Quizá sepan que hay ciertos animales cuya mención puede tener connotaciones negativas. Uno de ellos es el buitre, ave carroñera y apelativo para individuos que se aprovechan de la desgracia de otros. Una mala fama injusta, teniendo en cuenta la función fundamental de estas aves majestuosas. Prueba de ello es el problema sanitario que originó la desaparición de estas carroñeras en India entre 1992 y 2007. Fue la mayor tragedia para la conservación de un ave jamás registrada.
Nadie sabía lo que estaba ocurriendo y no eran capaces de localizar al responsable de ese descenso tan atroz. Finalmente, tras muchos estudios, un equipo de expertos descubrió al culpable: el diclofenaco, un fármaco común usado en ganado que causaba intoxicación en los buitres tras ingerir su carne. La prohibición del diclofenaco fue inmediata. No obstante, hoy en día estas valiosas aves siguen sin recuperarse en India. La semana pasada se daba a conocer el primer caso de intoxicación por diclofenaco en Europa que ponía en alerta a los conservacionistas. Ha ocurrido en España que hasta ahora ha sido un lugar relativamente seguro para los buitres.
Al tiempo que en el país asiático los buitres morían de manera masiva, España se convertía en un refugio para estas aves. Aquí, las familias de las cuatro especies de buitres que residen en Europa no han dejado de crecer hasta el punto de que podemos presumir de contar con las mayores poblaciones de buitres de Europa. Mientras el buitre negro sigue disminuyendo en el mundo, nuestro país ha observado un crecimiento ejemplar: de 290 parejas en los años 80 a más de 2.000 parejas en la actualidad, lo que supone el 98% de la población europea, una enorme responsabilidad.
Este crecimiento ha sido posible en gran parte gracias el Proyecto Monachus para la conservación del buitre negro liderado por GREFA (Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat). Dicho proyecto tiene como objetivo aumentar el área de distribución del buitre negro a través de la formación de corredores biológicos que les permitan reconquistar áreas de su distribución histórica. Así, buitres negros con acento andaluz vuelven a volar en países donde se habían extinguido como Portugal y Francia. Al mismo tiempo, en España siguen aumentando sus poblaciones con nuevos enclaves como se confirmaba la semana pasada con la primera población reproductora de buitre negro en el ámbito pirenaico, un logro histórico.
Nuevas amenazas para los buitres
Todos estos datos deberían hacernos sentir orgullosos del enorme trabajo que están haciendo las organizaciones españolas en su recuperación y protección. Sin embargo, también debemos prestar atención a las amenazas que continúan presentes y a las nuevas amenazas como el diclofenaco. En efecto, el fármaco que causó la tragedia que menciono en el inicio de este texto y que fue prohibido en muchos países por sus efectos mortales, todavía no ha sido prohibido en España. Los expertos ya anunciaban hace años el riego de no prohibir estos fármacos para las poblaciones de buitres, pero ha sido recientemente cuando esta sospecha se ha materializado de una forma trágica: un joven buitre negro moría por intoxicación con diclofenaco, la primera vez que se detectaba una intoxicación de este tipo en Europa. “Ha sido un crimen, y miles de carroñeras más podrían morir”, me contó con preocupación Ernesto Álvarez, presidente de GREFA que añade que no entiende el uso del diclofenaco en este país existiendo alternativas no tóxicas e igualmente efectivas.
Seguimiento determinante
El seguimiento de los buitres marcados con GPS ha sido determinante para el éxito del proyecto Monachus, me comenta Ernesto: “gracias a que marcamos todo y hacemos un seguimiento exhaustivo, podemos conocer los factores limitantes como el veneno, electrocuciones o el diclofenaco y podemos actuar rápidamente para minimizar esos riesgos a través de acciones concretas». Acciones como la modificación de torres de alta tensión o la identificación y sanción ejemplar a los envenenadores han conseguido salvar miles de buitres negros. Ahora continúa una lucha para que el diclofenaco no se convierta en un fármaco innecesario para estos beneficiosos animales.
La desaparición de los buitres en India originó una crisis sanitaria sin precedentes, los perros y ratas se multiplicaron descontroladamente y se convirtieron en portadores de toda clase de enfermedades. Una de ellas fue la rabia que mató a más de 47.000 personas. “Las carroñeras son las grandes limpiadoras del campo, su capacidad de procesar cadáveres y su eficiente sistema digestivo impiden la transmisión de enfermedades, esa función ecológica debería ser una razón solida para defender a los buitres, especialmente ahora que conocemos las consecuencias de una pandemia” concluye Ernesto.
En un mundo cada vez más artificial, España puede y debe presumir de sus espacios verdes y su biodiversidad, somos un oasis para los buitres europeos que escogen nuestro país como residencia permanente, no como los alemanes en Mallorca. Es un enorme orgullo para los que amamos a los animales. Sin embargo, lo ocurrido en India debe ser un aviso claro de nuestra gran responsabilidad para que la rapaz más grande de Europa siga volando segura en nuestros cielos y no se enganche a fármacos letales.
¿Deseas ayudar al Proyecto Monachus? ¡Apadrina un buitre negro! Y no dejes de buscarlos en el campo.
Referencias
- Markandya, T. Taylor, A. Longo, M. N. Murty, S. Murty, y K. Dhavala, ‘Counting the cost of vulture decline—An appraisal of the human health and other benefits of vultures in India’, Ecological Economics, vol. 67, n.o 2, pp. 194-204, sep. 2008, doi: 10.1016/j.ecolecon.2008.04.020.
- M. Herrero-Villar et al., ‘First diclofenac intoxication in a wild avian scavenger in Europe’, Science of The Total Environment, p. 146890, abr. 2021, doi: 10.1016/j.scitotenv.2021.146890.
- R. Moreno-Opo y A. Margalida, ‘Conservation of the Cinereous Vulture Aegypius monachus in Spain (1966–2011): a bibliometric review of threats, research and adaptive management’, Bird Conservation International, vol. 24, n.o 2, pp. 178-191, jun. 2014, doi: 10.1017/S0959270913000427.
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- Z. Morales-Reyes et al., ‘Supplanting ecosystem services provided by scavengers raises greenhouse gas emissions’, Sci Rep, vol. 5, ene. 2015, doi: 10.1038/srep07811