140 y más 140 y más

"It's the end of the world as we know it (and I feel fine)" Michael Stipe

Entradas etiquetadas como ‘Secret Food’

¿Otra red social? ¡Toma Secret Food!

Dos anfitriones. Media docena de comensales. El lugar es lo de menos, el caso es que la reunión tiene como objetivo que los asistentes, que no se conocen entre sí, compartan experiencias, aficiones, inquietudes personales y profesionales o casi cualquier cosa que caiga sobre la mesa. Algunos se dan cuenta de que podrían haber coincidido antes o después; otros, directamente, descubren sorprendidos que tienen contactos en común.

Mientras los organizadores se dedican a la cocina, los invitados comen, beben y charlan. Se encuentran cómodos y han dejado atrás cualquier posible duda inicial. ¿Cómo han llegado allí? Por recomendación, claro. De hecho, todos se irán a casa con cinco invitaciones en la mano. Su misión será escoger a cinco personas que crean que pueden encajar en las siguientes citas. Los dueños de la idea se encargarán, a partir de ahí, de construir los futuros encuentros.

Todo este proceso nos suena. Acabo de describir cómo nace y crece una red social. Cómo funcionan los nodos, cuál es su papel, cómo establecen conexiones con otros nodos, qué tipos de enlaces se generan. Así es como fluye Internet. Sabemos mucho de esto, porque en los últimos años no hacemos más que entrar en círculos de este tipo, por nuestra cuenta o por indicación de otros. Vivimos en una burbuja socializadora que parece no tener fin.

Que levante la mano quien no haya buscado una invitación como loco para la red social del momento. Quien no se empeñe en que le sigan o en hablar con cuanta más gente mejor. Lo bueno es que nunca es igual: siempre hay nuevas formas, otros caminos por los que discurrir, más o menos específicos, más o menos adecuados. Mientras tanto, vamos aprendiendo y esquivando calles cortadas y también autopistas masificadas.

De acuerdo, esto es así. Pero lo cierto es que toda nuestra trayectoria social reciente se circunscribe al terreno virtual, que vamos alternando con una realidad física, tangible, de forma cíclica. Cuando se tercia, vamos. Por eso quiero volver al primer párrafo de este post, a la cena. Porque el pasado sábado yo asistí a una. A una cena secreta con gente desconocida con la que me reunieron por afinidad y porque alguien quiso que yo fuera (y yo dije que sí encantada).

Una amiga mía, también periodista, me entregó un día un papel rojo. En él había una contraseña escrita y, en el reverso, un correo electrónico. «Escribe y di que tienes esta invitación». Así lo hice. Recibí una amable contestación y una explicación de la mecánica de esta suerte de red social en la que quería entrar. Tenía que explicarles en pocas palabras quién era yo, a qué me dedicaba, mis gustos, si tenía un blog o no… Entre otras cosas, les remití a mi about.me.

Me sugirieron una fecha para acudir a una de sus cenas, yo acepté y entonces pasamos una semana intercambiándonos emails. Ellos me lanzaban mensajes sugiriendo texturas, perfiles someros de mis acompañantes, colores, música, etc. Y yo me preparé, no sin indagar un poquito sobre todos ellos -soy periodista, qué le vamos a hacer-, para el banquete. Porque eso sí, me dejaron claro que en esta red social la comida era importante, aunque no para sacarle fotos.

Dos horas antes de la cita se me reveló la dirección, que cambia con cada cena. Allí me planté y conocí a seis personas con las que pasé casi siete horas hablando en una terraza con bonitas vistas. Todos estábamos allí porque Nico (director de cine) y Gabriela (consultora de medios en un estudio de diseño), los anfitriones, nos escogieron entre los candidatos propuestos por anteriores asistentes. Había un fotógrafo, dos personas relacionadas con Internet, un escritor y otras dos personas relacionadas con la comunicación, pero en distintos ámbitos.

Teníamos muchas cosas -y descubrimos que hasta personas- en común. Intercambiamos opiniones sobre diversos temas y quedamos en vernos otra vez. Incluso para cuestiones profesionales. Al final, con las copas, los dos organizadores se unieron a la conversación. Esta era la cuarta cena que gestaban y su pretensión es que la red se vaya tejiendo abriendo cada vez más los campos profesionales y personales. Es toda una experiencia, aviso.

Me contaron que en Estados Unidos este tipo de iniciativas están empezando a extenderse y que querían poner en marcha algo parecido en Madrid. Pero, por insistencia de Gabriela, con una condición: que la comida fuera un elemento cuidado. Y así es. Varios platos elaborados en el momento, con recetas entre caseras e innovadoras, componen una cena agradable y sin pretensiones. El precio es fijo, 40 euros con vino y un estupendo aperitivo. Copas aparte.

Poco más tengo que contar. No puedo revelar el menú -que va cambiando y forma parte del factor sorpresa-, pero sí puedo decir que no os quedaréis con hambre. La iniciativa se llama Secret Food. Yo ya tengo colocadas mis cinco contraseñas, así que espero que la gente recomendada por mi se lo pase bien y haga buenos contactos. Confieso, no obstante, que me quedo con una: quiero repetir.

«Puedes contar incluso las cosas malas», me han dicho. ¿Quizá que el mundo es un pañuelo y que en un primer círculo pisamos más cemento armado que arenas movedizas? Puede ser, y lo digo porque sabiendo quién organiza es fácil intuir por dónde irán los tiros, aunque ya he mencionado que el universo se ampliará. ¿Que esto no inventa nada nuevo? A lo mejor, pero no deja de ser apetecible, distinto. ¿Redes sociales? ¡Toma Secret Food!.

* Primera imagen, de AlanGradilla.
* Segunda imagen, de Handspoldoja.