El alcohol en exceso, además de alejarlo de su familia, había afectado su pulso y avejentado su rostro. A todos lados llevaba su petaca de whisky. Era el combustible que necesitaba y por lo tanto no podía arriesgarse a salir a la calle sin él. Lo llevaba dentro del bolsillo interior derecho de su saco para tenerlo a tiro y cuando sentía que se le terminaban las fuerzas para seguir caminando, recargaba el cansado organismo. Su mano reaccionaba de memoria y se dirigía mecánicamente hacia la ancha botella de acero inoxidable que contenía el líquido capaz de lograr la combustión interna necesaria para mantener el paso. La derecha desenroscaba, la izquierda inclinaba el pico y la castigada garganta parecía cicatrizar ante el firme caminar de Johnnie Walker. En los últimos años de su vida, no podía avanzar ni cincuenta metros sin desenroscar. Falleció en una esquina, al pinchársele el tanque.
Viva el Johnnie Walker (sin duda, ningún nombre de whisky mejor si va a ser un combustible para andar…)
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Pincha sobre mi nombre.
12 enero 2011 | 11:31
Un breve artículo.Un relato de escalofrío.Una realidad demasíado común….Gracias!
12 enero 2011 | 11:40
pues si… demasiado común por desgracia :s
un saludo! 😉
y un clic en mi nombre 😛
12 enero 2011 | 12:25
Más que un combustible para echar a andar, el alcohol es un oxidante corrosivo que va royendo el hígado y matando más neuronas de la cuenta (o terminaciones nerviosas, más propiamente). Como casi todos los venenos, en pequeñas dosis es beneficioso para el organismo, sobre todo el vino y la cerveza,como demuestran los estudios. Pero cuando alguien se deja llevar por la adicción y lo necesita para seguir adelante, es la señal incuestionable de que necesita abandonarlo. Por desgracia, como una de la drogas legales socialmente admitida, su consumo no es considerado nocivo hasta que afecta al trabajo, hace insorportable la vida en familia y finalmente el/la afectad@ acaba tirad@ en un callejón…o en un coche destrozado en una cuneta…
12 enero 2011 | 13:55
Sí, vale, pero fumaba o no fumaba que eso es lo que cuenta.
12 enero 2011 | 14:12
yiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiija cubatas pas tos!!!
12 enero 2011 | 15:22
Muy bueno Walter! Triste y real.
Hace poco, leí, que más allá de las propiedades que puedan tener el vino, o cualquier otra bebida alcohólica, siempre es mejor no tomar alcohol.
Pero bueno, un poco de fernet (branca) con coca (cola), no le hace mal a nadie, para la digestión, obvio! 😉
12 enero 2011 | 15:57
Desde hace un tiempo el combustible de mi vida tiene un nombre con cuatro letras, cara de ángel,y cuerpecillo de mujer.
Es mi hija.
12 enero 2011 | 18:14
Por desgracia demasiado corriente en toda la ciudadanía del mundo, sobre todo en la occidental. Y todavía mucho peor y más trágico, es que cada vez caen en este peligroso vicio, adolecentes de menor edad. Pienso que ya que estamos en época de leyes dictatoriales, y represivas, sobre el consumo de tabaco, no estaría demás aplicar algo de esto también, sobre el exceso de consumo de alcohol, por lo menos en España. Ya que creo que los dos productos tóxicos, van de la mano, en cuanto a problemas graves de salud, del ser humano se refiere. Como todos sabemos, el primero repercute en enfermedades graves, a largo y medio plazo, sobre la parte física del organismo. Y el segundo también es sabido ya de antaño, que aparte de tener parecidas consecuencias en la parte física, sobre todo para el “hígado, “también desarrolla importantes taras, en el área síquica, destruyendo, y reduciendo, de forma considerable, la cantidad de neuronas en el cerebro….Un saludo…
12 enero 2011 | 18:51
Maldita bebía
que por tu culpita
destrocé mi vía,
la de toa mi gente
y la de la mare mía…
.
Así comienza una coplilla
que compuse hace años.
Cuando la oí de cantar
con los lamentos y quejíos
que el cantaor le fue dando.
Sentí dentro tanta pena,
me hizo el oírla tanto daño.
Que desde ese mismo día
no volví a probar ni un trago,
aunque poco yo bebía.
Solo muy de cuando en cuando,
en bodas o cumpleaños.
Quizás lo que más me dolió
era ver a un amigos,
Que no podía levantarse
sin tomar un trago de vino.
En ayunas comenzaba,
y al primer trago ya él,
se podía levantar,
desde entonces no paraba
y cada día se bebía
todo lo que podía y más.
No se murió en una esquina,
murió en el hospital,
con el hígado deshecho,
y carcinoma de páncreas.
12 enero 2011 | 21:02