Después de haber lanzado al abismo la última pastilla de turrón a la piedra y saludar con alegría al hervido y la pechuga de pollo, me siento por fin ante el teclado para retomar mis deberes blogueros y desearos, ante todo, un feliz año nuevo que empieza cargado de ilusión, variados proyectos y una cierta nostalgia debido a una cena de excompañeros del cole y unas fotos enviadas por WhatsApp.
Nunca había visto esas fotografías.