Un deportista es aquel que sabe que el triunfo del otro es también una recompensa: la de haber encontrado alguien mejor

Archivo de abril, 2008

Dos más uno a veces no son tres

En el tiempo del florentinato, cuando se hacían dinero (dicen) y estupideces a partes iguales, el Real Madrid fichó a David Beckham: un chico estupendo, disciplinado, algo faldero, eso sí, que fue, entre otras cosas, un modelo de adaptación a la vida española: ¡cómo largaba el tío en castellano, oiga! Creo recordar que Beckham jugaba por la derecha. En la derecha tenía el Real Madrid un crack: Luis Figo (¿habrá pedido disculpas al chaval del Zaragoza al que retiró del fútbol? No digo ya que le pase el 0,7% de lo que ha ganado, que tampoco estaría mal: disculpas, sencillamente…). Total, no hay problema: sacrificamos a Guti, como siempre, y a otra cosa (luego se extrañan de que el chaval no haya sido una estrella: con aquel presidente, lo meritorio es que siga jugando al fútbol). La cosa salió como salió: o sea, mal, para qué vamos a engañarnos. Los jugadores tienen un sitio, salvo los polivalentes, tipo Pablo García (¿se acuerdan?). ¡Qué peligro, madre…!

Todo esto viene a cuento de la próxima Eurocopa, la de la garrapata. Si hay un club que ha mimado a los chavales es el Barcelona, y ahí está, recogiendo unos frutos de ensueño: Leo Messi, Bojan Krikic, el denostado Giovanni dos Santos, que triunfaría en cualquier otro equipo… En el Barcelona de los éxitos Andrés Iniesta NO era titular: iba entrando en los segundos tiempos, cuando ya Deco había hecho su función demoledora, lo que los taurinos llamamos el toreo fundamental, y el equipo podía permitirse el lujo de adornarse. Un lujo, Iniesta, quién lo duda…

De ahí el clamor por su tirularidad. Ahí empezó el declive del Barcelona, pero ésa es otra huistoria, de la que no tien culpa alguna el duende de Albacete, uno de mis vicios (y de cualquiera que ame el fútbol).

¿Cómo es posible que ese mismo equipo se deje escapar a Cesc Fábregas? Por una cuestión de sentido común. Cuando llegó el maravilloso Guardiola se tuvo que ir Luis Milla. El trono de Pep tenía heredero: aquel chaval que deslumbró en el Mundial sub-20 de Nigeria en el que Casillas era el suplente de Aranzubíacosas veredes, amigo Sancho, que farán hablar a las piedras…!) Ya saben: un bajito de Terrassa que es un portento, el señor Hernández. Harto complicado era hacer convivir en un mismo diseño Xavi y a Iniesta: ya tener a los tres juntos era una ecuación insoluble para cualquier entrenador.

Salvo para nuestro seleccionador, jaleado por los fanáticos del tiqui taca.

Yo no puedo hacer otra cosa que sentirlo. Un equipo ganador es aquel que está equilibrado. Y que además tienen suerte: la que le faltó a Luis Suárez en Italia, a Clemente en los Estados Unidos y en Francia (¡ay, aquel autogol de Zubi…!) o a Camacho en Corea, con aquel egipcio que Dios confunda arbitrando (¿?).

Si Luis consigue equilibrar un equipo con tres talentos andando por donde Dios les dé a entender (porque la manija es de uno solo, el chico de Terrassa) ruego a la Academia de Suecia que le den el premio Nobel de Física. Habrá escrito el primer capítulo de la Termodinámica de la Imposible. Y eso, ni Ylia Prygogine…

El gato con botas

Se va Romario: ésa es la noticia del día. Si es que puede considerarse noticia que un hombre de 42 años, que nunca se ha cuidado en exceso, abandone la práctica activa del deporte.

Quizá se marche herido por haber tenido que sumar hasta los goles de juveniles para llegar a la cifra mítica: mil goles. La historia sólo contempla una hazaña semejante, reservada a algo parecido a dios nuestro señor, así con minúsculas para no ofender a nadie: O Rei Pelé. El rey de reyes el mejor futbolista de todos los tiempos, Edson Arantes do Nascimento, el 10 por antonomasia del fútbol.

La maldición de Romario es que nunca fue Pelé: nadie lo fue. Y, sin embargo… Se va un futbolista algo más que genial: un tipo distinto e inimitable. Decía Solari en El País que el mayor delito es no tener identidad, y estoy de acuerdo con él, matizando un poquito: pensar que sólo el Arsenal tiene una identidad futbolística es andar un poco tuerto. Pues bien, Romario ha sido identidad en estado puro: él y sólo él. Bajito y ariete, fue el inventor -o el recreador, que acaso es más importante- de todas las triquiñuelas para batir a un portero: rabonas, vaselinas de vicio, goles de puntera, cambiando la trayectoria del balón cuando parecía que ya no llegaba… Fue toda su vida un jugador imprevisible, y eso es, exactamente, le hizo pertenecer a la aristocracia de su actividad, fuera esta la que fuera. Romario supo siempre que hay instrucciones del entrenador para el resto de los jugadores, cosas que no iban con él, al modo en que los ángeles acaso no le hagan caso al director del coro. En su periplo español eso lo comprendió mejor Cruyff, que perteneció al grupo de los elegidos, que Luis Aragonés, que no en balde recibió el apodo del Zapatones. Entiendo a Luis: es la misma persona que casi le parte la cara a un niñato que hoy le adora, y que es uno de los mejores jugadores del mundo, Samuel Eto´o. Con Romario no tuvo tanta suerte: no pudo meterlo en cintura y lo echó del Valencia.

Valdano dijo de él, en frase memorable, que era n jugador de dibujos animados. Indisciplinado, original, distinto, a mí me recuerda al Gato con Botas: alguien capaz de hacer pasar al equipo al que sirve por el marqués de Carabás. Para los que no creen en los cuentos, como Luis, demasiado: la indisciplina se contagia… Para los que creemos en los cuentos se marcha alguien al que no podremos olvidar: el mismo dolor que sentimos cuando se fue Emilio Butragueño Santos, otro tipo que parecía jugar a otra cosa.

¿Y cómo no vamos a creer en los cuentos si hemos visto jugar a Romario? Que le vaya bonito al brujito brasileiro, al gato que ha colgado las botas, al hombre de los mil goles que nunca fue Pelé…

La voz de su amo

Ahora que nadie parece dudar de la pujanza del fútbol inglés, con tres semifinalistas en la Liga de Campeones, dos de los cuales tienen un ÚNICO máximo responsable deportivo, uno se pregunta quién inventó la figura del secretario técnico, del director deportivo, del segundo de a bordo a la sombra del presidente. Acierten o se equivoquen, tanto en Old Trafford como en Anfield Road hay un resposable del pasado, del presente y del futuro del club: Ferguson o Benítez. Y así les va, claro: uno tiene la Liga en el bolsillo y el otro llega a semifinales europeas por tecera vez en cuatro años. Igualico, igualico que el defunto su agüelico, diría la abuela de Agamenón, el personaje de Ibáñez: preguntarle al bueno de Rafa si le apetece volver a su vieja casa, la casa blanca, es hacerse candidato a una buena carcajada. ¿A qué? ¿A bailar con la más fea mientras la reina de las fiestas baila con Mijatovic?

Por si acaso, un técnico tan contrastado como Juande ya dirige de manera absoluta el Totenham. Se notará, seguro: para bien.

Es una enfermedad del fútbol español, con raras excepciones. Acaso, por decirlo mejor, es una enfermedad del fútbol español más pretencioso. Me gustaría saber qué pidió Víctor Fernández el año pasado tras la marcha de Milito: o mucho me equivoco o NO pidió a Oliveira. Pero vino el brasileño, que es bueno, que enreda en los vestuarios y que se estorba con el otro Milito: con su caché y todo eso. A media temporada Víctor se fue, porque (palabras textuales) se había confeccionado un equipo para estar arriba y andaban rozando la vulgaridad. Unos meses más tarde lo que rozan es el descenso, tras las espantadas de Garitano e Irureta.

Tampoco anda lejos del descenso el posible campeón de la Copa del Rey. Gran historial: el año pasado le hicieron la vida imposible a Quique a través de un perro de presa que ladraba en italiano y este año le han puesto de patitas en la calle: a él y a sus leales, los que no entendían de qué coño iba la sustitución. Me podían haber puesto en la calle a mi también. Vamos, que tampoco entiendo nada…

Desde luego sería un caso de justcia poética que dos históricos de nuestro fútbol bajaran juntos a segunda división. Méritos han hecho, desde luego: más quie el pobre Levante. Aunque, si bajaran a segunda, su primer problema sería buscar un director deportivo, ya se sabe…

Seis pinceladas

Son muchos días con las cervicales pinzadas y sin acercarme al ordenador. Han pasado muchas cosas, entretanto, y no es cosa de contarlas todas. Allá van media docena de apuntes.

1: Se llama Mireia y es una diosa en el agua. Encabeza una esperanza para la próxima olipiada como jamás la ha tenido este país, que siempre ha parecido de secano. No estará sola: la niña Villaécija, que ya parece una veterana, la veteranísima Nina, que parece una niña y ese tritón del Guadalquivir que va a dar tanta guerra. Se acabó conformarse con algún finalista o con lo que hagan aquellos chicos americanos que eran hijos de un médico maño: esta vez parece que va en serio.

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2: Los que tenemos una edad vimos la gesta del Getafe en el Coliseo, con la Casa Real haciendo vida de barrio (como debe ser) con el corazón en un puño: no se nos iba de la cabeza aquel churro de Schwarzenberg que se comió el bueno de Reina en el minuto 119 y que dejó al Atlético de Madrid sin una Copa de Europa. El Geta estaba dando un baño al Bayern de Munich: el mismo maldito Bayern de todas nuestras pesadillas. Once internacionales contra once chavales, la mitad de los cuales jugaban el año pasado en segunda B. Once no: diez. Tuvo que llegar el gol de Ribery y la prórroga: nos matan, seguro. Y en cinco minutos, 3-1. Ni Kaká ni Cristiano Ronaldo: Casquero, que no valía para el Sevilla, y Braulio, que no valía para el Atleti…

Machos, pero era el Bayern… Menos mal, le comenté a un amigo, que tenemos al Pato. ¡En qué momento lo dije! El fenomenal portero argentino decidió cambiarse la «a» por la «u»: un puto fallo inconcebible. Y, en el mismísimo minuto 119, el tercero: sin merecerlo pero sin apelación.

La eliminatoria Getafe- Bayern es lo más grande que le ha pasado al fútbol español este año: nunca mejor que ahora para recordar aquel verso de Kipling que explica que el fracaso es un impostor. Esperemos, por seguir con otro poema, otro milagro de la primavera…

3: Porque el titubeante Barcelona es el único equipo no británico que está en semifinales de la Champions League. ¿Otra vez la Armada invencible y la pérfida Albión? ¿Será tan manta Rijkaard como el duque de Medina Sidonia? ¡Quién sabe…!

Recojo una idea de Valdano: la defensa del Barcelona la componen los titulares de las selecciones italiana, argentina, española y francesa (aunque a mí el que me gusta es Silvinho). Y que nadie se ría con lo de la española: estoy hablando de ese cruce entre Hierro y camacho que se llama Carles Puyol, el grandísmo Carles Puyol. Conectando, Iniesta y Xavi: ya está dicho todo. Salvo que nadie va a saber hacer el papel de Deco, salvo deco, que parece no estar por la labor. Delante ha vuelto Messi. Lo repito: Messi. Y está casi a tope el dios de ébano, Samu, don samuel Eto´o. ¿Quién dijo miedo?

Yo no, desde luego. Ni Manchester, ni Chelsea ni Liverpool tienen mejor plantilla. Nos pueden ganar: los tres. Y podemos ganar a los tres. me encantaría ver esa Copa por Canaletas, por muchísimas razones. Entre ellas, para acompañar la gesta del Getafe con algo menos amargo.

4:¿Hay algo que decir de la Liga de las estrellas? Cuando el líder destacadísimo consiguió aprovechar un fallo de un defensa del descendidísimo Murcia todos miraron el reloj: que se acabe esto cuanto antes, Dios mío… habrá que empezar a hablar de la liga de los candiles…

5: No ha habido manera de ver en abierto la final de la Copa Uleb entre dos equipos españoles: al menos lo vieron en Catalunya, de donde son originarios los finalistas, Joventut y Akasvayu. Pero ya tienen bemoles que nos lo hayamos perdido los demás. Sucedió lo que estba previsto: los verdinegros de la Penya están haciendo caja de títulos antes del previsible desguace veraniego. Algo saldrá de allí: al menos mientras las cosas sigan en manos de Aito y de Jordi Villacampa. ¡Enhorabuena!

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6: Han vuelto Joselito y Belmonte. España anda dividida entre la osadía escalofriante del pasmo de Mallorca, Jorge Lorenzo, y la rigurosa trazada de la emnte mejor amueblada del motociclismo mundial, Dani Pedrosa. Que no llegue la sangre al río: son dos fenómenos y llegan justo en el ocaso de Rossi. Que cuiden sus venerables cenizas, capaces aún de dar zarpazos, que se atrincheren cuando despierte el australiano Stonner y que ninguno de ellos se deje la piel en un circuito, y menos en un adelantamiento entre ellos, tan picados, los chavales… Que no olviden que la vieja rivalidad de los diestros acabó cuando uno de ellos murió en Talavera de la reina. Que es,por cierto, la ciudad natal del próximo terremoto, Alvarito Bautista