Un deportista es aquel que sabe que el triunfo del otro es también una recompensa: la de haber encontrado alguien mejor

Archivo de enero, 2008

Me encanta la Copa

Ya tenemos dibujados los cuartos de final de la Copa del Rey. Pese a quien pese, en la Copa no hay sorpresas: han caído dos de los cuatro equipos que comandan la clasificación liguera y los otros dos han pasado con más pena que gloria. ¡Me encanta la Copa!

Me encanta la Copa porque es otro territorio, más fresco y más igualitario. Cualquier equipo puede, en un sólo partido, desmantelar las diferencias de clase y presupuesto: intervienen la garra, el descaro, el deseo, el talento táctico… Y, naturalmente, la suerte. A los patitos feos pueden salirles alas blancas. Y eso es, exactamente, el fútbol.

Cayó el Real Madrid. Y no sin grandeza. Hizo un buen partido y despejó algunos mitos. Por ejemplo, el de su supuesta pegada. Ayer no existió y parece probable que la conexión argentina Higuain-Saviola visite a un psicoanalista de aquí a poco: no les sale nada (pueden pedirle las señas del suyo al Caño Ibagaza, autor de un gol de antología). Hasta se resbalan en la cara del portero. Se espera que los madridistas no se quejen de la notable inspiración de Moyá en este enfrentamiento: ellos conocen como nadie el sabor de la victoria gracias a contar con un porterazo.

Cayó el Espanyol y la noticia es el retorno del Jedi: el viejo rey de copas bilbaino fue capaz de remontar un gol en Montjuich. A mí esta eliminatoria me pilló con el corazón partío. Pero siempre es una gran noticia, para todo el fútbol español, la resurreción del Athletic Club de Bilbao, el de la limpia tradición.

Cayó el campeón, el Sevilla, a manos del Barcelona. Firmaron un rácano enmpate a cero goles. A base de empates y postes y mucho Valdés se puede llegar a la final: pero parece poco para el Barça. Esperamos noticias. Las ausencias pesaron, ya lo creo: sobre todo en el lado hispalense.

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La misma racanería que dio el pase al Atlético de Madrid, que juega mientras tiene gas pero anda con lo justo. La suerte le sonrió en Valladolid pero la suerte, como el genio, es intermitente.

Pasó el Rácing marcando cuatro goles al Zaragoza: una vez más la debilidad de los cuartos traseros del equipo del Ebro se ha pagado cara. Ahora convendría examinar cuánto dábamos por el equipo santanderino al empezar la Liga, sin Zigic: y ahí están, en puestos europeos y en cuartos de final. ¡Fantástico!

Tenía que remontar el Villarreal ante el Recre, y lo hizo, demostrando su veterano asentamiento entre los grandes. Grandes jugadore y gran equipo. Se presenta una eliminatoria de dulce entre los amarillos y los baugranas.

Quien más fácil lo tenía era el Getafe ante un Levante que ya había encajado tres goles. Un partido económico y un nuevo triunfo, sin demasiada historia.

He dejado para el final al Valencia. El equipo levantino se jugaba más que los demás: se jugaba el año entero. Y se lo va a seguir jugando, proque pudo con el Betis. Es un grande: venido a menos, pero un grande. Y su única puerta para llegar con alguna dignidad a final de temporada es este torneo

Víctor o victoria

Ya lo han echado. El entrenador de seda, uno de los hombres más capaces del fútbol español, ha caído en su propia casa, la que él hizo grande no hace tanto. Se une a algún otro grande: a Vicente del Bosque, por ejemplo, otro hombre de la casa que hacía jugar al equipo un fútbol exquisito, que llenó de títulos las vitrinas de su casa y que ahí sigue, esperando el santo advenimiento que nunca llega: alguien que prefiere las razones del vestuario a las de los señores del Davidoff está condenado.

Se va porque, al parecer, no sabe negociar un vestuario latoso. A mí no me gusta ese vestuario, y creo que a Víctor Fernández tampoco. Pero el proyecto es bueno, y ojalá sepa llevarlo a algún sitio Ander Garitano. Cualidades no le faltan: galones sí.

La verdad es que, mirando las plantillas, el Zaragoza no está demasiado lejos de su sitio. Debería tener algunos puntos más, pero no tiene la solidez del año pasado atrás, porque tampoco están Gabi Milito y Piqué. Le ha faltado fortuna, pero la fortuna va y viene. A los directivos, en mi opinión, les ha faltado paciencia, que es una forma nada usual de talento. La verdad es que podían haberse mirado en el espejo del Valencia: para ese viaje no hacían falta alforjas.

Siempre lamento que se vayan los entrenadores buenos de verdad. Suerte, maestro.

Anatomía de un campeón

Terminó la primera vuelta: buen momento para hacer balance. Lo cortés es hacerlo por arriba: sobre las muchas penas del Levante hablaremos otro día. Así pues, vamos a ver un poco más de cerca al Real Madrid.

Cuarenta y siete puntos. Que son muchos. Y siete de ventaja al segundo. Quizá no hayamos caído en una cuenta: de haber ganado el Barça al Madrid en el Camp Nou la diferencia sería de un punto. Quiero decir que también el equipo catalán está haciendo una campaña estratosférica. Lo digo por las inercias; esta Liga, la española, se gana al final.

No necesitará el equipo blanco repetir en la segunda vuelta una campaña tan eficaz, lo que le llevaría a 94 puntos: es probable que con 85 se gane al final. Eso obligaría al Barça a acumular 45 o 46 puntos, que también son muchos. Pero todo es posible. Sólo el Atlético de Madrid parece en condiciones de llegar, a través de una segunda vuelta de asombro, a los 48 puntos que ahora mismo precisa: pero tendría que ser el Atleti de la primera media hora del domingo, no el equipo amedrentado de la siguiente hora. Y, de momento, no lo veo. Así que una vez más el duelo está servido. Pero el Madrid parte con notable ventaja. Nadie como sus aficionados para saber en qué quedan las ventajas cuando el que va primero se arruga y el segundo arrea: les basta recordar el año pasado.

Aunque demasiadas veces no lo parezca, el Madrid tiene un gran equipo. De la portería ni hablamos: cabe esperar que Casillas sepa aguantar tanto halago y conservar ese espíritu de chaval de barrio que tanto le embellece. Por lo demás, es un superdotado.

Es clave en la defensa Cannavaro, que es uno de esos defensas que hace jugar bien a los demás. Es, de nuevo, el de hace dos años: los mundiales a alto nivel los paga todo el mundo. Pepe parece una estrella emergente por sus cualidades y por su carácter: desde la dupla Hierro-Sanchís no había encontrado el equipo blanco garantías en esa región tan delicada. Ramos es un fuera de serie. Debe cuidarse de los cantos de sirena: un hombre tan dotado sólo tiene un espejo en el que mirarse, y es Paolo Maldini: el que tiene pelo, para entendernos. Para la izquierda puede optar el Madrid por un lateral solvente (Heinze) o un carrilero de futuro (Marcelo). La polivalencia de Torres, los últimos servicios de alguien tan comprometido como Salgado, al que el madridismo debe un homenaje y la esperanza de que Metzelder aparezca como aquel seguro central de la selección alemana completan una defensa espléndida.

Todas las dudas aparecen en el centro del campo. Ha optado Schuster, después de un arranque con música, por los resistentes: músculo y compromiso al servicio de una idea, que es impedir el juego del otro. A veces lo consiguen, pero son jugadores llamados a otra cosa y están confusos. Está confuso Gago, lo está Snejder… Más cómodo, en su papel de guerrillero, se encuentra Julio Baptista: uno de ellos tendrá que hacer las veces de Diarra, y ninguno tiene vocación. Y falta luz. Desde que Guti está en el banquillo Raúl se mata a correr pero no juega un pimiento, no sé si lo han observado. Una vez más la leyenda de la fragilidad de Guti, que sólo sirve para aumentar su ansiedad y, en consecuencia, su fragilidad. Raúl nunca pedirá el carné de señorito que va por libre: ése lo tiene, y está en buenas manos, Robinho. La corona del edificio es un jugador desahuciado en su equipo, el United, y en su selección (¿dónde tendrá los ojos Van Basten?): Ruud Van Nistelrooy. Un delantero de raza: colocación, instinto, talento para caer en banda y remate.

Y sin relevo. Soldado no juega, Saviola tampoco, lo que hace que lo poco que pesca, porque sigue siendo una ardilla desmarcándose, no sepa meterlo. Y falta Higuain, un talento sin sitio: digamos que es tarea del entrenador hacérselo. Me alegra que Drenthe empiece a aparecer: hay mucho futuro en ese chico.

Si las cuentas le salen bien al equipo blanco, si es capaz de llegar a las finales que le faltan, jugará más de 30 partidos todavía y llegará sin resuello a la fase final de la Liga. Le queda como consuelo saber que si las cosas le salen bien al Barça…

Cualquiera de los dos puede entrar en deuda de oxígeno. Pero no se puede comparar lo que tiene el Barcelona arriba con lo que tiene el Madrid. Lo de las Ramblas es más y mejor. El Madrid depende demasiado de ese marqués de Bradomín holandés, tan certero: y eso es malo.

De leones y africanos

Joaquín Caparrós debutó en los primeros niveles del fútbol español con un equipo, aquel Sevilla en el que aún no creía nadie, con el que no cabía ninguna duda: si jugabas contra él tenías un problema. El resto es conocido por todos: el equipo hispalense tuvo una crisis de crecimiento perfectamente solventada por Juande Ramos, Caparrós viajó a Coruña para comprobar que a Lendoiro le habían cambiado la chistera y ya no le salían los juegos de magia y terminó recalando en la catedral del fútbol español, San Mamés.

Por lo que vimos ayer, los equipos que jueguen contra el Athletic Club de Bilbao ya saben que tienen un problema. ¿Estamos, tras jugarse la primera vuelta, ante un equipo de Caparrós? Me pareció que sí. Quizá para examinar la ola de fe que sacude el Bocho habría que haber visto enfrente a todo el Sevilla, y no a su versión descafeinada. Faltaba la triple K africana, que es mucho, muchísimo: Keita, Koné y Kanouté. La letra venía con desgracia, porque tampoco estaba Kerzhakov. Ni el delantero más inspirado del momento, Luis Fabiano. Ni, puestos a llorar, Dragutinovic. Y además expulsaron a Escudé: y no seré yo el que critique al árbitro, que creyó entrever una venganza del central francés sobre Aduritz. Nadie podrá reprocharle nada al equipo sevillista, que con semejantes ausencias nunca perdió la cara.

El sitio sí. Sobre todo por la zona de un excesivo Alves, que me rocordó al Roberto Carlos de sus mejores tiempos, dejando al desnudo una banda, la suya, por la que entró una y otra vez un lateral que lleva camino de ser importante, David López. Me gustó ver la seriedad de Amorebieta, la consolidación de Koikili, la inmensa clase de Yeste, el descaro de Markel Susaeta, el trabajo descomunal de ese ariete de corte metalúrgico, tan del estilo de la ría, que se llama Aritz Aduritz…

Me gustaron muchas cosas en el Athletic de Caparrós. Un equipo que ya ha pasado, espero, al plan B de su entrenador. es decir, que además de ser un problema para el contrario por su orden y su capacidad de lucha, juega al fútbol.

Pero los leones son, sobre todo, africanos. Por si alguien lo dudaba, el único testigo que quedaba en nuestra Liga, Samuel Eto´o, sembró el terror en el modesto safari murciano. Dos goles más, van cinco, si no me equivoco, y apenas ha jugado: a ver si le dan el puñetero Balón de Oro de una santa vez. Lo merece. Aunque sea ex-aequo con Casillas: probablemente a ninguno de los dos les importase. Por lo demás, el barcelona demostró que dispone de recursos casi infinitos para afrontar sus problemas. Nadie puedo detener a Henry, que se hinchó a asistir a unos delanteros que vuelan. y marcaron Bojan y Gudjhonsen, además de la maravillosa pantera del Camerún. Si además Valdés le aguanta a Baiano lo que le aguantó en la única ocasión murciana de la segunda parte, atentos: estamos ante una gran segunda vuelta.

A disfrutar.

Poco juego dan los viernas: vísperas de la esencia del deporte, que es la competición. Podemos aprovechar para hacer algunas reflexiones. Porque estoy asombrado: quizá no haya muchos comentarios en este blog, pero son de mucho nivel. Gracias y me descubro, blogueros.

Quiero citar a quienes me han tirado de las orejas con exquisita educación, en primer lugar: un lector me explicó que Reina no es campeón de Europa (lo es Dudek en su lugar, y menudo partidazo hizo el polaco) y otro me corrigió un error de bulto, al situar al Murcia en la división de plata. De oro, y por muchos años. Y pido mil perdones.

Brava gente la que se anima ante un comentario elogioso de su equipo, sea el Iurbentia bilbaino o el Atleti de tanta gente, en esepcial de Edu.

Y brava gente la que se pregunta por el destino de la Copa de España. Alguien me propone una comparación con la inglesa. No la hay. Los británicos están a a punto de morir de éxito, porque ha entrado gente (y dinero) en su feudo. Y la gente puede entender el espíritu inglés, pero el dinero no. Antes de que caiga la última perla del Imperio, que es el fair play, me gustaría decir que con el deporte británico me pasa como con el cerdo: me gustan hasta los andares. Para este país de nuevos ricos deportivos, de señoritos (los hemos hecho nosotros, las cosas como son) cualquier receta que: a) potencie la competición y b) descargue de partidos a los equipos me parece excelente. No hay que olvidar el tamaño desmesurado de nuestra Liga. Así que una competición a partido único, en la que sólo se produciría un segundo encuentro en caso de empate, y cuyo campeón tuviera sitio propio en la máxima cita del fútbol europeo, que es la Champion’ s League, me parecería un acierto.

Por cierto: que alguien me explique qué sentido tiene haber eliminado la Recopa, que era un premio autónomo, razonable y muy adecuado. Nunca faltaban a esa cita media docena de caníbales de primer orden. Sobre todo si se reduce la participación en Liga de campeones a los dos primeros de cada país importante y al campeón de los que tienen menos historia y un fútbol menos competitivo. En fin, la pasta, claro…

Todo esto está trazado así, muy a vuelapluma. Espero que sirva para acompañar a los que se aburren y para dar las gracias a quienes entráis en esta página, que es la vuestra. Un abrazo

La cornada de Copa

Se ha jugado la primera jornada de los octavos de final de la Copa del Rey. Ya sin monaguillos: todos los cardenales remangados y dándole a la bola. Aunque muchas de las diócesis enviaron al obispo auxiliar: hay que reconocer que al torneo del K.O. no se le tiene el debido respeto: ya veremos que pasa a la vuelta, cuando ocho equipos pierdan el billete para la próxima estación.

Uno, prácticamente, lo ha perdido ya: el triste Levante, que fue derrotado a domicilio por tres a cero. Enfrente estaba el finalista de la Copa anterior, que tenía que lamerse las heridas de tres estocadas recientes, recibidas de mano de su viejo capitán Vivar Dorado, ejerciendo de Alatriste. Comparte el colista el dudoso honor de caer fuera de casa con su vecino, el Villarreal, un submarino que navega con dificultad por las recrestivas aguas de Huelva, y con el Real Madrid, que disfrutó de un arbitraje muy aseado, que asignó ausencias de intención a un par de derribos en el área. Fue muy interesante comprobar que el Madrid practica un juego muy poco interesante: se ha atascado. No es que arriesgue, es que no está seguro de los terrenos que pisa. Eso, en los toros, es garantía de cornada.

Le sucede lo contrario al Valencia, de creer lo que vimos en el primer tiempo. Fue el único equipo capaz de ganar fuera de casa, y tiene medio pie en cuartos. Justo en un año de transición en el que han ejecutado a todos los peones de Quique: la Copa puede ser un gran remedio para tanta amargura.

Hubo cuatro empates. Ficticio el del Manzanares, con Forlán disfrazado de rey mago y regalando cositas a los niños del Pisuerga. Injusto el de la Romareda, pero ya se sabe que al equipo de Víctor le ha mirado un tuerto este año. Razonable el de San Mamés entre dos equipos coperos y antañones: un Athletic sin demasiada puntería frente a un Español que se dosifica y que es muy eficaz. Y espléndido el del Sánchez Pizjuán entre dos máquinas de jugar al fútbol: dos que se han desatascado, por seguir con el ejemplo anterior.

Hay, por tanto, seis eliminatorias con los dos púgiles intactos. No digo que Valencia y Getafe hayan pasado, pero tienen al rival contra las cuerdas. No hay que hablar sólo de falta de mérito de los grandes: en la primera división española todos juegan, y algunos muy bien. Puede acabarse la mala racha zaragocista en cualquier momento, puede el Mallorca seguir dictando lecciones de buen juego, puede…

Vamos, que hay que frotarse las manos: quedan los partidos del vuelta. En algún caso, partidazos. Allí estaremos.

¿Servicios médicos?

La Liga es larga: es lo único que todos sabemos de una liga cuando comienza. Ahora, cuando se ha recorrido la mitad del camino, la liga sigue siendo larga. Muy larga.

Y hace falta mucha gente para afrontar tantos partidos. A veces los patitos feos, los deshauciados, encuentran un resquicio, salen a escena y demuestran más condiciones que el galán de cartelera. Pero no es frecuente.

Mucha gente en forma, claro: nada de lesiones, salvo las que inevitablemente se producen en el campo.

¿Alguien me puede explicar qué pintan los servicios médicos de un equipo que invierte la tira de millones en jugadores irredentos, como Woodgate, o francamente frágiles, como Metzelder o Heinze, mientras le ponen objeciones a un autñentico toro como Gaby Milito?

La liga es larga. Y siete puntos parecen mucho. pero sólo lo parecen. Si el líder tiene que afrontar la cuesta de enero como cualquier español, con telarañas en el bolso, con Salgado, Torres y Marcelo como reyes del mambo, veremos lo que pasa.

Hoy sabremos algo. Tiene el primer examen frente al Mallorca. Y luego, la liga. Que se les va a hacer muy larga, me temo.

De indios y periquitos

Pasan muchas cosas en esta Liga. Por ejemplo, no hay más que un equipo vasco en ella. Es un tema que da mucho de sí: pero hoy vamos a hablar de otros vascos: de los que se sientan en los banquillos de los segundos (por el número de socios, que nadie se enfade) equipos de Madrid y Barcelona. En este caso, por el puesto que ocupan en la tabla, de Barcelona y Madrid.

En el banquillo españolista se sienta Ernesto Valverde. El Txingurri. Un extremo hábil y rápido, que saltó a la fama en el Español de Clemente, aquel que jugó una final de la UEFA a doble partido y ganó en casa por tres a cero el partido de ida. Luego perdió la final, en una de las noches más tristes y más absurdas que recuerdo. Repasando los nombres de aquella plantilla, aquello fue una hazaña. Ernesto pasó la acera, se fue al Barcelona, con Soler, y volvió más tarde al Bocho. Allí se hizo entrenador: tuvo un paso brillante por el primer equipo y luego fue defenestrado. Cosas del fútbol.

En el Español está triunfando de modo clamoroso. Ahí está la campaña del año pasado, con una brillantísima presencia en Europa (a la tercera irá la vencida, digo yo). Y aquí está la campaña de este año. Su fútbol es orden y velocidad: ¿hay quién dé más? Lo dudo. Hay orden si cada uno ocupa su sitio, como en una orquesta, y hay velocidad si hay talento. Los que sostienen el equipo saben que el gol va a llegar si Iván conecta con Raúl o Luís, y los magos de las portadas saben muy bien que lo suyo vale porque la banda suena, porque la base rítmica la llevan como nadie Torrejón o Jarque, el viento es cosa de Zabaleta y en la cuerda está Moisés, por ejemplo. Hacer un equipo es la primera tarea de un entrenador. Bien, por lo visto hasta ahora, el Español es un espléndido equipo. Algo corto de repuesto, eso sí. Y la Liga es larga.

El Atlético de Madridestá en manos del vasco Aguirre: un mejicano por el que sólo se puede apostar en largo. Ya demostró en Osasuna sus calidades de corredor de fondo. Yo creo que se ha impuesto la cordura y se ha mantenido al técnico, a pesar de que en la campaña anterior el equipo anduvo por debajo de lo esperado. Los fichajes de este año han configurado un equipo temible, al menos sobre el papel. Ahora está demostrando serlo también en el campo. El equipo está bien trabajado y es muy armonioso, gracias al equilibrio que proporciona un chico fundamental llamado Raúl García. Arriba está el Kun. Pero la mejor demostración de esa armonía que tanto fruto va a dar no está en el gol del pequeño diablo argentino, sino en el primero, el de Forlán, en Riazor; una subida por la banda del exquisito Antonio López, un amago de Agüero y un delantero centro en su sitio, marcando a placer. Dado que hay profundidad de banquillo, que hay recambios de lujo para los lujos como Simao, estoy bastante convencido de que la segunda vuelta de este equipo va a ser fantástica.

Espero que todos lo veamos.

Fiesta

Gloria a dios en las alturas:/ recogieron las basuras/ de mi calle, ayer a oscuras/ y hoy sembrada de bombillas… Sobre la sabia voz de Serrat han caído cuarenta años: ayer se rompió la tregua navideña, por fortuna, y ojala haya servido para bendecir un poco la rutina de todos los días, para recobrar el suave y amable pulso de los días, con sus angosturas y su invisible felicidad. De momento ha vuelto la Liga: esto va en serio.

Tan en serio va que el Pamesa le dio un correctivo al Joventut de mi alma, aunque nunca sorprende la capacidad de hacer daño del gran equipo valenciano, y el Estudiantes tomó algo de aire a cuenta de los chicos de León, algo lejos de reeditar las hazañas del viejo Elosúa, mientras el Tau sigue a lo suyo, aunque sea aprovechando los trenes baratos, que en este caso eran un par de ausencias del buen equipo granadino.

Y llegó el fútbol. Tan en serio que el Barcelona hizo las cosas como Dios manda y ganó en el Ono Estadi. En Mallorca, si no está Dani Güiza, las manzanas están un poquito más verdes y del equipo blaugrana siempre se puede esperar un rayo mortal. O dos, si juega Samuel.

La fiesta, sin embargo, se produjo cerca del barrio de Joan Manuel: en Montjuich. Español y Villarreal nos proporcionaron un primer tiempo inolvidable. Fútbol en estado puro, con apoyos cortos y sumamente inteligentes en los castellonenses, muy estudiados y capaces de romper el espinazo a cualquier equipo. Para contrarrestar semejante diluvio de juego los catalanes dispusieron un equipo perfectamente ordenado, paciente atrás, cerrando todos los huecos, de manera que el submarino amarillo parecía tener tapados los tubos de los torpedos. Parecía, realmente, un tigre con bozal y guantes de acero. La segunda parte de la respuesta blanquiazul tiene que ver con una capacidad de combinación eléctrica, con Iván mandando balones al primer toque y alguno de los jugadores más inteligentes de España para recogerlos. La jugada a tres toques entre De la Peña, Tamudo, Luis García y otra vez Tamudo fue de antología. Y, eso sí, con gol: algo que no figuraba en el diccionario del Villarreal. No está Forlán y no estaba Nihat: y eso se nota.

Como se notó en San Mamés la marcha de Valverde. Me encanta la capacidad del equipo de Barcelona para recoger todo lo que les sobra, al parecer, a los demás, y demostrar que era de oro. Y, además, usando la cantera, que es formidable. Toda una lección la del humilde equipo periquito, esa segunda opción de las grandes urbes que cada vez me gusta más. Y que va camino de convertirse en una leyenda.

El santo de cara

Sé que el patrón de Madrid es San Isidro, pero no conozco al de Móstoles. Dede luego es un monstruo: todos los esfuerzos de la Pilarica para que el cielo se mostrara neutral han fracasado.

No es el primer partido que el líder de esta Liga gana así y, desde luego, fue la tónica de la temporada pasada. Pero el Madrid había demostrado en casi todos los partidos mejores hechuras que las de esta noche: pasado los cinco primeros minutos, siempre engañosos, los de blanco empezaron a jugar (?) a una cosa incomprensible, con balonazos largos para que se lucieran Ayala y Sergio. Alguien les debió echar la bronca, porque empezaron a tejer (?) en corto. Y ahí apareció todo el poderío del Zaragoza, robando balones a diestro y siniestro. Sobre todo a diestro,la zona que ocupó de modo prodigioso Sergio García, que se hinchó de crear peligro. Como arriba tienen los del Ebro dos cojos, Milito y Oliveira, Casillas recordó al coronel Aureliano Buendía delante del pelotón de fusilamiento.

Ahí es donde intervino el cielo. Casillas, San Iker evidentemente, lo paró todo. A todo esto, su equipo seguía jugando como un pollo sin cabeza, en acertada frase de mi amigo Fidel. Y en el banquillo estaba Guti: observando el naufragio de Snejder, que no es jugador para echarse el equipo a la espalda, al menos por ahora, y de Baptista, que sólo podía aportar fuerza. La que le sobraba al equipo de Zapater o de Diogo, pongo por caso. Una vez más, el esfuerzo de los jugadores no tenía sentido, porque el sentido del juego de un equipo, cuando juega en casa, cuando debe dictar las normas, cuando es líder, lo tienen que dar los grandes talentos. Como he dicho alguna vez, el Milán sin Pirlo se parece mucho al Bari.

Bien: las cosas empezaeron a recomponerse en el segundo tiempo. salió el rubio, falló un par de pases y la grada se abstuvo de gritar. Milagro. Y, poco a poco, el magnífico Zaragoza de Víctor empezó a pagar su esfuerzo, la gente de contención subió algo más de lo debido, como si estuvieran ante un toro muerto, y empezaron a notar que el regreso era muy caro. El Madrid hizo circular el balón, que era lo que necesitaba, y el Zaragoza se encontró con la emjor edición de Robinho, missing duranet buena parte del partido, buscando tréboles de cuatro hojas junto a Raúl y Van Nistelrooy. En el primer gol arrancó por su banda contraria, solo, se fue con un autopase y se encontró a la dupla en su sitio, cada uno en un palo: sólo tenía que elegir. Eligió al holandés y ahí se acabó todo.

Porque el equipo maño se vino abajo, Aún nos estábamos preguntando cómo había podido sobrevivir el Madrid al semejante baño cuando Robinho volvió a arrancar entre nadie, llegó al área y eligió firmar el autógrafo él mismo, como correspondía.

Nada que objetar: ganó el que metió dos goles. Pero el Madrid no puede exhibir las carencias de este partido en ningún otro: tiene jugadores, recambios, recurso para ser quien proponga a qué se juega, cómo y dónde. En la noche de Reyes todo eso lo hizo el Zaragoza.

El resto fue cosa del santo patrón de Móstoles.