«Decir que un perro que se ha quedado sordo piensa que hemos dejado de hablarle es una interpretación antropomórfica y equivocada»

Todo empezó con este tuit que me pasó Carlos, un compañero de 20minutos:

Ojo al dato. Más de 185.000 me gusta para una afirmación sin sostén científico ninguno. Una afirmación de origen incierto que se ha hecho viral y calará en mucha gente, que repetirá con seguridad que esto es así aunque la ciencia no lo haya demostrado. ¿Cómo saber con tal grado de certeza lo que piensa un animal? Y para echar más leña al fuero, una de las respuestas a ese tuit viral era otra afirmación por el estilo que también tuvo un alcance tremendo.

Dudo que un post en este blog tenga el alcance suficiente para contrarrestar esas creencias, pero he querido intentarlo. ¿Cómo? Acudiendo a una fuente de autoridad.

Jorge López, coordinador de casos de EliteVeterinaria.org, me puso en contacto con Rosana Álvarez, consultora de etología para esta plataforma solidaria de veterinarios expertos y autora de dos libros sobre etología canina y felina.

Cada vez se conoce más la figura del veterinario etólogo, expertos en comportamiento animal y los profesionales sanitarios cualificados para ayudarnos en muchos problemas de conducta de nuestros animales, pero aún queda mucho terreno por recorrer, ojalá la entrevista ayude también a dar a difundir más su labor.

Estos días está calando la afirmación de que los perros, cuando se quedan sordos, piensan que han dejado de hablarles. Desde un punto de vista científico, etológico, ¿Qué puede haber de cierto en ella?
En primer lugar desconozco tal corriente o afirmación y en qué se basa. En el mundo de internet se pueden encontrar muchos comentarios, leyendas populares y otras creencias que evidentemente no tienen por qué ser ciertas y que en ocasiones corren como la pólvora cuando la gente comienza a compartirlas en redes sociales. Es muy importante certificar los argumentos y las fuentes antes de creerse algo y huir de teorías que no estén basadas sólidamente en argumentos científicos demostrables.

Por supuesto, no podemos conocer de manera certera lo que puede estar pensando un animal, como un perro, ya que todavía queda mucho por descubrir con respecto a cómo funciona su cerebro y su mente. Pero lo que sí sabemos a ciencia cierta es que un perro puede leer nuestro cuerpo y nuestra cara perfectamente y asociarlo con las emociones subyacentes, además de que posee un cerebro que no se aleja mucho del humano y que alberga información y experiencias pasadas asociadas a haber experimentado la percepción a través de sus sentidos y habiendo integrado esta información mediante un entramado de asociaciones. Por tanto, decir que un perro que se ha quedado sordo piensa que hemos dejado de hablarle es como decir que si se queda ciego piensa que ya no está en el mundo porque no lo ve. Es una interpretación antropomórfica y equivocada.

Otra creencia que ha calado gracias a las redes sociales consiste en que los perros no entienden la muerte y siempre esperan al ausente. ¿Aquí hay algo de verdad?
Como decía anteriormente, la mente del perro es un terreno muy inexplorado aún. En este momento no somos conscientes de que puedan conocer el concepto de la muerte y lo que ello conlleva. Lo que sí es cierto es que los animales, al igual que las personas, sufren de un periodo de duelo cuando falta un miembro del grupo. Por tanto, habría que considerar las diferentes fases de este para describir lo que padece un animal que ha visto fallecer a su propietario o a un compañero canino o felino del grupo.

¿Diría que los dueños de perros y gatos tienen en general los conocimientos mínimos necesarios de su etología?
Trabajamos diariamente para que esto pueda ser así, pero la realidad es que no los tienen. Si las personas se informaran adecuadamente sobre las necesidades -no solo etológicas, sino también higienicosanitarias- de los animales de compañía, seguramente las cifras de abandono serían mucho más bajas. Es por esto por lo que los veterinarios hacemos tanto hincapié en informar constantemente a los ya cuidadores o futuros compañeros de un animal de compañía mediante artículos, libros, publicaciones en redes sociales, planes de salud, etc.

Me da la impresión de que hay una tendencia creciente a ‘antropomorfizar’ el comportamiento animal, no sé si está de acuerdo.
Bueno, creo que el desconocimiento sobre algo nos hace atribuir en ocasiones características, percepciones o pensamientos que son impropios o inadecuados. El constante interés del ser humano por tener el control sobre lo que le rodea hace que caiga en una falta de interés por su conocimiento, y lo que es más, que carezca de la capacidad de empatizar con otros seres que están a su alrededor. Lo sufrimos constantemente entre nosotros y los de cuatro patas no iban a ser menos.

En el día a día con nuestros animales de compañía, cuales son los riesgos o, dicho de otra manera, los problemas más frecuentes derivados de esta antropomorfización.
En el aspecto etológico, la existencia de constantes problemas de comunicación con la otra especie y la utilización de métodos inadecuados que pretendemos que sean fáciles y efectivos, aunque sean inefectivos, inadecuados y atenten contra el bienestar del animal.

¿Cuáles son los problemas más frecuentes por los que recurren a un veterinario etólogo?
Hoy en día sobre todo problemas de agresividad hacia las personas y otros perros, ansiedades y miedos. En el caso de los gatos agresividad hacia las personas y otros gatos y eliminación inadecuada (fuera del arenero).

¿El adiestramiento puede ayudar a encarar estos problemas?
Por supuesto, pero el adiestramiento es solo una muy pequeña parte del tratamiento de un problema de comportamiento. Primero es necesario un diagnóstico del problema llevado a cabo por un veterinario especialista en medicina del comportamiento. Este diagnóstico puede conllevar la realización de pruebas ya que la mayor parte de los problemas de conducta tienen una parte fundamental contribuyente o causante el el organismo del animal. Dentro del tratamiento, que es siempre multimodal, la parte fundamental es el protocolo de modificación de conducta, basado en la teoría del aprendizaje animal y siempre respetando su bienestar utilizando técnicas amables y en positivo.

Si nos lee alguna persona que tiene un problema de comportamiento con su animal de compañía, ¿qué consejo le daría para dar con un buen profesional que le ayude?
Consultar siempre con su veterinario.

 

El perro que aparece en la primera imagen y en el vídeo se llama Max. Un animal estupendo, pero que por ser un pitbull lleva prácticamente toda vida en la perrera de Jaén.

«Es tranquilo, bueno, cariñoso. Tiene una leve cojera en una de sus patas traseras, fruto de una vida durmiendo sobre el frío suelo de un chenil, y con los años, sus huesos se resienten. Pero puede hacer vida normal». Busca una buena familia.

Contacto: ageraaproyectohogar@gmail.com 670 95 96 88

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