Inma Cuesta como Ana Mari y Debi Mazar en el papel de Ava Gardner.
Quién me iba a decir que, durante el mes de noviembre, iba a ver dos series que van directas a mi top 2018.
Una de ellas (la otra me reservo la incógnita para más adelante) es ‘Arde Madrid’ (Movistar +), la locura de Paco León y Anna R. Costa que me ha hecho pasar un rato divertidísimo con esta creación que parece surgida de la mente híbrida de Berlanga y Almodóvar.
Paco León está demostrando ser un autor de gran originalidad, capaz de mezclar influencias para preparar un cóctel muy personal. Porque ‘Arde Madrid’ tiene su esencia pero no podría entenderse sin las sátiras de Berlanga y Azcona ni sin las iconoclastas escenas o frases lapidarias del director manchego.
Desde «la piedra» hasta el sueño del baile sexy de las fascistas, todo en ‘Arde Madrid’ destila ese toque castizo y rompedor donde la crítica se une al retrato de personajes que, en este caso, tiene como epicentro a la leyenda trash, glamorosa y libertina Ava Gardner.
De todos es sabido las correrías de la diva en España: amante de toreros y ejecutora de fiestas míticas en un Madrid gris y franquista. Aunque, si habéis leído el retrato que de ella hace Truman Capote, sabréis que la serie aún se queda corta reflejando la realidad.
Pero aquí lo importante no es tanto Ava Gardner y su sofisticación hollywoodiense (maravillosa Debi Mazar, por cierto), sino el dibujo de la picaresca y de la frustración sexual de la mujer de la época, víctima del conservadurismo y la represión.
Porque, lo mejor de ‘Arde Madrid’, es el alumbramiento del personaje de la coja Ana Mari, una fascista espía reprimida que, por el contacto del espíritu gardneriano, descubre los placeres de la carne.
El personaje es soberbio, pero para que funcionase realmente necesitaba una gran interpretación. Inma Cuesta consigue algo muy difícil: sin tics ni aspavientos logra ser completamente creíble en su seriedad y, al mismo tiempo, desternillante.
Las míticas fiestas de Ava Gardner.
También Anna Castillo como Pilar está estupenda, con ese toque de rebeldía e inocencia tan almodovarianos y sus ganas de escapar de una España encorsetada.
Paco León, que nos está deslumbrando con su versatilidad y talento en diferentes roles (desde el villano de ‘La peste’ hasta el seductor Manolo de ‘Arde Madrid’), destila sexualidad, gracia y encanto en un personaje que le va como anillo al dedo.
El fichaje de Debi Mazar (Younger) también ha sido un acierto porque, aunque la belleza de la Gardner sea bastante diferente, la actriz exuda carnalidad, desparpajo y altivez, las cualidades más reconocibles de la condesa descalza.
Además, la serie cuida cada elemento, cada secundario, que al final es lo que consigue que un título sea redondo.
La gracia de los Perón como vecinos (me decían por Twitter que merecen un spin off y estoy completamente de acuerdo) o la aparición de detalles como los gitanos y la cabra en la fiesta, estrellas de la farándula del momento (Lola Flores, Carmen Sevilla) y puntazos como los cameos de Julieta Serrano, Carmen Machi (qué grande, por favor), Silvia Tortosa o Carmina Barrios como la Sansona, logran un divertimento genial e irreverente que, sin duda, no hubiera pasado la censura y hace que Franco se revuelva en su tumba (todavía más).
Franco se revuelve en su tumba (todavía más)
Pues como todos los rojos que «cayeron» antes, se dan con la tapa del ataúd al levantar la cabeza, los que vivian en aquella época en España, eran corredores de amplio fondo.
27 noviembre 2018 | 09:47
Personalmente no me gusta nada, es un rollo manido…
27 noviembre 2018 | 11:39