Realizó el mismo papel durante tanto tiempo, que los televidentes ya no pudieron distinguir entre el personaje y la actriz. Creció en la televisión, haciendo el exitoso papel de una niña que superaba pequeños problemas cotidianos. Naturalmente, aquella que había sido una niña, terminó superando el metro sesenta y enfrentándose, además, a las complicaciones de la adolescencia. Por último, antes de arrojarse del balcón, estaba comenzando a vérselas con las responsabilidades de la vida adulta. Acostumbrada a leer una y otra vez cómo tenía que actuar, siempre le fue difícil diferenciar la vida real de la ficción. En consecuencia, nunca supo si ella era realmente ella, o bien, si era quien le decían que fuese. La famosa actriz, conocida por el nombre de su personaje y reconocida por la simpatía y desenvoltura del mismo, encontró, al borde del balcón, la única forma de averiguar si tenía control sobre su vida.
Podía haber huído del plató de su vida, como Jim Carrey en el Show de Truman. Podía haber cogido un avión, el primero que despegara del aeropuerto más cercano, hacia cualquier sitio. Podía haber empezado su verdadera vida en un lugar muy lejano, con un nombre distinto al suyo y del personaje que interpretaba, tomando las riendas de una nueva vida. Si hay tantas opciones que tomar… ¿por qué se sigue tomando la decisión de salir volando por un balcón? Por mucho que nos empeñemos, seguimos sin poder volar, pero aún podemos salir huyendo con ayuda de nuestras piernas…
27 agosto 2010 | 08:11
¿de quien habla?
27 agosto 2010 | 09:13
Cuéntanos más…
27 agosto 2010 | 09:27
Buena idea y mal desarrollo de la misma. No quiero desilusionar al autor del relato pero debería haberselo currado más. Ánimo
27 agosto 2010 | 10:18
Cuanto mal ha hecho el red bull….
27 agosto 2010 | 10:33
Estoy con jm, ¿de quién habla??
27 agosto 2010 | 10:49
Muchos se preguntan de quien se habla y yo podría adelantar varios casos,que aunque no se desfenestraron si que encontraron el The end, en la bañera, entre ellas puedo citar un par, Marilin y La famosa Ordoñez que ya hace tiempo viven en otro mundo y que aseguran muchos que no lo han visto, pero que se basan en la fe, que es mejor.
Clica sobre mi nombre
27 agosto 2010 | 13:06
La vida de los niños prodigio, estará siempre en cuestión. Son los propios padres los que encadenan la vida de niños que en un periodo importante de formación, sacrifican sus infancias por intereses económicos.
Todo suele empezar por el gusto de ver a los hijos destacar en algo, pero no se tiene en cuenta la infancia robada.
Yo recuerdo de pequeño a un chico de mi barrio al que su padre no lo dejaba jugar al futbol con los demás. Todos los chicos veíamos cual era su pasión y su talento, hasta que el Madrid le puso los ojos encima y se lo llevó. Duró algunos años, hasta que se maleó y se quedó en la nada.
Hay quienes nacen para destacar con algún don, y quienes son obligados a destacar. Estos últimos no suelen asumir y viven frustrados.
27 agosto 2010 | 14:40
Metamorfosis, a lo mejor, alguien que intenta volar es porque ya no quiere huir. 😀
Nico Las, gracias por la crítica.
Antonio, buenos ejemplos.
Enmascarado, me gustó la reflexión de «ser obligados a destacar».
Jm y Princess, la propuesta del blog es trabajar sobre las noticias de 20minutos, y ver qué historia puede nacer desde esa noticia. Si bien los microrrelatos parten de un tema de actualidad, el texto es ficción. El link a la noticia está en el cuerpo de los textos.
27 agosto 2010 | 15:24
siempre se puede empezar de 0 desde cualquier otro sitio, cualquier solucion es mejor que desaparecer.
27 agosto 2010 | 23:14
¿Que pasa Walter, se te han pegado las sábanas?
¡Arriba campeón que hay que producir!
28 agosto 2010 | 11:47
El caso es que yo sé con pelos y señales todo cuanto ocurrió. Pero los muertos no hablan, ¿no?
No me sueltes la mano… ¡Escribe! ¡¿No sabes escribir con una mano?!…
El caso es que yo anudé mi trenza con aquella cinta de raso color cielo. ¿La recuerdas?… Era como tener alas… Pero las alas se entrelazaron en las cuerdas del tendero. Luego… Pensé, pensé, pensé… ¿Qué pensé?… No lo recuerdo.
Sigue escribiendo. No me sueltes la mano…
El caso es que las cuerdas del tendedero no aguantaron . Eso sí lo recuerdo. Luego, vino el rayo verde. Luego… ¿Cuánto luegos pasaron? No los recuerdo. En el último escuché tu llamada: “Estrellita, ven”.
Aún no me he ido, Sirio. ¿Por qué me sueltas…?
28 agosto 2010 | 23:05