140 y más 140 y más

"It's the end of the world as we know it (and I feel fine)" Michael Stipe

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Indi, búscame los hashtags

No hay ninguna herramienta a día de hoy, o eso creo, que nos diga cuándo y cómo nació un hashtag determinado en Twitter. A menos, claro, que nosotros mismos hayamos visto el primer tuit, que el tiempo analizado sea breve o que, debido al poco uso del hashtag, seamos capaces de encontrar el origen.

Sería interesante saber quién tuiteó primero con algunas etiquetas que hoy hemos asumido como cotidianas.

¿Quién puso primero #sonmisamigos? ¿O #ironía? ¿Quién utilizó #mátamecamión por primera vez? ¿Y #recomendar o #yoconfieso? ¿#viernes? ¿#señorasque? Por no hablar de #URGENTE Y #ÚtimaHora. Ejem, Ejem. #WTF, #LOL, #NSFW y demás también podrían valer, aunque entran ya en el universo anglosajón, más amplio y diría yo que prácticamente imposible de rastrear.

Esta tarde he recordado algo. Perdón por el momento friki. El 5 de marzo de 2011, una excompañera de trabajo y yo nos pusimos a buscar el inicio de #oidoenlaredaccion -así, en castellano-. Teníamos la idea de que habíamos sido nosotras, en la redacción de 20minutos, las que un buen día habíamos decidido colocar la etiqueta en un mensaje de Twitter.

Buscamos con ‘Google en tiempo real’, que hoy ya no existe. No había pasado demasiado tiempo, así que pensamos que no sería difícil. Lo encontramos. Un tuit mío del 9 de febrero de 2010. Este:

 

A partir de aquí, nació una página en Facebook auspiciada por 1001Medios -grupo del que formo parte- que se fue llenando sola de anécdotas y que adquirió vida propia. Fue un experimento que estuvo (y está) muy bien.

Existe la versión en ingles, Overheard in the newsroom; nació en enero de 2009 como web, cuenta de Twitter y después página de Facebook. Yo la conocí después.

Han pasado más de dos años de nuestra primera incursión en los orígenes del hashtag y hoy me he puesto a buscar de nuevo, por curiosidad. No existe Google en tiempo real, así que he hecho dos (tres) cosas, intentando salvar los obstáculos -buscar en Twitter es una odisea, tiene muchas limitaciones- y teniendo en cuenta que no me meto con la API.

Un scroll a lo bestia en la web de Twitter en español (varias búsquedas, por qué no, en Google) y una búsqueda en mi archivo de tuits, que descargué en cuanto Twitter permitió hacerlo. He descubierto que el tuit del 9 de febrero no fue mi primer tuit con #oidoenlaredaccion. Fue el segundo. El primero tuvo lugar una semana antes, el día 2.

Sigo creyendo que es el primer tuit en español con el hashtag. Este:

 

 

Me he venido arriba. Así que, como me he acordado de otra cosa, he pasado a buscar otro hashtag: #congreso. En octubre de 2010 cambié de sección dentro del periódico. De Cultura pasé a Actualidad. Y mi primer reto entonces fue ir al Congreso de los Diputados de forma frecuente para informar sobre lo que allí se cocía.

Casi, casi, sin pillarme los dedos, diría que la primera persona que usó el hashtag #congreso en una cobertura informativa desde allí como periodista fui yo (hoy lo hacen fantásticamente bien profesionales como @sonsolesonega o @maria_rey). Hay un tuit también para esto. Este:

 

 

Siguieron en las siguientes semanas plenos como el del estado de alarma o jornadas como la de la ley Sinde. La famosa. Esa. Ese día dupliqué el número de followers. ¿Por qué? Pues porque la web del Congreso sufrió un ataque DDos y solo tres periodistas contábamos (tuiteábamos) lo que allí pasaba. Eramos @pilarportero, @toribiobea y yo.

El hashtag #congreso tuvo un papel importante para aglutinar la conversación, al margen de #leysinde, porque de alguna manera -yo aún no usaba esa función, de hecho mi teléfono era un nokia- geolocalizaba lo que estaba pasando. Hace poco tiempo, gracias al archivo de tuits, me decidí a crear un Storify que recogió todo lo que conté ese día.

Todo este relato me sirve para, primero, para poner el foco en los hashtags (con sus cosas), en la historia de Twitter y en lo interesante que es saber de dónde vienen los conceptos. Pero también, para animar a que los usuarios buceen y, si lo consiguen, afinen aún más todas estas incursiones en el pasado. Twitter es efímero, sí, pero tiene mucha memoria.

Por cierto, que en mis primeros meses de vida en Twitter no usé ningún hasthag (#fail). Los primeros que utilicé fueron #fb, pero porque tenía vinculada mi cuenta de Twitter con la de Facebook y al poner aquello los tuits se me publican en los dos sitios, y, cómo no, #FF. Después, la cosa fue (siempre) a mejor.

Fotos sí o fotos no en Twitter

La previsualización de fotos en Twitter. El dilema. ¿Las dejo siempre a la vista o deshabilito esa opción para que no saturen mi timeline?

En la aplicación móvil puede hacerse desde la configuración, aunque para la web hay que buscarse algún truco que otro. Pensaba que iba a ser peor, la verdad. No me he encontrado imágenes desagradables hasta ahora ni me ha parecido demasiada la carga visual. Creo que he desarrollado un filtro mental que me hace ignorar las fotos que no quiero ver; las de las cuentas más institucionales, por ejemplo.

No obstante, no hago más que leer críticas y reproches por la continua feisbuquización de la red social. La estrategia es clara, explica Wired, atacar a Facebook de frente y posicionarse en el terreno de las fotos: Twitter solo muestra ‘sus’ fotos -no las de Instagram o Flickr- y se deshace de un plumazo del concepto de imagen ‘privada’. Si quiero que mi foto la vea todo el mundo, la tengo que subir a Twitter.

A nadie le han pasado desapercibidas, de todas formas, las intenciones publicitarias del asunto. Esta función es perfecta para anunciantes o para todo el que quiera promocionar algo. Y ahora que Twitter ha salido a Bolsa, el interés por dejarse ver crece. Espero que la invasión no sea agobiante, porque entonces los usuarios, o al menos los más veteranos, empezarán a cambiar de red.

 

 

El caso es que, más allá de los obstáculos -imaginad, aunque sea doloroso, que de repente todo vuestro timeline decidiera retuitear el mismo tuit con foto; no haríais más que ver la misma foto repetida, una y otra vez-, el otro día vi algo que me hizo gracia en la cuenta de un tipo que trabaja en marketing llamado Sean Percival.

De vez en cuando, suelta varios tuits seguidos con las distintas partes de una foto o un dibujo, de manera que vistos en su timeline o, si se da la casualidad de que caen juntos, en el tuyo, conforman una imagen completa. Previsualización algo más manual. Enseguida se me vino a la mente algún tuitero como Javier Tascón y sus virgerías tuiteras aunque, claro, no pueden compararse a una imagen ya hecha (están mucho más elaborados).

Pongo de ejemplo dos tuits juntos incrustados y, más abajo, una captura del timeline del ínclito con otra imagen en cuatro tuits. No deja de ser un pasatiempo, pero seguro que tiene alguna vuelta de tuerca aún más interesante. Hala, a practicar.

 

 

 

@percival

* Tuits sacados de @percival.

El Museo Thyssen, en 140 caracteres

El director artístico del Museo Thyssen-Bornemisza, Guillermo Solana, ha presentado este lunes #Thyssen140, un libro elaborado a partir de una idea muy chula: contar en tuits cómo es la colección permanente del centro.

Las 11 «lecciones» empezaron el pasado 7 de mayo y terminaron el 22. 310 mensajes en total -algunos más si tenemos en cuenta los inicios y finales de clase magistral- para describir los cuadros con apuntes históricos, pictóricos y curiosidades varias.

Y, por supuesto, con fotos de los lienzos en cuestión, algunas veces repetidas para incidir en detalles o aspectos no conocidos de las obras. Los tuits estaban numerados y se recogieron en un Storify, que incrusto abajo.

También se pueden ver, con otra disposición, en el perfil de Pinterest del museo. De esa experiencia on line ha florecido una original guía en papel (15 euros), igual que ocurrirá con las lecciones que Solana ha impartido también sobre la colección Carmen Thyssen.

«Me convertiré en un mito de Twiter el día que convenza a Tita (Cervera) de que se abra una cuenta», ha dicho el director durante la presentación. Ahí queda eso.  Si tenéis un rato, repasad los tuits, porque merece mucho la pena el trabajo.

 

 

Twitter permite que cualquiera te envíe mensajes privados (si le dejas)

A mi ya me ha salido la casilla; a algunos de mis compañeros en el periódico aún no. Pero no tardará.

Hablo de la casilla de los DM (mensajes directos) en Twitter, la que permite habilitar la opción de que cualquiera -sí, habéis oído bien- pueda enviarnos un privado. Así es como se ve en el apartado de «configuración» en web:

Casilla DM

Nadie se ha dado cuenta de esta nueva función hasta hoy mismo. De hecho, en el Help Center de Twitter no ha habido cambios al respecto -a la hora de escrcibir este post-, tal y como se puede comprobar tanto en la versión en inglés como en la española.

Help Center

Twitter no ofrece por el momento una explicación sobre el tema, aunque podemos elucubrar. Para empezar, tal y como comentan The Verge o Techcrunch, esto favorecerá que usuarios/clientes contacten con empresas/marcas. Yo añado que, además, estos contactos dejarán de airear el público ciertos problemas derivados de la atención al cliente, a veces en un tono no muy agradable.

Por su supuesto, esto irá a la inversa. Si habilitamos la casilla puede que empecemos a recibir publicidad porque, ¿no es esto un consentimiento implícito para estas cosas? Si nos sigue una marca podrá enviarnos publi; digo, mensajes.

Por otro lado, a lo mejor ahora es más difícil discriminar los mensajes reales, con contenido, del spam o de los virus. Más o menos sabemos a quién seguimos pero, ¿tenemos identificados a todos los que nos siguen? Puede ser complicado de gestionar.

No activar la casilla supone mantener el control sobre la parte más privada de la cuenta de Twitter; hacerlo puede abrirnos puertas, por ejemplo, a profesionales como los periodistas sin que todo el mundo se entere de que alguien quiere contarnos una cosa o ponerse en contacto con nosotros.

Twitter ya empezó hace unos días a hacer pruebas en este sentido con la cuenta de noticias de última hora @eventparrot. Estoy convencida de que pronto empezaremos a ver en las Bios de algunos usuarios en Twitter un ‘acepto DMs’ (o ‘no acepto’). En algunos casos hasta sería conveniente.

¿Serán los mensajes directos el nuevo whatsapp? Miedo me da.

Si te pueden dar un Nobel, mira Twitter

Sí, la escritora Alice Munro ya se ha enterado de que ha ganado el Nobel de Literatura de este año. Lo sabemos porque han aparecido las primeras entrevistas, concedidas a medios de comunicación canadienses (su país), y porque hay un comunicado difundido por su editorial. Pero no porque haya hablado con la Academia Sueca en primer lugar.

Le ha informado su hija, ha dicho. Aunque igual podía haber mirado Twitter… La prestigiosa institución ha lanzado un tuit tras el anuncio diciendo que habían intentado dar con ella, pero que lo único que habían podido hacer era dejarle un mensaje en un contestador…

 

 

Casi dos horas después, la cosa seguía igual. Tanto, que la Academia ha dado pruebas a los usuarios de que lo que estaba diciendo era verdad. ¿Cómo? Adjuntando el mensaje de voz de Munro del susodicho contestador. Es divertido leer los replies de los seguidores, entre el «drama» y la simpatía.

 

 

A las 18 h en punto de la tarde, hora española, un nuevo mensaje: por fin lo habían conseguido.

 

 

Sevilla, el alcalde de Jun y la ‘twitter riña’

Esa tipografía me suena. Sí, es nuestro. Pero no es de un tema reciente… ¿de cuándo será? Me hice estas preguntas ayer después de ver el siguiente tuit que, por cierto, desencadenó una discusión posterior entre José Antonio Rodríguez, alcalde de Jun (Granada), y Jordi Sevilla.

 

 

Bueno, había más preguntas. Porque cualquier usuario no puede saber, simplemente viendo la tabla, quién la ha elaborado. No hay fuente, y ese «elaboración propia» induce a error. Tampoco hay enlace a ninguna parte. Aunque veo que el tuit es parte de un relato y que viene de aquí:

 

 

El tuit tuvo más de 1.000 retuits y más de 200 favs; lo de las puertas giratorias es un tema candente (aprovecho para recomendar el proyecto Quién Manda, de David Cabo y Eva Belmonte). Pero, ¿alguien preguntó de dónde salía todo aquello? ¿No hablábamos de eléctricas?

El exministro Sevilla se molestó. Vio su nombre en un cuadro, sin información añadida y comparado en comentarios con el de Elena Salgado. No entro en el fondo del asunto, pero sí creo que es necesario –y se nos olvida mucho– aportar el contexto necesario cuando compartimos imágenes, datos o informaciones.

El artículo al que pertenecía la tabla era de mi compañero Nicolás. Es la persona a la que acudo con mis dudas económicas. Lo escribió hace un año. No habla de puertas giratorias de forma expresa ni de «colocaciones inmorales», tal y como las calificó el alcalde de Jun.

Cita «un estudio muy serio», me dice, de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada y menciona la Ley de Regulación de los Conflictos de Intereses, que permite a «expresidentes y exministros ocupar cargos relacionados con su anterior ocupación» dos años después de dejar el cargo. Y viceversa.

Dos años después de dejar el cargo de ministro de Administraciones Públicas, y así lo cuenta en su blog, Sevilla fichó por la consultora PWC, en la que aún hoy, según consta en la web de la empresa, consta como senior advisor en el patronato de la Fundación. En 2009 ya se habló de esto. Y de Elena Salgado.

Volvamos a Twitter. La discusión de ayer terminó con la salida abrupta de Twitter de Sevilla. Otro político que abandona la red social. Ya opiné hace un tiempo de estas cosas y, respetando que cada uno haga lo que quiera con sus redes, es cierto que estos comportamientos no dejan de sorprender al personal.

Tuit de Jordi Sevilla

Sobre todo, en este caso concreto, teniendo en cuenta dos cosas: la causa -una riña y encima con un colega de partido, derivada de un tuit con una información sin fuente, derivado de una queja sobre una eléctrica, y así- y que Sevilla, en mi opinión, no era un tuitero que tuviera la cuenta por tenerla (que los hay).

Aunque supongo que habrá sido la gota que (le) ha colmado el vaso. Y lo digo por esto, de dos días antes:

 

 

Razones aparte, la cuenta de Sevilla aún no ha desaparecido -mientras escribo esto, quiero decir-, así que es posible que su relación con Twitter no haya terminado. Algo que no estaría mal.

En cuanto al alcalde de Jun, ha sido hoy -ha continuado con el debate-, un día después, cuando ha compartido la fuente original de la que salió la dichosa tabla. 85 retuits y 25 favs. El artículo se ha llevado unos 500 pinchazos hasta media tarde de hoy.

Dejo unas preguntas en el aire. ¿Cuánta gente retuitea un contenido sin comprobar que es veraz o, al menos, cuál es la fuente? ¿nos fiamos más de unos usuarios que de otros? ¿qué os parecen estas discusiones en Twitter? ¿aportan o no?

La viralidad de las imágenes en #OccupyGezi

Echemos la vista atrás, pero no mucho: hasta las protestas de mayo y junio de este mismo año en la plaza Taksim de Estambul (Turquía).

Una vez más, las redes sociales mostraron al resto del mundo qué estaba pasando en las calles; muchas de las imágenes que hoy recordamos sobre aquello, de hecho, recorrieron Internet en segundos y fueron compartidas por miles de personas.

Algunas de ellas protagonizan #OccupyGezi: The Power of Images, el estudio que ha llevado a cabo el colectivo Outliers, formado por varios profesionales del diseño, de la arquitectura y del software, junto a la periodista Yolanda Quintana, que me ha llevado hasta él.

Por ejemplo, la imagen que podéis ver a continuación. Acompañó a 5009 tuits y tuvo un pico de viralidad de 11,2 tuits por segundo (el tuit original que contenía la foto y que pertenece a la cuenta @57UN ya no puede verse):

 

 

Fueron seis millones, aproximadamente, los tuits que incluyeron el hashtag #OccupyGezi entre el 31 de mayo y el 6 de junio (la etiqueta no ha muerto, se sigue usando hoy).

Outliers seleccionó, entre todas las imágenes que había en ellos, las seis más compartidas y ha elaborado seis visualizaciones que muestran cómo se hicieron virales, en cuánto tiempo, a través de quién y con qué alcance potencial de audiencia.

Hay varias conclusiones interesantes a las que llega el estudio, más allá de los datos, como que la viralidad de una imagen puede provenir de un simple retuit de una cuenta muy influyente y no del tuit original; que el texto que acompaña a un tuit en una imagen es muy importante en tanto en cuanto la contextualiza o, simplemente, le otorga fuerza conceptual; que los medios de comunicación, en este caso, no intervinieron de ninguna manera en estos procesos de difusión; etc.

Otra de las imágenes más compartidas durante las protestas se convirtió en todo un símbolo y también en un meme que inspiró desde grafitti hasta souvenirs. Fue la que comparaba la emisión de la CNN turca con la de CNN internacional. La primera emitía el 2 de junio un documental sobre pingüinos mientras la segunda reflejaba lo que ocurría en Estambul.

 

 

El estudio explica que Twitter tuvo un papel relevante en la difusión de mensajes y de acontecimientos durante las protestas -entre el 31 de mayo y el 1 de junio se escribieron más de dos millones de tuits con hashtags como #direngeziparki, #occupygezi o #geziparki-, pero que también Facebook, Tumblr y, sobre todo, los streamings hicieron lo suyo.

Echadle un ojo, a ver qué os parece.

 

* Imágenes tomadas de #OccupyGezi: The Power of Images.

Las rayas azules de Twitter, un incordio

«Pues yo no veo las rayas azules»; «Será porque la gente a la que sigues no habla entre sí».

Twitter ha aprovechado el inicio de temporada para poner en marcha una de sus novedades más comentadas. Se trata de las famosas rayitas azules que unen en vertical conversaciones entre varias personas. La red social lo ha llamado, precisamente, Conversations.

Es una forma de poner énfasis en la cantidad de monologuistas que pululan por ahí y alentar a los usuarios a que interactúen, a que hablen y hagan comunidad. Los entrecomillados que dan inicio a este post, que pertenecen a una conversación real, dan una idea sobre esto.

También se intenta facilitar la lectura de las charlas de forma cronológica, de manera que no nos volvamos locos buscando réplicas si es que queremos saber qué se han dicho fulanito, menganita y demás añadidos en un momento dado.

Basta con repasar el timeline propio para ver qué usuarios conversan y cuándo. Con esta nueva manera de seguir conversaciones, podemos ver también las intervenciones de gente a la que no seguimos, pero que también ha participado en una conversación concreta.

 

Después de observar durante unos días cómo funciona esta nueva utilidad, he decir que me parece un incordio para el usuario. Reconozco que es práctica para darle contexto a una conversación entera, pero si uno consulta Twitter de forma constante, sobre todo en el móvil, puede volverse loco.

¿Por qué? Porque cuando hay un reply a un tuit, aunque la diferencia de tiempo entre el primero y el segundo sea, pongamos, de 15 minutos, Twitter vuelve a mostrarte el tuit primero para que entiendas a qué se está respondiendo. Y se carga la cronología general para insertar en ella una cronología específica. Dos ejemplos:

1) A la izquierda podemos ver en mi timeline un tuit del periodista @juanlusanchez. Minutos después de que lo escribiera, alguien le respondió y, como se puede ver a la derecha, desapareció de su ubicación inicial, ya que Twitter lo trasladó más arriba en modo conversación.

Conversaciones

2) Aquí podéis apreciar la diferencia de tiempos dentro de una misma conversación:

tlrayas3

 

Se ve cómo Twitter rescata el tuit inicial, producido en este caso por @ClaraGrima 25 minutos atrás, y arma la conversación con las respuestas de otros usuarios.

El caso es que, con este ‘refresco’ de los tuits en función de las conversaciones, Twitter modifica los timelines de una manera poco grata para el usuario y genera confusión espacial y visual. Yo leo muchas veces mi timeline de abajo hacia arriba cuando uso mi teléfono y esta ruptura me incomoda.

¿Solución? Quizá, mantener las rayitas y la cronología de la conversación (útil), pero fuera del timeline y con acceso a ello como antes: pinchando en «expandir».

Por cierto, que el diseñador de Twitter Mike Kruzeniski está escuchando las opiniones de la gente sobre el tema, así que podéis aprovechar para decirle qué os parecen las rayitas en cuestión.

 

 

Una Twitter experiencia en tu hotel

Había un restaurante en Madrid hace años que tenía en cada mesa un teléfono para que los comensales interactuaran y jugaran a conocerse. He comprobado que aún existe –es el Pêle Mêle– y que mantiene esta manera vintage de establecer contacto con otros en tiempos de Twitter, Facebook y smartphones.

Hoy la cosa ha avanzado y el reto está en comunicarse entre camas balinesas en un hotel de playa u organizar fiestas en la piscina en las que personas alojadas en un mismo lugar coincidan y formen un grupo de intereses (o lo que caiga). Es la nueva socialización de interiores.

Es lo que propone la cadena Meliá en su hotel Sol Wave House, en la zona de Magaluf de Mallorca. Ofrecen una experiencia ligada a Twitter con hashtags por doquier, habitaciones especiales para grupos y extras y una comunidad llamada #SocialWave, a la que los clientes acceden a través de la red wifi del hotel y mediante sus perfiles de Twitter.

Desde colgar una foto a mensajearse con el tipo del bañador a rayas, pasando por pedir algo a una suerte de recepción virtual. Todo vía Twitter y todo intramuros. La iniciativa va dirigida a un público joven y, entiendo yo por la zona de la que se trata y por el vídeo promocional, a clientes extranjeros.

 

Anatomía de un poni (que no es del PP)

Empezaré por decir que, a esta hora, continúan algunos comentarios sobre el dichoso poni en Twitter. Aunque con mucho menos entusiasmo que el pasado lunes. Ese poni que planeó sobre las cabezas de los miembros del Partido Popular y su supuesta contabilidad filtrada, supuestamente, por Anonymous. Ese poni que nunca existió, pero a cuya compra, no se sabe por quién exactamente, se le dio total credibilidad durante unas horas. Hasta que se desveló que había sido una bromita.

Como sabéis, todo salió del blog de Moe de Triana -y de su post Detalles de las cuentas del PP-, que ya ha dado una explicación sobre este asunto. Siguiendo su timeline, tardó menos de un par de horas, aproximadamente, en localizar el animal en unas cuentas que abarcan desde 1990 hasta 2011 y que, por cada año, tienen una decena de tomos, más o menos. El poni, supuestamente, estaba apuntado en el año 1995, aunque el tomo no fue desvelado nunca, solo una aislada captura de pantalla.

 

 

Bastaba con haberse descargado el material y mirado los tomos del año 1995. Algo que supondría mucho tiempo y, sobre todo, no estaba al alcance de todos, ya que supongo que muchos estarían siguiendo el asunto a través de sus móviles. Yo lo hice el martes por la mañana, confieso. Y resultó que, en cualquier caso, era casi seguro que lo del poni tenía que ser un montaje, porque la disposición del concepto y la cantidad, así como la tipografía e incluso el tipo de concepto no cuadraban en absoluto.

Pero, es verdad, era una cantidad ingente de datos y unas horas no bastan para examinar cientos de hojas escaneadas y ponerlas en contexto. Por eso, medios y webs como Diagonal y Cuentas claras han puesto en marcha sendos proyectos colaborativos para desgranar la contabilidad. Digamos supuesta, porque lo único que sabemos es que coincide «en parte» con la entregada por el PP al juez, pero el partido no ha llegado nunca a confirmar que lo filtrado les pertenezca; tampoco está por la labor.

Una de las cosas que, sin embargo, preocupó a los usuarios de Twitter desde el principio, tanto a los crédulos como a los escépticos y también a los socarrones fue la forma de escribir la palabra poni. Tanto, que las cuentas en Twitter de la RAE y de la Fundeu recibieron unas cuantas consultas y, diligentes, ofrecieron respuestas inmediatas.

 

 

Aunque no sé si sirvió de mucho, porque si atendemos a las búsquedas de menciones que nos ofrece Topsy, ganó «pony» de largo, con un pico de más de 80.000. He colocado también en el gráfico el hashtag #cuentasdelPP, que es el que se adoptó por todos los tuiteros para comentar el tema.

pantallazo

 

Supongo que, una vez colado el poni en Twitter, ayudó a su difusión como concepto que algunos usuarios relevantes o simplemente muy populares le dieran cobertura, fuera en forma de chiste o de confirmación implícita al compartir lo desvelado. Aunque claro, las chanzas eran lo más divertido y yo soy de la opinión de que la mayoría de la gente se expresó en este sentido porque se lo tomó todo a broma.

 

 

 

Aunque siempre hubo quien se preguntó si aquello era verdad o no porque, entiendo, iba siendo necesario que alguien formulara la cuestión en voz alta, por si acaso. Y hubo, asimismo, quien lamentó la muerte del escepticismo. Amén.

 

«Twitter nos ha hecho muy crédulos», decían algunos. Mientras tanto, las teorías y ocurrencias adquirían cotas altísimas.

 

Y, por su puesto….

 

 

 

En fin. Poco había que hacer con la bola de nieve, salvo memes y composiciones audiovisuales varias entre las que he escogido esta:

 

Por último, las tradicionales cuentas parodia. Que yo viera, se crearon dos. Una, @elponydelPP, fue suspendida. La otra, @pony_pp, sigue activa, aunque dado que el tirón ha bajado mucho no creo que dure demasiado.

 

Algunas de las conclusiones que sacamos de todo esto: que la ansiedad con ciertos temas nos come y nos fiamos mucho de lo que vemos antes de pararnos a pensar; que el asunto del poni fue divertido a ratos, aunque no en lo que se refiere a no contrastar y a que la anécdota eclipsara a otras cosas; que todo llegó por su cauce habitual al papel; que al mezclarse realidad con ficción poner orden es complicado; que al grupo de música Pony Bravo, que por cierto son muy buenos, le tuvo que sonar el móvil corporativo cada dos segundos; y que:

 

 

¿A todos? No, yo creo que a todos no, pero dejarse llevar es fácil. Por cierto, que a pesar de que se tardó en descubrir de forma oficial que lo del poni era un fake, el propio autor casi hace saltar la liebre minutos antes del tuit de @juanlusanchez revelando la trampa y de conversaciones varias que apuntaban a un desenlace inmediato.

Pude hacer un pantallazo de un tuit borrado que después se volvió a repetir, casi en los mismos términos, cuanto todo se aclaró. Otra anécdota para el anecdotario.

Tuit de Moedetriana