Tengo la imperiosa necesidad de salir corriendo. Me veo tentado a hacerlo e incluso me imagino haciéndolo, pero finalmente no lo hago. Tal actitud sería mucho más bochornosa que mi abucheado desempeño como cantante. Decido quedarme parado en el lugar, enfrentando la situación, haciéndome cargo. La vergüenza se torna insoportable y siento mis mejillas encendidas, pero me esfuerzo para ponerle buena cara a la situación. Soltar el llanto, tirar la guitarra al suelo, taparme los ojos y escapar por un costado del escenario, significarían demasiadas cosas por las que arrepentirme luego. Además, no me queda otra más que aceptar la cruda verdad: soy horrible como cantante y el espectáculo no le gustó a nadie. Ahora tengo que comportarme como el hombre adulto que soy, tratar de esquivar la mayor cantidad de tomates posibles, y esperar a que todos olviden esta situación. Aunque mucho más me gustaría poder olvidarme yo mismo.
Estoy tan sumamente acostumbrada al ridículo, que los tomates ya no impactan en mí, me atraviesan, Mis mejillas no se ruborizan, ni siquiera sudo tinta china. Las críticas me resbalan como gotas de lluvia sobre un impermeable, el que llevo encima cada vez que me enfrento a la gente. Me costó muchos años adquirir esta disciplina, pero al fin me psicoanalicé y me obligué a aprender la lección: «Si tan buenos son ellos, que suban aquí y que lo demuestren. Si no lo hacen, no son mejores que yo. Si lo hacen mejor, yo seré la primera en aplaudir. Si lo hacen peor, no seré yo la que tire tomates». Desde entonces mi organismo es inmune al ridículo. Y nadie se acuerda de mis fracasos, porque no consiguieron impactarme, por tanto era inútil recordarlo…
07 junio 2011 | 14:00
hay algunos que lo mejor que podian hacer era no olvidarse de sus bochornos para que no los vuelvan a repetir.
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07 junio 2011 | 15:22
todo se aprende con la práctica
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07 junio 2011 | 16:38
A mi me importa un pepino lo que los imbéciles,gilipollas e envidiosos digan de míporque soy el primero que me rio de mis defectos apenas me miro al espejo , un espejo que me dice : Eres lo peor de la literatura mundial, y cada dia estas más loco con eso de invitar a la gente inteligente a Clicar sobre tu nombre, con eso de CLica aqui o clica sobre mi nombre. Lo único que vas a conseguir es ingresar en el club virtual de imbéciles y locos de remate.
07 junio 2011 | 17:05
El salir corriendo no sirve
absolutamente de nada.
Si estando en el escenario
comienzan los abucheos,
las broncas y la tomatada.
Es mejor aguantar erguido,
como soldado en la guardia.
A que termine la tormenta,
y que el público se vaya,
bien porque se ha cansado,
o que los paniers de tomates
están vacíos, agotados
y enroncadas las gargantas.
Entre tanto si es posible
el intentar de olvidarlo,
por tener que continuar
con ese que es su trabajo,
y que al levantarse el telón
poder de nuevo intentarlo
el transmitir a los demás,
la letra de cantautor,
cuando está en el escenario.
Si es que la música falla,
cosa que a veces sucede,
que no de la tentación,
la de arrojar la guitarra
y a la tramoya agarrarse.
07 junio 2011 | 18:33
Hola Walterrr…¿más vale tarde que nunca verdad?
En referencia al tema quería decirles que yo soy el desastre en persona 🙂 pues todos los días “meto la pata” y todos los días tengo el penoso trabajo de perdonarme y seguir adelante – que mas remedio me queda- y no creas que es por quererme mucho yo. Simplemente que pienso que entre perder el tiempo en recriminarme y deprimirme y usar ese mismo tiempo para salir adelante y encarar el mundo a pesar de mis tropezones…siempre opto por lo segundo.
08 junio 2011 | 15:37