Esta semana estoy relajándome en la playa, aunque estar pendiente de mi hijo (alias, el terremoto o peligro con patas) no me permite descansar todo lo que me gustaría. Mi conexión a Internet es bastante lamentable y he reducido considerablemente el uso de Twitter y, en general, de todo lo que me conecta al mundo exterior. También estoy bastante «out» de los últimos estrenos de series, y dejo para el final del verano el visionado de la segunda temporada de ‘Ray Donovan’, ‘Masters of Sex’, ‘Utopia’ y el comienzo de la recomendadísima ‘Gomorra’ (los mafiosos mejor con mantita).
Seriéfilamente hablando, la revisión de ‘Mad Men’ me tiene muy ocupada y contentísima, como ya os conté la semana pasada, así que mi escaso tiempo libre lo alterno con la lectura de un libro formidable que me tiene enganchada: ‘Al Este del Edén’, de John Steinbeck. Tampoco estoy pendiente de las noticias ni de otra cosa que perturbe mi pequeño universo. Ver a mi hijo aprender a nadar con los manguitos mientras resopla y ríe, tomarme un quinto con mi marido o comer en compañía de mi madre y hermano son mis ocupaciones favoritas. Sienta bien desconectar de todo el ruido, de esa sobreabundancia de información que me satura y que, a menudo, me hace infeliz.