Un microrrelato por día y cada uno de 150 palabras. Ni una más, ni una menos.

Archivo de mayo, 2011

Colección de mascotas

El taxidermista, heredero de la profesión de su padre, adquirió con el tiempo la curiosa costumbre de conservar a cada una de sus mascotas. Desde temprana edad aprendió el complejo y milenario oficio y un gato tricolor, muerto de viejo, fue el primero en decorar su cuarto. Al crecer, al igual que su padre, el taxidermista comenzó a ganarse la vida preservando una inmensa cantidad de mamíferos, aves y reptiles para ser exhibidos en museos. Fiel a su costumbre, no conservó ningún ejemplo de sus innumerables trabajos a excepción de sus mascotas. Actualmente, dos gatos, tres perros, cinco hámsters, tres loros, una iguana y dos serpientes posan inmóviles en una inmensa sala, manteniendo la memoria de sus mascotas muertas. Pero la pasión por su trabajo lo ha llevado a ambicionar una mayor colección. Hace tiempo que el taxidermista ha dejado de aguardar la muerte natural o accidental de sus mascotas.

Las mañas del tiempo

«El tiempo es finito», reflexiona el científico al mismo tiempo que ambiciona manipular a su gusto esa molesta ley física. Decide no rendirse ante la supuesta imposibilidad de tan ardua tarea y actúa en consecuencia. Como primera instancia y para tratar de comprar algunos años más de vida, deja de fumar cigarrillos; no vaya a ser cosa que una adicción innecesaria y tan poco redituable para su organismo le imposibilite disfrutar de su adicción al trabajo. Resuelve también reducir la sal en las comidas, hacer deporte, evitar las grasas, prestarle atención a los carbohidratos y agregar verduras a su dieta. Si bien no está exento de ser atropellado por un camión, tales precauciones lo tranquilizan. Luego descuelga el reloj de pared de su laboratorio, extrae las pilas y las agujas se congelan a las 2:50 de la madrugada. «El tiempo es relativo», reflexiona el científico con una eternidad por delante.

Nota del autor:

Hola a todos de nuevo y bienvenidos a lo que podríamos llamar el «tercer ciclo de las 150 diarias».

Todo este mes de ausencia que dentro de este espacio se asemejó a un merecido descanso, de descanso no tuvo nada. Aproveché para poner en marcha dos grandes proyectos personales que se suman a las 150 diarias.

El primer proyecto se trata de un «Estudio de Desarrollo y Administración de Contenido», mientras que el segundo, en etapa de gestación, es el que va ocuparme los fines de semana.

Por lo tanto, durante este año, 150xdía va a continuar con publicaciones diarias (tres días con microrrelatos inspirados en noticias de la actualidad y dos días con microrrelatos de tema libre) a excepción de los sábados y domingos.

Les prometo que no va a pasar mucho tiempo para que empiece a develar algunas cositas.

Mientras tanto, volvemos con los comentarios microrrelatados, vamos a notar algunos cambios en el diseño del blog (no todos los que me hubiese gustado) y a medida que vayamos avanzando en el año, nos vamos a ir encontrando con más novedades.

Eso es todo por hoy.
Nos vemos mañana.

El cuarto 314

Los párpados comienzan a pesarme y decido parar en el primer hotel que veo al costado de la ruta. Estaciono, pido una habitación, me dan la llave, subo las escaleras y camino hasta el final del pasillo. Un cartel con el número «314» está clavado sobre la puerta. Revuelvo en el fondo del bolsillo de mi sobretodo hasta que entre papeles, monedas, pastillas de menta y algunos billetes arrugados, encuentro la llave. La coloco en el picaporte, giro dos veces hacia la derecha y pateo suavemente la puerta para abrirla. Meto la mano en la oscuridad del cuarto buscando la perilla de la luz sobre la pared. La enciendo. El interior de la habitación se ilumina por completo y no puedo evitar preguntarme cuánta electricidad se gasta para alumbrar una habitación infinita. Alcanzo a ver la cama a unos cuantos kilómetros al fondo. El descanso se va a hacer esperar.

Nota:
Hola Chicos. Antes que nada me gustaría agradecerles por seguir visitando y comentando en este espacio durante mi ausencia.
De acuerdo a lo estipulado hace un mes atrás, tendría que haber vuelto a publicar el 7 de mayo pero los tiempos se fueron retrazando un poco. «Las cosas de palacio van despacio», suele decir un amigo de la casa.
Mientras tanto, los dejo con el microrrelato de hoy.
Nos vemos en unos días. Gracias por la paciencia.