Viñeta de Teresa Castro (@tcastrocomics)
La bisexualidad sigue siendo ‘esa desconocida’ para gran parte de la población joven. Hoy Día de la Juventud es una muy buena ocasión para hacernos eco de una realidad que bien describe el joven activista bisexual, Esdras Catari (@EscrasC), de Diversitat LGTBI Alacant
Foto: krytofr
Ya antes había llegado al convencimiento de que un gran número de hombres y de mujeres no podía entender eso de que te gusten las mujeres y los hombres. Se acepta que seas maricón o lesbiana, pero, “¿las dos cosas a la vez? ¡Eso no lo entiende nadie!, o al menos no lo entendía gran parte de mi familia. De alguna manera, esa incomprensión se instaló de alguna forma en mi cabeza adolescente, y ni yo lo acababa de entender. Lee el resto de la entrada »
Volvemos a la carga con el nuevo año, y qué mejor manera de hacerlo que con Nieves Gascón (@nigasniluznina). Hoy nos saca una sonrisa con una recomendación que habla de gustar, y gustar mucho. Qué buen deseo para este 2016. ¡Feliz año tengan!
Raquel, mi hija de 12 años, últimamente y en repetidas ocasiones pregunta: «¿Qué pasa si le gustas a alguien?» Contestación inmediata: «Pues nada, es fantástico. No obstante continúa. ¿Y si ese alguien al que le gustas, resulta que no te gusta? ¿Y si te gusta a ti alguien a quien no le gustas?»
Un interrogatorio, incluso al final del día en el que -bajo mínimos- apenas tengo capacidad de respuesta rápida. Llega la adolescencia y las incertidumbres, y entonces analizo mi propia realidad relacional y siento la satisfacción de identificar a personas que me gustan por alguna o varias cualidades y que ante mis ojos les hacen especiales.
«Pues en general, es estupendo gustar o que te guste alguien, Raquel.» Lee el resto de la entrada »
Hoy Enrique Anarte (@enriqueanarte) nos trae un relato del que no te podrás bajar.
Fotografía de Marina Tizón
Miradas. No demasiadas, más algunas veces, menos otras. Miradas que, sin decir nada, lo dicen todo. Si una imagen puede decir más que mil palabras, una mirada debe rondar niveles parecidos. Suele acompañarlas el comentario de turno: «Eres muy mono». O aquello de: «¿Te han dicho alguna vez lo guapo que eres?». Sonríes. Miras hacia abajo. Sientes, sin saber por qué, que deberías sentirte halagado. Es una sensación violenta porque, al mismo tiempo, algo dentro de ti, muy adentro, te insta a gritar un par de verdades. Las palabras se enredan en la lengua. Al final te limitas a sonreír y mirar hacia abajo.
El que habla es un hombre. El que escucha, tú, también. Vienes de cenar con una amiga, una feminista radical, de estas que no calzan tacones y ejercen la legítima defensa cuando un piropo les violenta en plena calle, en el metro o en un bar. Tú la admiras: le pides que te cuente una y otra vez sus anécdotas sobre cómo se enfrenta a los tíos que se le acercan demasiado en las discotecas, sobre cómo descarga todo su armamento transfeminista cuando un obrero precavido se fija en la chica solitaria que anda unos metros más allá. Te encanta aquella de El Rocío, cuando el capillita de turno se le arrodilló a decirle lo guapa que era y las mil bulerías que le cantaría a la semana y ella, en legítima defensa, apartó al acosador de un manotazo. Mon corps m’appartient, lleva ella tatuado en un lateral del torso. Qué suerte que haya mujeres como ella en este mundo. Lee el resto de la entrada »