero instrumento y le esperaba la muerte con apenas cinco años. Por suerte y gracias a una protectora ahora está buscando un buen hogar.
Es un ejemplo, pero hay demasiados. Con galgos, elegantes embajadores de esta realidad, y con muchas más razas de caza: podencos, bretones, grifones, setters…
Solo puede negar este frecuente y continuo uso de los animales sin consideración alguna, incurriendo en el maltrato, aquel que elija permanecer ciego y defender lo suyo, su diversión y/o su negocio cazando animales. Basta con pisar mínimamente un par de protectoras para abrir los ojos. De hecho, ni siquiera es preciso tanto. Basta con permanecer un instante en el mundo de la caza, sobre todo el de las rehalas y galgueros, y abrir mínimamente el corazón ante como se transportan, tratan y almacenan los perros, ante la inexistencia de perros viejos o lesionados.
Ojalá fueran los cazadores que aseguran amar a sus perros, tenerles bien atendidos hasta su vejez, los primeros que denunciaran las malas prácticas de sus compañeros de afición. Yo sé que los hay, porque algunos he conocido. Me han contado, porque había cariño y confianza, anécdotas terribles de otros cazadores insensibles que ellos han presenciado. Pero nunca denuncian a los suyos, siempre miran hacia otro lado por no complicarse la existencia, por no meterse en follones y buscarse enfrentamientos. Y eso no puede ser, eso les hace cómplices y parte del problema, por mucho que sus perros estén igual de bien atendidos y tan felices como los míos.
La solución para defender la caza no es atacar a los defensores de los animales, la solución pasa porque sean los mismos cazadores los que limpien su propia mierda. El trabajo es ingente, pero es el único abordaje humano e inteligente. Los insensibles usos y costumbres que mantenían tradicionalmente no son sostenibles.
Este domingo hay convocadas en ciudades de toda España manifestaciones en contra de la caza con perros, del uso de instrumentos que sienten y padecen y que se descartan constantemente contribuyendo a empeorar el enorme problema de protección animal que hay en España, que cuesta demasiado dinero y esfuerzo público privado intentar solventar (y que no se está logrando, aunque estemos mejorando). Muchos de los actores de esas manifestaciones claman en contra de la caza en general, aunque os confieso que eso, siendo realista, me parece mucho pedir.
Volvemos a las calles. Será el próximo cuatro de febrero en 32 ciudades que se unen para reclamar un rotundo NO A LA CAZA. Porque ni las consideradas presas, ni los seres sintientes empleados como arma (galgos, podencos o cualquier otro animal, con independencia de raza o especie), merecen sufrir por simple diversión humana, pulsa en el enlace de tu localidad, accede al cartel con toda la información de los actos y únete a nosotras. Te esperamos.
Apelo hoy a los cazadores que contemplen estas protestas, que cada año ganan en volumen y seguimiento, para que hagan un esfuerzo real por limpiar su casa, que falta hace y ellos bien lo saben.
La tolerancia cero con el maltrato a los animales debería partir de ellos. El rechazo social es creciente y el cambio generacional juega en su contra, también en la clase política y económica.