«En época de crisis económica siempre se recorta la ayuda a las protectoras y se incrementan los abandonos»

Arranca un curso que se antoja complicado para los animales de compañía y las personas y entidades que velan por su bienestar. En una situación de crisis como la que enfrentamos, con el número de parados en escalada constante, muchos sectores y servicios gravemente afectados por la irrupción del coronavirus y nuevos retos impensables hace un año para poder conciliar y organizar nuestro día a día, ellos también sufren las consecuencias.

Que los abandonos aumenten es la más previsible. A falta del estudio anual de Fundación Affinity, el más veterano y riguroso que suele llegar antes del verano pero que este año se está retrasando, tenemos los cálculos de la Real Sociedad Canina que dijo en agosto que se han incrementado un 25% respecto al año anterior.

A comienzos de abril, recién inaugurado el estado de alarma por la Covid-19, tuve la oportunidad de entrevistar a Mati Cubillo, responsable desde hace unos quince años de la Federación de Asociaciones Protectoras de Animales de Madrid, FAPAM, que asesora a asociaciones de toda España.

Durante esa larga charla era inevitable hablar del impacto que la ya entonces previsible crisis económica iba a tener y que ya se estaba notando: «ya se está ayudando a gente que ha sido despedida de su trabajo por esta crisis causada por el Covid-19 y tenían que operar a su animal y no tenían dinero. Y se va a ir notando más. Hay personas que no se quieren deshacer de un animal pero no puede pagar una cirugía o un tratamiento que necesita. También gente que, por ejemplo, tiene que mudarse a una habitación de un piso compartido y no se lo puede llevar pero sufre por tener que separarse de su animal. Y por supuesto los que aprovecharán la crisis para deshacerse del animal. Y las asociaciones tampoco tenemos recursos para ayudar a todas estas personas».

Más allá de los abandonos, también se ven mermados los recursos de esas entidades de protección animal, que en gran medida están asumiendo una responsabilidad que corresponde a las administraciones públicas. Hay menos voluntarios, menos casas de acogida, menos socios, menos donaciones…

Así lo contaba Mati: «En época de crisis económica, si tienes que recortar, recortas de lo que no es imprescindible para ti y para tu familia, como las ONGs de los animales. Es normal, vienen tiempos muy malos y por muy solidario que seas tu familia tiene que comer, tienes que pagar la luz, el agua y el alquiler. Ya pasó en la última crisis».

Y la última crisis no trajo de la mano unas restricciones que también afectaron a las formas que tienen de ingresar fondos y sumar socios estas asociaciones. Para ellas son vitales los mercadillos, los eventos solidarios de toda índole, los puestos en comercios afines o a pie de calle desde los que dar a conocer su labor.

Estos tiempos difíciles requieren que seamos especialmente responsables. Si ya tenemos algún animal bajo nuestra tutela o estamos planeando tener uno, es preciso que entendamos mejor que nunca el compromiso que supone. También es necesario que seamos especialmente solidarios, siempre en la medida de nuestras posibilidades. Hay muchas formas de ayudar, más allá de las aportaciones económicas.

La situación lo requiere.

(JORGE PARÍS)

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