La Policía no es tonta. Bueno, excepto la de una pequeña villa en el Siglo de Oro que se inventa Águila Roja. Porque llevan ya medio millón de temporadas y aún no han avanzado nada. No han pillado a Águila Roja, que es que se le ve, leches, que dan ganas de chillar a la tele: «¡Es el maestro, el maestro, lecheeeeees!». Ni el propio Águila Roja ha sido capaz de descubrir los misterios misteriosos que persigue, que solo por aburrimiento lo raro es que no hayan salido los misterios solos.
Y, la verdad, en lo amoroso tampoco es que esa villa sea Sodoma y Gomorra, porque aunque algún que otro achuchón ha habido, les cuesta más decidirse que mirando coches de segunda mano.
Y la acción… pues, a ver, los primeros ochocientos malos de saldo muertos tenían su aquel, a lo masillas de los Power Rangers, pero se hace extraño que no se hayan acabado los esbirros.