‘Doctor en Alaska’, una serie donde me gustaría vivir (II parte)

ATENCIÓN, CONTIENE SPOILERS 

Supongo que vosotros tendréis vuestros propios capítulos y escenas predilectos, ya que hay mucho donde escoger. Por mi parte, hay capítulos que he visto en incontables ocasiones y escenas que no me canso de revisar. Ahí va una pequeña selección (aunque seguro que me dejo buenas historias por el camino): el capítulo del agua de Cicely, que cambia los comportamientos y los roles sexuales. Impagable y divertidísima la escena donde Maggie le dice abiertamente a Joel lo mucho que le “pone” con su nuevo aspecto a lo Jeremiah Johnson, mientras juega con desenfreno al basket, o cuando Maurice le pide a Bárbara que le abrace después de hacer el amor.
Otro de mis capítulos favoritos es el de la búsqueda del tesoro y sus estereotipos reinventados: el dragón como el antiguo excombatiente japonés al que el héroe debe vencer, el mapa del tesoro con pista secreta, el puente que sólo se puede cruzar respondiendo a un enigma y el sorprendente hallazgo final de la ciudad esmeralda: esa fantástica imagen de las luces de la ciudad tras la nieve, apenas entrevista, que se convierte, al fin, en el sueño de Joel: la anhelada Nueva York. Una recompensa que sólo llega cuando él adquiere nuevos valores y aprecia lo realmente importante de la vida.

También me parece genial el capítulo donde Ed rueda su primer corto. Tras enfrentarse a sus inseguridades como artista, opta por contar lo que mejor conoce: la vida en Cicely y sus habitantes, descubriendo con una mirada sensible y tono poético los pequeños momentos y gestos reveladores: el cariño entre Shelly y Holling; el doctor Fleishman en su consulta; los niños que cruzan la calle principal; la conocida fachada del Brick con el alce; un viejo indio tallando un tótem…

Y más que un capítulo en sí, me encanta el programa de Chris por la mañana. La sensibilidad de la selección literaria y musical del programa radiofónico es una de las claves que otorga a la serie ese tono tan reconfortante, que te lleva a desear vivir en Cicely y formar parte de ese mundo. Walt Whitman, Kipling, Thoreau, Orwell son algunos de los grandes autores seleccionados en el programa, donde también se realizan reflexiones existenciales y filosóficas llenas de buen juicio y, en muchas ocasiones, sentido del humor.

Por supuesto, no se puede olvidar uno de los mejores finales de todos los tiempos. De fondo suena la nostálgica canción My old town, que se entrelaza con el fluir de escenas, donde aparecen los habitantes de Cicely antes de irse a dormir, cada uno en su intimidad, donde intuimos que continuarán, más allá de la pantalla, después de que acabe el capítulo y la serie concluya.

Y me dejo tantas escenas, tantas secuencias inolvidables… los sueños con Freud, las apariciones del rabino, las conspiraciones de Adam, las revisitaciones de cuentos como Caperucita roja desde el punto de vista del psicoanálisis, la fiesta del mosquito, las magníficas cenas en casa de Maurice, las creaciones artísticas de Chris, el capítulo sobre las fundadoras de Cicely… un sinfín de historias que conforman una de las mejores (e inolvidables) series de la historia de la televisión.


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4 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Deneb

    Doctor en Alaska es una serie maravillosa que todo el mundo debería descubrir. Pertenece a otra época, más hippie, más filosófica, donde la acción es lo que le pasa a la gente corriente de un pequeño pueblo. Pero también estos personajes tienen algo de fantástico, y al final muchos capítulos son fábulas, pero siempre divertidos y con unos personajes muy entrañables e interesantes. Para mí es una serie veraniega, es cuando más apetece ver esos fríos paisajes de Alaska. Ideal para luego dormir la siesta.

    19 mayo 2012 | 22:27

  2. Dice ser madseries

    Totalmente de acuerdo con tu comentario. Filosofía, magia, fábulas y cotidianidad se dan la mano en esta serie fascinante que tan buenos ratos nos han deparado. Y humor. Siempre que ves Doctor en Alaska sientes que has vuelto a casa. Y sí, por el relax que da, una siestecilla posterior es estupenda!! Gracias por comentar!

    20 mayo 2012 | 13:09

  3. Dice ser jokinlar

    Hola Cecilia, ya he podido leer tus posts, bieen !!Es una serie muy mágica y especial.La forma en la que se plantea el guión de cada capítulo me parece absolutamente original; trata cuestiones o sentimientos cotidianos (la fidelidad, la muerte, la creatividad, la amistad, la soledad, el amor, la avaricia, el poder, la libertad, el compromiso…), pero los lleva al extremo, añade un elemento extravagante o extraterrenal, o los cambia de prisma (puede que los personajes reaccionen de modo totalmente opuesto a lo que esperaríamos). Y lo mezcla todo con un toque de humor.Esto provoca que relativicemos y revisemos nuestros comportamientos, básicamente condicionados por una cultura adquirida. Y eso nos genera sensación de libertad. (ala vaya chapa me ha salido !!! , se me habrá pegado algo de Chris??? jejej)Seguiremos serieando y comentando, un abrazo, jokin

    04 julio 2013 | 07:51

  4. Hola Jokin!No sabes cómo me alegro de que hayáis disfrutado tanto de esta maravillosa serie que amo más que ninguna. Como bien dices, si algo aprendemos de los cicelyanos es a tener una visión de mundo distinta, a veces mágica (Ed), realista y apegada a la tierra (Ruth-Ann), pero siempre con ese toque onírico, surrealista y con un grandísimo sentido del humor, que es quizás lo que más me gusta. De cualquier modo, cuando ves Doctor en Alaska, aprendes que hay cosas más importantes en la vida que conseguir fama y dinero. El amor, la amistad, el placer de las cosas sencillas de la vida… e, incluso, poder comer una hamburguesa de alce con una buena cerveza!! Un abrazo fuerte y espero que os guste State of Play, porque os abrirá la puerta de otro genio llamado Paul Abbott. Mil gracias por compartir conmigo tus impresiones 🙂

    04 julio 2013 | 17:11

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