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¿Te plantearías ser casa de acogida temporal de un animal necesitado?

Es una experiencia que merece la pena, si es que puedes y amas a los animales. Un acto generoso con el que salvas una vida.

El texto que hoy traigo es de la protectora cordobesa Arca de Noé, pero en cualquier protectora cercana a vuestro lugar de residencia podrían contar algo similar y estarán encantados de contar con vosotros como casa de acogida temporal.

Siempre me ha llamado la atención que haya lista de espera para acoger a un cachorro de perro guía, pero siempre falten hogares para cachorros de protectora.

Y no solo los cachorros necesitan estos hogares temporales, también animales convalecientes, ancianos, deprimidos en el chenil…

Merece la pena. Aunque solo sea porque hay días en los que uno necesita ser capaz de sostenerse la mirada de frente ante el espejo.

¡Ayudando a los demás te ayudas a ti mismo!

Dedicar una parte de tu tiempo, compartir temporalmente tu vida con un ser inocente es el mayor regalo que te puedes hacer a ti mismo y le puedes hacer a él.

Cada día rescatamos animales, cachorros, adultos, animales que sin una ayuda no podrían sobrevivir un minuto más, ellos han llegado al límite de sus fuerzas y la personas que integran la protectora les dan esperanza, una nueva vida, una oportunidad de ser felices, de recuperarse y recuperar la integridad que todo ser vivo se merece.

Todo este proceso no es fácil porque nuestras manos son limitadas y nuestras casas no admiten más animales. Por esto necesitamos más manos, más casas, más corazones desinteresados, más ganas de ayudar con hechos y no con palabras, ¡¡TE NECESITAMOS A TI!!

La pena no los saca de la situación en la que están y nosotros no podemos seguir ayudando sin tu ayuda… Ser casa de acogida es uno de los mayores placeres de la vida, ayudarlos en su día a día, ver como recuperan la confianza, como sanan las heridas, como se recuperan corazones rotos de dolor y de maltrato, enseñarles a vivir… Todo esto es algo impagable, insustituible, una experiencia que te llena de felicidad, que te hará ser mejor persona, que te ayudará a ver el mundo de otra manera y con un gesto tan simple como ACOGER.

¡Esto significa dejarles quedarse contigo un tiempo limitado! Este tiempo lo decides tú y es muy valioso, desde un día, un fin de semana, una semana, unas vacaciones, el tiempo que puedas, ese tiempo es vivir o morir.

Sin casas de acogida NO podremos seguir ayudando… En ti está la clave, en tu SOLIDARIDAD, en tus ganas de ayudar, en dedicarles un poco de tu tiempo a ellos, en ayudarlos para que sean felices para siempre.

¡Si quieres ayudarlos escríbenos y te lo explicamos TODO!

Ayudar es FÁCIL, solo tienes que QUERER.

elarcadenoecordoba@gmail.com

Carta a los que encontraron abandonada a mi perra y la acogieron

Un puente de mayo, hace justo trece años, Troya entró en nuestras vidas. Un par de semanas antes tuvimos que despedir a Mina, mi anterior perra. Hubo que cumplir la promesa que he hecho a todos mis animales: darles un buen final cuando llegue el momento, dejarles ir cuando no tenga sentido retenerles entre sufrimientos. Ojalá yo pudiera vivir sabiendo que alguien me ha hecho esa misma promesa y la hará cumplir, pero esa es otra historia.

El puente de mayo de 2004, aprovechando que tendría varios días para dedicar al futuro nuevo miembro de la familia, acudí a las instalaciones de la Asociación Nacional de Amigos de los Animales (ANAA) pidiendo un perro bueno. El aspecto de los miembros de mi familia nunca me pareció demasiado importante. Fue complicado elegir uno, pero finalmente Troya, que se durmió dulcemente sobre mí mientras la acariciaba, fue la elegida.

Me dijeron que tenía unos cuatro o cinco años, algo que confirmó mi veterinario. Decidí entonces que tenía cinco y que celebraríamos su cumpleaños cada dos de mayo. Han pasado trece, así que Troya ha cumplido dieciocho años, que tal vez sean diecisiete. Puede que incluso dieciséis si los veterinarios que la vieron no ajustaron sus cálculos.

También me dijeron que no llevaba demasiado tiempo en la protectora. Había estado en acogida con la familia que la encontró abandonada, por el norte de Madrid.

Estuvo viviendo con vosotros, no sé durante cuánto tiempo pero sí sé que en vuestro hogar, en lista de espera hasta que hubo un hueco para ella en un chenil.

Se llamaba Raspa entonces. No sé si ese nombre se lo pusisteis vosotros. Probablemente sí y lo que sí sé es el motivo. Estaba en los huesos. Gracias a vosotros dio el primer paso para dejar atrás una vida de maltrato, de miedos, cuyo recuerdo son los perdigones bajo la piel y la leishmania que conseguimos tener siempre controlada.

Gracias a vosotros, a que decidisteis complicaros la vida y no mirar a otro lado aquel día que una mestiza sin futuro se cruzó en vuestro camino, ha podido superar todo aquello.

Hace ya muchos años que no se encoge de miedo cuando ve una escoba o un hombre eleva la voz, hace ya muchos años que no teme a las escaleras ni a los coches. Hace ya muchos años que descubrió lo que era correr compitiendo con la brisa al borde del mar, jugar con otros perros a diario sobre la hierba tierna del invierno, dormir siempre caliente y con el estómago lleno, tumbarse boca arriba para que los niños que iban acumulándose en la familia le rascaran la barriga y aprovecharse de los restos de comida que esos cachorros humanos dejaban caer.

Hace ya muchos años que una perra sin futuro se convirtió en una perra que envejece segura y feliz. Y eso ha sido posible gracias a vosotros.

No sé si la reconoceríais si la vierais. Ahora es una abuelita que duerme todo el día. Su cuerpo ha cambiado, igual que su pelo y su rostro. La mirada y la sonrisa siguen siendo las mismas. Igual que las ganas de jugar, aunque las fuerzas le fallan enseguida, a ella que fue una atleta incansable. Ya apenas hace caso a las pelotas, que hasta hace pocos años le volvían loca. Y sé que se acerca el peaje, el momento de hacer honor a mi promesa. Lo sé, pero no es algo en lo que quiera pensar demasiado.

No sé si os llegará esta carta, este agradecimiento. Imagino que es difícil. En la protectora están intentando encontrar la manera de dar con vosotros y hacérosla llegar. Complicado. Han pasado demasiados años.

Pero a veces los milagros ocurren. ¡Quién sabe! Por eso gracias, mil veces gracias.

Gracias también a todos los demás que han obrado como vosotros lo hicisteis.

Los milagros existen, claro que sí. Y somos los seres humanos los que los hacemos posibles cuando escuchamos los dictados de un corazón bondadoso.

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