Este viernes 13 de abril fue el Día Internacional del Beso, pero me pilló con el pie cambiado. Os confieso que me di cuenta tarde de que quería hablar del tema, de los besos que damos a nuestros animales y que ellos nos dan.
No sé vosotros. Yo vivo con normalidad las demostraciones de afecto en forma de besos a mis perras y mi gata. A las perras a veces les ha caído algún beso mío en el pelaje, nunca en el hocico. A Maya, la gata, no; pero es que ella tampoco es de esas, irradia un nosequé felino que dice “caricias sí, pero no me arrimes ese morro de humano”. No es algo meditado, ni premeditado. Simplemente es lo que me nace hacer. Os confieso que tampoco con los humanos, con la única excepción de mi pareja y mis hijos, soy especialmente dada a los besos.
Troya es una perra que no nos da lametazos. A menos que le ofrezcas una mano bañada en algo rico, ella se apresta contra ti buscando caricias, pero nunca lame. Tampoco lo hace Maya. Mi otro gato, Flash, a veces sí que nos daba besos de lija. Tula no es nada exagerada lamiendo, pero sí que saca más la lengua a paseo.
Y no pasa nada, no me preocupa. Son nuestra familia. Son animales sanos, vacunados y desparasitados. Cuando a mí o a mis hijos otros perros con los que no tengo claro todo eso nos han ‘besado’ me he tomado en serio el lavado posterior de manos y rostro, pero no lo he impedido.
No vivimos en un mundo aséptico ni creo que sea bueno (ni posible) perseguir un mundo así.
Me gustaría que me contarais cómo es en vuestro caso. Y para calentar motores os voy a dejar con la respuesta de tres personas: una psicóloga, una farmacéutica y nutricionista, una pediatra infectóloga y una mamá pediatra y divulgadora. Gracias desde aquí a las cuatro por la respuesta, que ha sido un poco atraco. Me ha faltado algún veterinario.
Pedí unas pocas líneas sobre qué opinión les merecían los besos dados a los perros o gatos y los recibidos por ellos. En niños y adultos. Y entendiendo que son perros y gatos vacunados y en buen estado, claro.
Gemma Almena. Psicóloga.
Sobre los besos a perros y gatos, tengo que decir que mi opinión es muy subjetiva ya que nace del sentimiento de amor que me producen los animales en general y de los que nos alimentan el alma dentro de nuestra familia, en particular. Partiendo entonces de esta base, puedo decir que los besos a los animales y de los animales, no es que sean buenos ni malos, es que son inevitables.
El beso es una expresión de afecto y en la medida que seamos generosos con los seres que queremos, considero que resultaría muy difícil contener esa muestra aún tratándose de nuestra ‘mascota’. Cualquiera que haya disfrutado en su vida de la compañía de un perro o un gato (u otro animal doméstico) sabe con certeza que acaba convirtiéndose en un miembro más de la familia: les cuidamos, les hablamos, les alimentamos, les mimamos, les regañamos… ¿por qué no besarles?.
Si hablamos de higiene, entonces, entramos en el terreno personal de nuevo. Habrá gente que decida no hacerlo por ser más escrupulosa o por considerar que no es adecuado dar besos a «otras especies».
A mi me encantan los animales, tengo hijos y me resulta muy complicado restringirles las muestras de afecto a los animales que conocen y con los que conectan. Lo mismo me ocurre a mi. Demostrar amor es muy positivo, sea cual sea la especie a la que se lo brindemos.
Marián García, farmacéutica, óptica y nutricionista conocida como Boticaria García.
La saliva de los animales puede contener numerosos microorganismos patógenos que pueden ser transmitidos a las personas. Es lo que se conoce como «enfermedad zoonótica». Las más comunes son bacterias como campylobacter y salmonella o parásitos como tenias y anquilostomas.
Para reducir la transmisión de enfermedades, desde el CDC (Center of Disease Control and Prevention), recomiendan lavarse las manos con jabón y agua corriente después del contacto con perros, saliva de perro o heces de perro. Hacen especial hincapié en ayudar a los niños con el lavado de manos.
En principio, en una piel intacta la absorción de la saliva sería mínima. En la práctica, el problema reside en que los besos de la cara se producen cerca de zonas mucosas como la boca, la nariz o los ojos, donde la barrera es más débil y por tanto los patógenos pueden ser absorbidos de forma más sencilla. También favorecería la transmisión el hecho de que hubiera alguna herida o lesión en la cara (rasguños frecuentes en los niños o lesiones abiertas comunes, por ejemplo por acné).
Irene Maté, pediatra especialista en enfermedades infecciosas.
Personalmente no soy muy fan, también es verdad que yo soy infectóloga y veo bichos malignos en todas partes. Pero sí te diré que parece que el mero hecho de soplar la comida de tu hijo si tú tienes tendencia a tener caries (y eso implica estar colonizado por un determinado tipo de bacterias), aumenta el riesgo de caries en el hijo.
Amalia Arce, la Mamá Pediatra
Pues es un tema que nunca me he planteado seriamente… Así que no sé qué dice exactamente la ciencia. Sí que es verdad que existen infecciones por mordedura de perro o por arañazo de gato, pero no me consta patología por lametazo. Sí es cierto que una mordedura humana tiene más riesgo de infección que una de perro.
Difícil librarse de que un perro en un momento dado no te dé un beso de tornillo.
A mí personalmente si acaba de llegar de la calle de oler todo… me da un poquito de asco, pero creo que los beneficios inmunológicos, con el amorcito que te dan, superan los riesgos infecciosos, en caso de perros limpios, desparasitados y vacunados. Ya ves que se nota que tengo perro…