No hacen cabriolas como las motos, ni derrapan como los coches, pero los ascensores viven en un constante viaje vertical, libre de vértigo, gracias a las paredes opacas y llenas de espejos para presumidos y fóbicos.
En ellos no es frecuente maldecir o chillar excepto si la yema de tu dedo índice acaricia el botón con restos de caramelo derretido de algún “hijo de vecino” al que le gusta el dulce en todas partes o te quedas encerrado entre dos pisos -como en la película Being John Malkovich-, con la vejiga a punto de inundar tu cuerpo y buscando sofocado en tus bolsas de la compra una botella donde aliviar el ímpetu.
Pero sí, pese a lo gratuito, seguro y utilizado que es este transporte, qué duras son las conversaciones anodinas que tienen lugar en ese habitáculo que va de los bajos fondos al cielo y del cielo a los bajos fondos. Es por eso que casi siempre procuro emprender el viaje sola, máxime si no conozco a mi compañero de viaje.
Y es que perfeccionar las técnicas del escapismo es la única manera -aparte de optar por ejercitarnos en las escaleras e ir encendiendo luces- de evitar la liturgia del silencio que acaparan estos modernos canastos con cuerdas, esas frases que hablan del tiempo que poco importan o tener que echar mano del móvil.
Porque reconozcámoslo, con todo lo que fardamos de cordiales, cuántas veces en el portal de nuestra vivienda, a escasos metros del ascensor, bajamos la mirada y nos cercioramos de que somos lo suficientemente torpes como para no abrir la puerta del bloque a la primera y así no compartir perfumes -en el mejor de los casos- con el vecino que nos espera. Y si somos nosotros los que aguardamos dentro del ascensor, qué arte el nuestro moviendo las manos como si estuvieran locas tratando de detener las puertas que se cierran sin éxito, con ensayada cara de pena.
Las cartas del buzón son otra fórmula infalible para detener el tiempo, en mi caso, aunque las recoge siempre portería, me tiro en plancha a la ranura del primer compartimento que encuentro, que se apellida Sánchez, y hago un gesto con las manos para hacerles saber que aquello me llevará tiempo.
Ahora que ya no es un secreto, la próxima vez que evite coincidir con alguien en el ascensor, ¿qué milonga me invento?
Avec tout mon amour,
AA
Que arte tienes
22 septiembre 2016 | 10:43
Ay, no me digas que no has soñado con encontrarte con un desconocido y después de unas miradas disimuladas entrar en un sopor de gloria dodne el descaro sea bien recibido para descargar allgunas tensiones, y subirte la falda y bajarte la sbragas sin previo aviso y quedarte así un rato, darte vueltita, agacharte y repasar la tira del zapato dando todo a vista del desconocido. Luego, tal vez, dejarte meter mano, sólo un poquito, el tiempo justo a poner todo en sus sitio y salir como si nada hubiera pasado. En un rascacielos o así qeu de tiempo, o en uno normalito de poco uso en sube y baja continuo.
22 septiembre 2016 | 12:30
Yo lo que sé es que en el de mi comunidad , con revisión periódica etc etc y con una antigüedad de unos 7 años, me cayó ( casi) el techo encima, al frenar, para llegar a mi piso.
Suerte que se desplomó solo de dos de los cuatro puntos de ajuste, suerte que me di cuenta y lo sostuve y suerte que se abrió la puerta u hoy no lo contaría.
22 septiembre 2016 | 14:10
Bueno, esta foto ya…. para enemistarse sobremanera porque darte el brinco para comértela como que no te iba a gustar demasié. Esto es como el engodo al pescado que se pesca, que para resistirse no hay cerebro que lo resista. Ahora la veo otra vez y te lo juro, que yo nuinca juro, fíjate tú si me ha afectado la cosa, que no sé si reírme o cenártela. Me cachis en la mar, pescado me quedé, coño, eso no se hace, Adriana.
https://www.instagram.com/p/BKtv8qIAwA0/?taken-by=adrianaabenia&hl=es
27 septiembre 2016 | 00:41
https://www.instagram.com/p/BKtLok7gIKS/?taken-by=adrianaabenia&hl=es
No te voy a decir lo que he pensado. No es por otivación hot sexual, no.
Tampoco entiendo bien por qué se me ha ido la mirada a la jarrita de atrás decorada con mariposas.
Eres guapísima, Adriana. Ese otro lado tuyo serio, tan preciosa mirada, que no se acaba de dejar ver bien del todo, fascina. He estado una media hora mirando esta foto. Descubro otra Adriana, y si la de chispa alegre vida estaba linda, ésta me encanta. Dulce vuelo en alas rotas, mis pupilas a tus pupilas van sin querer soñar derrota o mueran ya sin despertar, que en dulce vuelo sin retorno a tu mirada hermosa van. Qué tonto me he puesto…. debe ser la hora. Tardísimo. Ten lindo despertar siempre..
27 septiembre 2016 | 01:09
Los ascensores son más seguros que las propias escaleras, muy interesantes las técnicas de escapismo para no entablar conversación en los ascensores
30 septiembre 2016 | 12:37