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Viaje a las zonas oscuras de la mente

Hace poco más de 5 días el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pedía que se pusiera fin a las terapias de ‘conversión’ o ‘reparativas’ para jóvenes homosexuales o transgénero. Y es que el país que ha adoptado como propia la bandera arcoíris tiene un pasado (y en buena medida todavía un presente) no exento de homofobia y transfobia. De lo que sucedía en el pasado nos habla la obra FOBIAHOMO (la revuelta de Stonewall) de Rubén Villoslada y cuya reseña ha llegado a este blog a través de Guillermo Llansó.

Foto FobiaHomo

En la década de los 60 ser homosexual en Estados Unidos estaba considerado como una de las peores enfermedades que podía contraer el ser humano. Todo el colectivo homosexual -que por aquel entonces era disperso y esquivo- estaba expuesto a ser no solo juzgado por cometer un delito contra la salud pública (por practicar la sodomía, la holgazanería, etc) sino también a ser víctima de lo que los expertos llamaban “sanación”.

Había dos maneras para hacer que el homosexual se convirtiese en “normal”. La primera se denominaba “terapia electroconvulsiva de refuerzo negativo”, es decir, que el sujeto al que ‘cazaban’ practicando la homosexualidad -expresión muy común para la policía de aquella época- se le exponía a sufrir descargas eléctricas mientras veía una serie de fotografías que no eran aptas ni para su salud mental ni para la buena conducta del ciudadano. La otra era la “lobotomía”, y consistía en insertar en el hueco del ojo (entre el párpado superior y el ojo) un objeto filoso parecido a un pica-hielos. Cuando el médico pensaba que ya estaba en el lugar correcto golpeaba el extremo del instrumento con un martillo, para así destruir un nervio situado en una parte concreta del cerebro, nervio al que se hacía responsable de ‘la enfermedad de la homosexualidad’.

FOBIAHOMO (La revuelta de Stonewall) cuenta en forma de piezas cortas, como el pueblo americano vivió, sintió y en muchos de los casos sufrió, esa sed por intentar sanar al homosexual. Fobiahomo viaja a esos lugares sombríos donde reside el miedo a las emociones de los padres que no aceptan a sus hijos, al medico que intenta sanar al resto de homosexuales porque su ser más querido es gay, a las curaciones mal logradas, a la agonía que persigue a los familiares de las víctimas.

Pero la obra también es música, espectáculo, ritmo,  cabaret. Escenas en clave de comedia que consiguen hacer que la obra sea como una montaña rusa. Monólogos de travestis, niñas altamente patriotas que denuncian a su mejor amigo por que cree que puede estar enfermo, momentos “drama-queen” de las mejores travestis del Stonewall Inn. Y como no podía faltar, también nos encontramos con la lucha. La lucha de aquellos que se olvidaron de su orientación sexual y simplemente tuvieron que luchar por ser personas, por tener los mismos derechos que el resto del pueblo americano. Luchar por la libertad de poder besar, querer, vestir y sentir sin que eso llevase a la muerte. En Fobiahomo uno no sabe muy bien cuando debe reír o llorar. Un texto directo, sin rodeos. Una puesta en escena limpia y clara hacen que el espectadores en mucho de los casos se sientan incomodos respecto a lo que están viendo. Con esta obra el objetivo final de la compañía es conseguir que  cada uno de los espectadores no solo se pregunte si es homofobo, sino que se pregunte si realmente esta haciendo lo adecuado para integrar socialmente a toda persona, sin importar, su orientación sexual, color o raza.

FOBIAHOMO (La revuelta de Stonewall) está durante todos los jueves del mes de abril en la sala Azarte.

(Rubén Villoslada tras formarse como actor en ARTE4 Estudio de actores decide complementar su formación realizando varios intensivos de investigación con Andrés Lima, Claudio Tolcachir y Bob Mc Andrew entre otros. Ha estudiado dramaturgia y dirección escénica con Nacho de Diego en diversos seminarios. Tras su formación Rubén  se interesó por la dirección escénica y comenzó su andadura siendo ayudante de dirección de Jesús Calvo durante varios años en diplomaturas de arte dramático. Ha sido ayudante de dirección de Pilar Valenciano en “Roberto Zucco”. Además se estrenó como director con “La mujer poco hacendosa” adaptación de “Truculento” de Plauto. Ha trabajado como productor en “Bengalas para Sara” bajo la dirección de Nacho De Diego y para la compañía Teatrastabillados)