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Te doy una colleja y te saco amarilla si no te gusta: ¿abuso de poder del árbitro con Morata?

Momento en el que Alberola Rojas toca con condescendencia a Álvaro Morata (GTRES)

Todavía está caliente la polémica expulsión de Diego Costa en el Barcelona vs Atlético de Madrid y la desmesurada sanción que recibió el delantero colchonero cuando este sábado hemos visto una escena que define a la perfección al estamento arbitral en España.

El árbitro manchego Alberola Rojas, encargado de dirigir el partido entre los colchoneros y el Eibar en Ipurúa, ha provocado la ira de Álvaro Morata cuando, en un momento de la segunda parte, el colegiado le ha dado lo que el delantero ha calificado de colleja (para ser fieles a la verdad, ha sido un toque en el cogote del ariete) y luego lo ha agarrado por el brazo. Las protestas del madrileño por estos hechos le han valido, además, una amarilla.

Lo ha dicho el Cholo bien claro después. Por un gesto parecido, a él le cayeron cuatro partidos de sanción, los mismos que le cayeron a Diego Costa por tocar a Gil Manzano (más otros cuatro por ese insulto cuyo audio no se ha escuchado públicamente). Lo ha apuntado bien el exárbitro Iturralde González en Carrusel Deportivo: el árbitro es la autoridad y debe mantenerse en su sitio. De ninguna de las maneras el colegiado puede tocar a un jugador, y menos con el gesto de prepotencia y chulería con el que el joven Alberola lo ha hecho, en lo que parece un claro caso de abuso de poder, porque encima le ha castigado después.

Si el Comité de Árbitros actuara con dignidad, Alberola Rojas, conocido por ser Míster Los Yébenes (Toledo) y por su look de ‘tronista’ musculado de Mujeres y Hombres y Viceversa, tendría que pasar de manera inmediata a la nevera o, en otras palabras, ser sancionado varias jornadas. Tampoco estaría de más que, para variar, el club presentara algún tipo de queja.

Para exigir respeto primero hay que dar ejemplo, y más aún si eres la máxima autoridad en el terreno de juego. Pero los árbitros españoles no se caracterizan precisamente por dar buen ejemplo de nada.