Un microrrelato por día y cada uno de 150 palabras. Ni una más, ni una menos.

El loco Buenavista

Las actitudes del loco siempre fueron arriesgadas e impredecibles. Eso era lo más característico del loco Buenavista, como se lo conocía en el pueblo por hacer cosas que escapaban a la creatividad y osadía del resto. El sobrenombre siempre le antecedió al apellido y como ya habrán notado, suplantó al nombre, el cual nadie conoció a ciencia cierta puesto que sus padres también habían tomado la no tan cariñosa costumbre de usar el apodo. Claro está que el loco Buenavista era un «loco lindo», como suele decirse. Un loco sin ningún tipo de problema mental y con los tornillos bien puestos. Siempre atento sobre lo que hacía y los peligros que corría, y siempre considerado y preocupado por si sus locuras podían llegar a perjudicar a alguien. Tristemente, el hecho de que hable en pasado sobre el loco Buenavista, nos da una pista de hacia dónde lo llevaron sus locuras.

6 comentarios

  1. Dice ser Metamorfosis

    Existe una rama de la locura, una muy especial y extraña, de la cual hay varios tipos: Los genios, que por el hecho de usar el cerebro mucho mejor que los demás, se consideran locos o visionarios. Los valientes, que en una situación de máximo peligro se lanzan a ayudar a los demás sin pensar en sí mismos y en las consecuencias. Los solidarios, que lo abandonan todo: su familia, sus amigos, las comodidades, y se lanza a la aventura de cambiar el mundo, empezando por una pequeña aldea de África o de la India. Incluso se considera locos a los soñadores, que se pasan la vida en la Luna, sin molestar a nadie, y aterrizan de vez en cuando en el mundo con esa eterna pinta de despistados, de estar fuera de lugar.
    ¿A cual de estos tipos pertenecía el loco Buenavista?. Yo pertenezco al último grupo, al menos impactante de todos. Incluso puedo vivir entre la gente sin que se den cuenta de mis locuras…

    06 febrero 2011 | 11:58

  2. un saludo de domingo!!

    Clica 😉 mi 😉 nombre 😉

    06 febrero 2011 | 12:06

  3. Dice ser Clica aqui

    Todos tenemos un gramo de lucura por kilo de peso eso esta comprobado por mi que cuanto más como más loco me siento y mis ideas son más desquiciadas . Un dia conseguí escribir un cuento que se me eclipsaba si lo dejaba para el dia siguiente y lo queria proseguir . Lo habia olvidado completamente y a pesar de que leia lo escrito no sabia como continuarlo hasta que no me hinchaba de comer. Tambien descubrí que comiendo buenas rebanadas de jamón de bellota mis facultades intelectuales crecian de una forma asombrosa . Yo creo que lo que estaba alimentando era a las musas que deben estar metidas en mi estómago y no se dan por aludidas si no las alimento a bien . Desgraciadamente quizas sea por eso que solo escribo tonterias y locuras indignas y por eso ninguna buena editorial me quiere públicar , solo las muy malas., las de Internet que son un timo. A proposito tengo proyectado denunciar a alguna por no cumplir las condiciones del contrato. Si alguno de los que mme leen esta en esa tesitura que se una a mi y asi tendremos más fuerza , aunque estemos locos de remate.

    06 febrero 2011 | 12:37

  4. Dice ser Michan

    Juas, pobre loco… seguro que si no hubiese estado tan loco no hubiese muerto xD

    Clicka sobre mi nick! ^^

    06 febrero 2011 | 12:55

  5. Dice ser ana...

    Dicen que; de poetas y locos, todos tenemos un poco…
    Por aquí, lo de poeta se lleva la bandera es Al Sur de Gomaranto…vamos que lo de ayer del abuelo fue tremendo jejeje
    Esta prohibido soñar Walter, lo sé, lo he comprobado!
    A los soñadores nos tildan de locos, nos cortan las alas, por más cuidado que tengamos en no hacer daño a nadie con nuestras “locuras”.
    Ellos los “cuerdos”, no descansan hasta que nuestro nombre no sea dicho por todos en pasado!!!

    06 febrero 2011 | 15:57

  6. Dice ser Al Sur de Gomaranto

    Hace tiempo en mi juventud
    viví unos años en un ciudad,
    que está al sur de Andalucía.
    Bonita tierra en verdad,
    pero lo mejor de allí,
    no es sus vinos ni su sol,
    que bueno si que lo son,
    lo mejor de lo por allí,
    es de su gentes, la bondad.
    Eran años de escasez,
    habían muchos indigentes.
    Algunos no estaban bien,
    otros se hacían el demente.
    Y pateaban la ciudad
    sin parar constantemente.
    Por eso se les encontraba,
    a todos y a cada uno,
    cada día varias veces.
    A nadie daño ellos hacían
    y eran muy divertidos,
    cuando en cualquier esquina
    montaba su espectáculo,
    o su show, como ahora le dicen.
    Había un señor muy culto,
    con un gran bigote blanco.
    Que con su cigarro en la boca,
    siempre, siempre iba fumando.
    Decía llamarse, Matías,
    y de apellidos, Ortega Ruiz.
    Vestía con traje blanco,
    y un elegante sombrero,
    en la solapa, un clavel rojo.
    Siempre zapatos calzaba,
    cuando casi todos iban
    en los pies, con alpargatas.
    Residía, en el manicomio,
    y como era inofensivo,
    a recorrer la ciudad,
    todos los días salía.
    Cuando su pensión cobraba,
    el dinero lo gastaba,
    en comprarse cada mes,
    traje, camias y corbata.
    Y en pasear por la cuidad.
    montado en coche de caballos.
    que varios días lo alquilaba
    hasta agotar su dinero.
    Paseando por la ciudad
    donde había gentes se paraba.
    Después de dar un zapatazo
    el la acera de una esquina,
    para llamar la atención
    de todos los viandantes,
    que le rodeaban para oírle
    y dentro de lo posible
    para entablar diálogos.
    Poco le importaba el tema
    incluida la religión,
    tenía conocimientos de todo.
    Solo había una exclusión
    de política, nunca habló.
    De oratoria elegante,
    de mucha verdad e ingenio.
    Con su voz “aguardientosa”
    y a le vez un poco ronca.
    Él comenzaba diciendo:
    -¡¡Y dice… Matías!!
    (zapatazo en el suelo)
    ¿Porqué llaman a la cama, cama
    y a la cómoda, cómoda?
    ¿Siendo más cómoda
    la cama, que la cómoda?
    Nunca lo vi mendigar,
    salvo en alguna excepción,
    que mirando algún balcón
    donde había una mujer.
    Solicitaba una aguja.
    para coserse un botón.
    Cuando la mujer decía:
    -Matías, le echo la aguja,
    enhebrada en hilo blanco.
    Matías gritaba: -¡¡Alto!!
    Así no me la eche usted,
    porque se puede perder.
    Para que no se nos pierda
    ¡Señora, pínchela en un bollo!
    Si es posible de pan blanco.
    Allá por aquellos tiempos,
    no admitían en las calles
    tertulias ni aglomeraciones,
    y la fuerza pública llegaba
    pidiendo que se circule.
    Matías si es que podía,
    trataba de escabullirse.
    Si no le era posible,
    Los guardias le reprendían:
    -Matías está alterando,
    como siempre el orden público.
    Matías, sacaba de su cartera,
    una cédula de identidad
    y decía:- ¡¡Señor guardia!!
    ¿Qué orden voy yo alterar?
    Lea y comprobará,
    que sigo siendo oficial
    del ejercito, en la reserva.
    Dicen que ya por vejez,
    murió en el manicomio,
    el simpático Matías,
    Que de poeta tuvo mucho,
    y creo, que muy poquito de loco.

    06 febrero 2011 | 16:48

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