No suelo decir esto porque ocurre en excepcionales ocasiones, pero esta vez lo afirmo con contundencia y claridad: The Singing Detective es una obra maestra. Supongo que a la mayoría de vosotros, debido sobre todo a la edad, no os sonará de nada (al igual que me pasaba a mí hace poco) el célebre título de Dennis Potter, una miniserie de 1986 producida por la BBC que, hoy en día, está considerada una de las mejores ficciones inglesas (y yo diría mundiales) de todos los tiempos, situada en el puesto vigésimo del ránking Greatest British Television Programmes y citada como una poderosa influencia para posteriores creadores.
Mientras que por esa época los que rondan mi edad andábamos viendo en la tele ‘V’, ‘El superhéroes americano’ y ‘Ana de las tejas verdes’, en la tierra del té se estrenaba una de las series más originales que se habían realizado hasta la fecha, interpretada por un grandísimo Michael Gambon (Albus Dumbledore en la saga de Harry Potter) que, ese mismo año, obtuvo un BAFTA por su interpretación. Con un guion magistral y un portentoso elenco de actores como Jim Carter (Downton Abbey), Imelda Staunton (El secreto de Vera Drake, Shakespeare in Love) o Patrick Malahide (lord Balon Greyjoy en Game of Thrones), The Singing Detective se convirtió en un éxito absoluto de público y crítica.
A grosso modo, se podría describir The Singing Detective como un drama musical que homenajea al cine negro. Pero esta etiqueta, que hace referencia al traje que viste, es extremadamente superficial para una narración tan brillante y compleja, designada por algunos críticos «como el Hamlet, el Ulises o el White Album de Potter», cuyos huesos y carne son un apasionante viaje al pasado en busca de los conflictos internos que tienen postrado al protagonista —Philip (sin e final) Marlow, un escritor de novelas de detectives (y uno de los muchos guiños al género noir)— en una cama de hospital, aquejado de una grave psoriasis reumática.
Como habréis deducido, inteligentes lectores, hablar del argumento de The Singing Detective es complicado si no se quiere desvelar lo que ocurre, ya que las pistas y secretos de la historia (como en una buena novela de misterio) van desgranándose poco a poco; y, además, están íntimamente relacionados con una estructura narrativa muy sofisticada, a modo de muñecas rusas, donde se entremezclan la realidad del protagonista, sus fantasías oníricas (que en ocasiones se resuelven en números musicales de un atractivo feísmo) y la historia de detectives que Marlow escribe en su cabeza, con su propia biografía como materia prima.
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El escritor como protagonista
Aunque a los espectadores actuales, acostumbrados a las filigranas narrativas de la Edad de Oro de la televisión, no les cause tanto impacto la construcción del guion, hay algo que es más decisivo y que ha sobrevivido a la perfección tras treinta años: la emoción. Philip Marlow, álter ego de su creador (Dennis Potter sufrió durante buena parte de su vida adulta la enfermedad de la que habla), es uno de esos personajes que pasan a formar parte de nuestra memoria debido a la veracidad de sus sentimientos (miedo, pesar, ira, frustración, melancolía, ansiedad), que nos llevan a acompañarlo con el corazón en un puño a través de su particular vía crucis introspectivo.
Personalmente —al dedicarme a escribir me he sentido identificada— me ha fascinado cómo la serie plasma la manera en que un autor imagina la narración, inventando escenas y verbalizando en el interior de la mente cada punto, cada coma, y sonriendo ante lo que este personaje o el otro va a decir a continuación. Por no hablar de la capacidad para trasladarse a un espacio irreal donde la situación más abyecta (en el caso del protagonista el pabellón de un hospital) se puede transformar en otro mundo. En este caso en un musical donde hasta los personajes ficticios puedan aparecer para hacer reivindicaciones a su creador.
Un toque nostálgico
Aunque The Singing Detective tiene toques de humor muy negro (sobre todo en los números musicales y en divertidas escenas con personajes secundarios, la mayoría otros enfermos del pabellón), posee una atmósfera nostálgica debido a la selección musical de los años 40. La voz melódica de los «crooners» acompañados por la orquesta y los estandars de jazz de Bing Crosby & The Andrew Sisters, Duke Ellington y Ella Fitzgerald, entre otros, logran sumergir al espectador ya desde los títulos de crédito en un mundo melancólico y old fashion, que crea una sugerente oposición con la historia que se cuenta.
Otras series indispensables de Dennis Potter que se citan junto con a The Singing Detective como trilogía son Pennies from Heaven (1978), con Bob Hoskins en el papel protagonista, y Lipstick on Your Collar (1993), con Ewan McGregor, que ya he pedido al Papá Noel de Amazon.
PD Gracias a Lorenzo Mejino, que me la recomendó encarecidamente, y que escribió su especial homenaje en Series para Gourmets.
Nota en Mis Puntuaciones
Ficha técnica
Título original: The Singing Detective
Creada por: Dennis Potter
Dirección: Jon Amiel
Cadena: BBC One
Año de creación: 1986
Temporadas: 1 (6 episodios)
Cecilia García Díaz es autora de ‘Araneida, la fortaleza de los deseos’.
«Cientos de afiladas torres, tan delgadas como agujas, se perdían en la inmensidad del espacio cuajado de estrellas. Araneida resplandecía con el fulgor de la plata vieja. En la colina, la hierba se mecía al son de una pretérita canción.»
¡Gracias!