El infierno de Don Draper

(ATENCIÓN, Spoilers hasta el S06E04) Se oye la voz de Don leyendo ‘El Infierno’ de Dante mientras contemplamos el estómago plano, la piel aceitada de Megan en la playa. Un cóctel azul con cereza y piña. En la habitación, con vistas al mar, Megan guarda en la braguita del bikini un par de porros. Don está moreno, con buen aspecto, pero su rostro no denota alegría. Está circunspecto. Otro día de vacaciones: el hotel rebosa color. Las hawaianas bailan su danza y Megan se lo está pasando bien. Incluso vuelve a demostrarle a su marido cómo menea las caderas, igual que hizo en el ‘Zou Bisou Bisou’. ¡Y una señora le pide un autógrafo! Pero Don no puede dormir después de hacer el amor. Baja a la barra del bar y bebe solo.

Don está sombrío, atribulado. Esto no es nada nuevo pero, a estas alturas de la serie, Draper ya no posee el aura del principio. Le conocemos demasiado bien. Su atractivo sigue siendo su gran baza, pero las sombras de su psique empiezan a pasarle factura. Y, aunque siempre ha sido un personaje que se negaba a sí mismo, parece más deprimido que nunca: aislado en su interior, en un pasado que todavía le atormenta, en una sociedad que cambia vertiginosamente. La juventud comienza a abandonarle. Ya no es un niño. Ahora es el padre que entrega a la novia en una boda de un soldado desconocido. Un soldado que, aun con la muerte rondándole en Vietnam, tiene más vitalidad, más alegría, más sueños que él.

Los años 60 ya están aquí: hay cámaras Leica, drogas psicotrópicas, Elvis empieza a ponerse gordo, Peggy tiene colgado un retrato de Kennedy en su apartamento y las relaciones sexuales se viven con más libertad. Sin embargo, Don sigue anclado en el ayer. Su modo de ser, hasta ahora amparado por los cánones sociales, empieza a ser cuestionado. Y las mujeres de su entorno comienzan a puentearle. Peggy arrebatándole la campaña de Heinz. Megan, la ingenua secretaria, convirtiéndose en una promesa de la pequeña pantalla que no duda en hacer tórridas escenas de amor para impulsar su carrera. Incluso Betty, prototipo del ama de casa, empieza a darse cuenta de que las jóvenes ya no quieren un marido que las mantenga y un hogar de revista en las afueras. Quieren algo más.

Sylvia, la nueva amante (católica) de Don

‘I can’t get no’
Don ha conseguido el éxito profesional, pero la ansiedad sigue devorándole. Y, para aplacarla, busca una nueva presa, una nueva satisfacción momentánea que le haga correr la sangre en las venas (aunque esto también le atormente). En esta temporada, ya alejado de la felicidad que le proporcionaba su joven esposa, Don vuelve a ser un fantasma, un adicto a las infidelidades, un ente irreal que no puede escapar del personaje que ha construido. Y su humanidad cada vez está más lejos. Hasta el momento no hemos visto ni una sola escena amable: taciturno en Hawaii, vomitando en el velatorio de la madre de Roger, preguntando ebrio al conserje qué vio cuándo murió, espiando tras la puerta la campaña de Peggy, haciendo amistad con el doctor Rosen mientras le pone los cuernos con su mujer, mostrándose tan hipócrita con Megan…

El joven Dick Whitman y Mack Johnson

Don cada vez está más cerca del abismo. Antes tenía dos confidentes, dos amigas: Peggy y Anna Draper. Ahora nada. Entrevemos un poco más de su adolescencia. En el burdel. Sin dinero, sin seguridad. Espiando por el ojo de la cerradura a los clientes, al igual que hace con Peggy. La historia continúa adentrándose, con breves secuencias, en esa época que le marcó, tan necesaria para conocer los motivos que le impulsaron a cambiar de identidad, a convertirse en otro hombre… permanentemente insatisfecho. Porque, ¿a pesar de su triunfo, qué tiene? Ahora, más que nunca, el personaje navega a la deriva, en una caída a un pozo de paredes lisas, sin anclajes. Por tanto, las preguntas son ¿qué pasó?, ¿hacia dónde va?

Futuro incierto
¿Volverá Don la vista atrás para abrazar el pasado de Dick, del que siempre ha huido, o continuará su ciega carrera hacia delante? Lo veremos. Por el momento sólo podemos decir que ‘Mad Men’ ha vuelto por todo lo alto, con un arranque tan hipnótico como turbador, con todos los personajes al borde del precipicio, intentando encontrar su identidad: Roger en el diván del psicólogo buscando el sentido de la vida. Pete arrojado de su casa por sus infidelidades (¡otra mujer que se pone las pilas, bien Trudy!), Joan sintiendo que el éxito no es lo que parece. Peggy sin llegar a sentirse a gusto en su nuevo rol de jefa. Y Betty… tan perturbada, con un humor tan desagradable y fuera de lugar. Tanto me impresionó la conversación que mantiene con su marido Francis respecto a Sally, la joven violinista, que no puedo evitar reproducirla:

Betty: Bobby y tú teníais la misma expresión en la cara cuando estaba tocando. Es un año mayor que Sally, debería darte vergüenza.
Francis: Nadie me culparía por dejarte por una música adolescente.
Betty: Está justo en la habitación de al lado, ¿por qué no entras y la violas? Yo le sostendré los brazos.
Francis: Betty, ¿qué demonios…?
Betty: Dijiste que querías avivar las cosas. ¿Arruinaría la diversión si estoy ahí? ¿Sabes una cosa? Si quieres estar a solas con ella me pondré el abrigo y me iré con Sally a dar una vuelta. Puedes meterle un trapo en la boca para no despertar a los chicos.
Francis: Está bien, Betty. Está bien.
Betty: Dios mío, te estás poniendo colorado.

Totalmente alucinante. Por favor, que alguien venga y le ponga a esta mujer la camisa de fuerza.

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7 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Urbinaga

    Infierno?,abismo?, puro morbo.Estos guionistas se las sabe todas. Lo de poner el crucifijo a la espalda para no verlo no tiene precio.Please, no levantes mas spoiler ayer no estaba el capitulo 5 a disposición, un poco de calma, Joan ya la tuvo con el de la cuenta de …..Si Don estuviera satisfecho no habria serie.

    29 abril 2013 | 14:48

  2. Jajaja, ¡que todavía no he visto el quinto! Y sí a las dos cosas: mucho morbo y que si Don estuviera risueño y no fuera como es, se acabaría la serie. ¡Eso mismo comentaba yo el otro día en Twitter! Aún así, Don va hacia abajo. Y cada vez más 😉

    29 abril 2013 | 15:04

  3. Por cierto, que he puesto que hay spoilers hasta el episodio 4. Sorry si inducía a error 🙂

    29 abril 2013 | 15:46

  4. Dice ser Urbinaga

    Perdona, pero al leer el último dialogo creí que era del episodio 5.By the way, ¿a que episodio pertenece?.Gracias

    30 abril 2013 | 07:47

  5. No pasa nada! la conversación pertenece al doble episodio inicial. Un abrazo 🙂

    30 abril 2013 | 12:04

  6. Dice ser Sofía

    Pues si Don va yo hacia abajo, aquí estoy yo para recogerle!!!! El comienzo me desconcertó un poco, pero sigo disfrutando de la serie. De todas formas ya en la anterior temporada se veía venir que Don no se adaptaba a los nuevos tiempos. (por cierto, el otro día revisé el capítulo de la 4T titulado La maleta… pedazo de capítulo, necesitamos más escenas entre Peggy y Don!)

    30 abril 2013 | 16:20

  7. Jajaja, creo que entre tú y unas cuantas (y cuantos) os lo tendréis que rifar! Sí que desconcierta el inicio, sí. Comentaba con gente que me había dejado la misma sensación que al ver una peli de David Lynch. ¡Vuélvelo a ver! Yo lo hice y he flipado de nuevo. Qué maravilla. «La maleta» es un episodio genial, aunque mi favorito de la S05 es «The Other Woman». Y estoy contigo: se echan MUCHO de menos esos momentos Peggy-Don, que son impagables. Ay, qué SERIAZA 🙂

    30 abril 2013 | 17:05

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