‘Doctor en Alaska’, una serie donde me gustaría vivir (I parte)

Hace poco volví a ver Doctor en Alaska. De principio a fin. Disfrutándola de nuevo. La llegada a Cicely de Joel Fleishman (Rob Morrow), ese médico judío, urbanita, maniático e inflexible que, de Nueva York, pasa a trabajar en una destartalada consulta de un pueblo perdido en Alaska, donde habitan peculiares y extravagantes personajes, constituye uno de los logros televisivos de todos los tiempos. Y esta serie prodigiosa, que tantos buenos momentos nos ha deparado, nace de la mente despierta de Joshua Brand y John Falsey y, posteriormente, David Chase y del excelente trabajo de un nutrido grupo de guionistas, parte del cual le acompañaría posteriormente en The Sopranos.

Tras un divertido y mordaz arranque donde Joel debe enfrentarse a los inhóspitos elementos que le rodean: una ducha que no funciona, el aire gélido que se cuela por las ventanas, la visita inesperada de una especie de rata gigante… comienza la verdadera historia que articula la serie: Fleishman intentando adaptarse a un entorno desconocido, donde las diferentes costumbres de sus habitantes se contraponen a su manera de ser y de pensar. Fleishman, cuya única meta es regresar a Nueva York, triunfar como médico y ganar dinero, lucha contra el ambiente que le rodea, convirtiéndose a sí mismo en un extranjero. Sin embargo, el espíritu cicelyano poco a poco irá transformándole en un ser muy distinto al que era cuando llegó.

Reparto coral entrañable
En este punto comienza el despliegue de un reparto coral inolvidable. Personajes entrañables y complejos, con un humor sutil de media sonrisa, gusto por lo onírico, referencias literarias, cinéfilas y culturales, y en la ternura y veracidad a la hora de reflejar las relaciones humanas. Esta forma de escribir, combinada con un sólido trabajo de creación de situaciones, estructura de arcos argumentales y dibujo de cada capítulo, conforman un mundo propio donde a uno le gustaría vivir, habitado por unos personajes que, por lo curiosos, resultarían impagables como vecinos. 


Galería de personajes
«Usted me pone nerviosa», un verdadero hallazgo de guión, es la frase que define a Marilyn (Elaine Miles), la impasible asistente india de Joel en la consulta, que pone en evidencia la conducta de Fleishman con sus silencios cáusticos y significativos.
 
Chris Stevens (John Corbett), el locutor de radio expresiadiario, autodidacta, lector incansable y artista a tiempo completo, que se ha sacado el carnet de sacerdote en la revista Rolling Stone, creador de performances tan divertidas, insólitas y hermosas como la obra lumínica construida con lámparas, neones, anuncios fluorescentes y otros objetos que desaparecen misteriosamente de las casas; artífice del lanzamiento del piano con una catapulta, en sustitución de la vaca, al descubrir que los Monty Python ya lo habían hecho antes; escultor de auroras boreales… Un personaje que, por si fuera poco, a muchos nos descubrió Hojas de hierba, de Walt Whitman
 
Maggie O’Conell (Janine Turner), la piloto feminista, independiente e intelectual, con una maldición de novios muertos a sus espaldas, procedente de una familia acomodada a la que no aguanta, y con la que Fleishman establece desde el principio una gran tensión sexual. El tándem del matrimonio Shelly Tambo-Holling Vincoeur, un ejemplo de amor incondicional y de respeto entre un sesentón de genes longevos y una casi adolescente rubia Miss Paso del Noroeste, que regentan el Brick, el restaurante del pueblo. Maurice Minnifield (Barry Corbin), el astronauta republicano, solitario, sentimental, ambicioso y, en ocasiones, noble de espíritu, cuya riqueza sólo es comparable a su desesperada búsqueda de la felicidad. 

Ed Chigliak (Darren E. Burrows), el joven indio que sueña con ser cineasta y que se cartea con total familiaridad con Woody, Martin, Steven… (Allen, Scorsese, Spilberg) mientras aprende el arte del chamanismo. La sensata propietaria del colmado del pueblo y amante de la ornitología Ruth Anne Miller (Peg Phillips), que piensa que su hijo, broker de Wall Street, no ha hecho nada relevante en la vida. Adam (Adam Arkin), el chef-espía-paranoico-bigfoot que desconcierta a Fleishman y lo deleita con sus platos sublimes. Eva, la hipocondríaca esposa de Adam, obsesiva-compulsiva y la única mujer capaz de poner a Adam en su sitio con su genio vivo y su capacidad para desquiciarle.


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4 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Anonymous

    !Que recuerdos leer esta genial critica de la serie! Yo aun me sigo creyendo que todos sus personajes siguen alli, en Alaska, en sus cosas de siempre. Para estas series no pasa el tiempo, y uno vuelve a ellas como quien visita a la familia por navidad. Mis favoritos: Holling y Shelly.Javier R.

    16 enero 2012 | 21:55

  2. Dice ser madseries

    Doctor en Alaska es muy especial para mí. Crecí viéndola y revisándola. Me grababa episodios en una cinta de vídeo cuando la echaban en la Segunda y estaba pendiente para quitarle los anuncios con el stop. Ay, qué tiempos!!

    20 enero 2012 | 19:48

  3. Dice ser Criticon

    Ayer me vi el piloto por primera vez en mi vida, después de leer una critica de este blog. Se ve que la serie esta buena.

    02 septiembre 2013 | 21:06

  4. Hola Criticon, si te ha gustado el pilto espérate a entrar en el mundo de Cicely y conocer a los personajes. ¡Es una serie maravillosa! 🙂

    03 septiembre 2013 | 13:19

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