Entonando el mea culpa por ‘Friends’ (primera parte)

Friends season 10Ya de vuelta tras mi #TourInvernalia, como he bautizado a mis vacaciones por el norte de España, regreso para deciros «Hola, aquí estoy de nuevo» y entonar el «mea culpa» por ‘Friends’, situando a esta serie donde se merece. Sí, amigos. Me fustigo con el látigo de siete colas, y ahora os explicaré por qué esta sitcom (multipremiada, archifamosa, lo sé, lo sé) ha pasado al podio de honor de mis comedias televisivas. A lo que vamos. Tal como le conté al amigo Diego @watanabeseries con una birra playera, cuando se emitía yo era una joven snob con boina francesa, y Chandler, Monica y compañía me parecían unos pijos frívolos a los que la mera visión de un libro o película de arte y ensayo provocaba carreras tipo Frodo ante el Balrog.

Mientras el mundo entero se carcajeaba viendo a Chandler y Joey compartir piso con unas sucias aves de corral, yo les miraba por encima del hombro, atesorando cual Anillo Único («my precious») la peli más atormentada de Bergman. Con veinte años más, menos tonterías en la cabeza y un déficit dramático de comedias en mi disco duro, un día me levanté y miré horrorizada a todas partes. Pensé: «No tienes NADA gracioso que ver, y ‘Friends’ tiene DIEZ temporadas. A lo mejor no es tan mala ya que TODO EL MUNDO lo dice, incluso tu MARIDO». Así que, sin demasiada confianza, apreté el play y vi, con los ojos entrecerrados y el dedo sobrevolando el botón de stop por si las moscas, a Rachel con su vestido de novia llegando a Central Perk, esa cafetería donde, extrañamente, el sillón siempre está libre.

Ellos, para que nos vamos a engañar, seguían siendo unos frívolos ignorantes (algo de residuo snob queda, amigos), y vi la cara de Bergman cerniéndose sobre mí mientras decía «¡¡No lo hagas, Ceciliaaaaaaa!!»). Pero entonces, inesperadamente, una sonrisa ligera y franca se dibujó en mi rostro hierático. Primero de manera discreta y, luego, acompañada de una sonora carcajada. «¡Por R’hollr!», pensé, «estos gilipollas me han hecho reír», y me froté las manos ante los 236 (¡¡¡236!!!) episodios que tenía para ver. Y, así, el apartamento de paredes moradas y cristalera con vistas al feo hombre desnudo entró en mi vida… por dos meses. Porque esto es lo que le ha durado ‘Friends’ a esta hater rehabilitada, que lloró lágrimas de sangre cuando los chicos dejaron las llaves sobre la cocina de Monica para emprender nuevos caminos vitales.

Colándose en nuestras vidas

Cuando terminé de ver la serie con un cubata en la mano y los ojos empañados, la idea más potente que se imponía al resto fue la tremenda dificultad que supone escribir ¡¡¡236 episodios!!! y que todos te arranquen una carcajada. Así que, antes de entrar en materia, una reverencia mahometana para Marta Kauffman y David Crane por lograr algo casi imposible, y por crear unos personajes que, aunque no tengan nada que ver contigo (dios mío, ¿quién aguantaría con tanta paciencia a la excriminal-astróloga-mindfulness Pheebs o al gorrón semianalfabeto Joey?), logran despertar una empatía casi gemelar.

A lo largo de las diez temporadas, los personajes traspasan el cliché de comedia (el gracioso, el tonto, la caprichosa, la loca, la histérica, el erudito) para mostrarnos su otra cara, sus emociones más ocultas (Chandler serio declarando su amor, Joey enamorado y triste, Ross soltándose la melena, Monica borracha, Rachel maternal, Pheebs… bueno, lo de este personaje merece un poco más de cancha por lo extravagante de sus tramas), logrando de esta manera una humanidad que nos hace implicarnos con ellos hasta límites insospechados, colándose en nuestros corazoncitos televisivos con la fuerza de los vientos, como diría la amiga @lledohorne.

Dance, Monica, dance

El Universo Friends, del que hablaremos largo y tendido en el siguiente post, me ha dado algunos de los momentos seriéfilos más gratificantes de mi existencia audiovisual. Es muy difícil escoger uno pero, si tuviera que elegir, me quedaría con «fat» Monica bailando. Qué ritmazo tiene la tía y qué risas me he pegado. De hecho, todo lo relacionado con los días del instituto y la Universidad me ha provocado grandes sonrisas tipo gato Cheshire: la peluca rizada y el bigote de Ross, la pelucas punky-ochenteras de Chandler, la nariz judía de Rachel, la oronda Monica lanzando miraditas apasionadas a su futuro marido… Cada vez que aparecía uno de estos flashbacks daba palmaditas de alegría mientras pensaba en las dificultades de los actores para aguantar las risas al verse con esas pintas. ¿No os hubiera encantado verlo en directo? Por favor, una máquina de viajar al pasado YA.

Ross on fire

Fíjate por dónde, otra de las cosas que más me han hecho disfrutar es la vis cómica de David Schwimmer (Ross Geller), a quien consideraba un actor mediocre (boina francesa, remember) y que, sin embargo, me ha hecho llorar de la risa con sus payasadas slapstick. Entre sus escenas más graciosas, mi preferida es cuando se oculta de Bruce Willis (el padre de su joven novia) tirándose al suelo y, en general, toda la secuencia de este episodio. Por cierto, el bueno de Bruce también está sembrado.

La escena de los pantalones de cuero atascados también es otro momento glorioso. Y es que Ross, cuando se quiere hacer el interesante, mete la pata irremediablemente (y mucho más si sigue los consejos de Joey).

Y no podíamos olvidar el delirante ¡MY SANDWICHHHHHHHH!


Continuará en el próximo post…

2 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Javier Romero

    Queridisima y admirada,

    Magnificos artículos estos dos recientes dedicados a Friends. Eres una visionaria porque hace solo un par de días Hollywood Reporter saca su lista (si, ya se, otra lista con la que nadie va a estar de acuerdo; para eso están las listas) y, «there it is», Friends la primera de todas. Por algo será. Tus estupendos artículos ayudan a entender los motivos de los 2800 votantes que trabajan en esta industria para situarla en lo mas alto. Al margen de que entre las diez primeras están muchas de las indiscutibles (ya casi da lo mismo la posición en ese podio), yo lamento que Roseanne no este en posición mas alta porque para mi es una serie fundamental. También merece estar mas arriba The Wire (gracias por insistirme en verla!). Y una ausencia imperdonable en la lista: Northern Exposure (Doctor en Alaska). Esta es una primera y rápida valoración. Beso fuerte y hasta pronto vía email.

    Javier
    (acentos, como ves, los minimos; hay que ahorrar)

    20 septiembre 2015 | 15:55

  2. Querido Javier! Cuánto me hubiera gustado estar contigo partiéndonos de risa viendo Friends. Tú, más que nadie, sabe cuanto de lo que cuento en el artículo es verdad. Nos hubiéramos reído tanto viendo al tonto de Ross gritar «My sandwichhhh!!!!». Sin embargo, a lo de visionaria te quito la razón, porque ha tenido que pasar muchoooo tiempo para caerme del burro. Pero, voilà, lo conseguí.
    Por cierto, que ya vi la famosa lista, y aparte de lo que mencionas de Doctor en Alaska tampoco estaba Louie o The Shield. Anyway, que la industria se equivoca constantemente. Y lo de Roseanne es también una pena, porque es pura vida. Es una serie que me encanta y que ¿te puedes creer que no esté editada en DVD con subtítulos en castellano? Pues sí. Para matarlos.
    Y, respecto a The Wire, ¿has terminado de verla? De esto tenemos que hablar a fondo en nuestro próximo encuentro, que espero no tarde mucho. Un beso enorme y una recomendación: UnReal. Te lo vas a pasar genial viéndola. Love you so much 🙂

    21 septiembre 2015 | 16:01

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