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A Cristina Cifuentes tampoco le gusta Hazte Oír

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Publicidad de VIPS

De escaso impacto social, las campañas de Hazte Oír se caracterizan porque -al igual que otras plataformas de recogidas de firmas- buscan que se haga algún tipo de justicia. En este caso, ‘los justos’ buscan que paguen ‘los pecadores’ pero sin eufemismo alguno, tal cual. Es decir, que el tipo de justicia que reclama Hazte Oír roza lo asombroso y lo sombrío cuando muchas de sus peticiones, si alcanzaran su objetivo real (al margen de lograr firmas), quebrarían un principio fundamental de nuestra sociedad: la aconfesionalidad.

Pero no todo es el impacto social que algo pueda tener, también está el calado y la confusión vital que este tipo de fundamentos pueden provocar entre los allegados y seres queridos de los simpatizantes de Hazte Oír. Por eso, no nos han gustado nada los mensajes que acompañan a la campaña que han emprendido contra VIPS por un cartel publicitario cuyo gancho es una pareja de gais. Para el peticionario y los firmantes (algo más de 17.000) la imagen de familia que da VIPS no es natural, y se añade más en la petición: Lee el resto de la entrada »

De cómo se gestó la campaña contra la LGTBfobia de Metro de Madrid

Hace ya casi tres semanas que desde el blog nos hicimos eco de la campaña de Metro de Madrid a favor de la Diversidad Sexual. Lo hizo Violeta Assiego reflexionando sobre lo bien que hubiera estado incluir en esa campaña a los otros colectivos señalados en la lamentable circular interna donde Metro depuró responsabilidades. Recogiendo el testigo de aquella reflexión, desde Arcópoli (Ruben López) nos cuenta el «making off» de aquella campaña contra la LGTBfobia en la Comunidad de Madrid.

Reuniones de preparación de campaña con miembros de Arcópoli

He decidido escribir esta entrada porque mucha gente nos ha preguntado que por qué no se llevó a cabo una campaña en favor de los otros dos colectivos injuriados en la famosa circular de Metro de Madrid. De ahí que os queramos explicar cómo se logró la primera campaña en el Metro de Madrid por la Igualdad Real de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales.

Antes de empezar, quiero dejar claro que en Arcópoli estamos totalmente de acuerdo con abordar en conjunto las acciones que nos repercuten a los colectivos discriminados. Y así es como hemos compartido numerosas acciones para conseguir sinergias con movimientos como el feminista, entre otros. Pero sí queremos señalar que creemos en la lucha sectorial. Pensamos que hacer una campaña general que englobe todas las discriminaciones sin tratar las particularidades de cada una de ellas diluiría el mensaje, lo cual no es bueno ni para nuestro colectivo, ni para el resto de grupos agredidos. Hecha esta aclaración, empezamos este pequeño relato, que narra una historia pequeña pero de gran trascendencia. Lee el resto de la entrada »

¡Qué bien hubiera estado incluir a los otros colectivos en la campaña de Metro de Madrid!

Por Violeta Assiego (@Vissibles)

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Reparar el daño causado siempre es buena cosa. No porque lo digamos aquellos que creemos que es bueno para la salud personal y colectiva sino porque, además, es un modo de hacer justicia muy acorde con los derechos humanos que se llama justicia restaurativa.

El que Metro de Madrid haya lanzado una campaña contra la LGTBfobia colocando carteles en sus estaciones debe ser celebrado como algo bueno. Por un lado, por la inmediatez del gesto (el tiempo siempre juega a favor de los que quieren hacer bien las cosas) pero también porque no deja de ser una manera muy visible y pública de reparar el perjuicio moral y social de aquella polémica circular que, a pesar de llevar su membrete, no respondía al pensamiento de la empresa sino al de uno de sus trabajadores  (al menos eso parece).

En la justicia restaurativa la víctima juega un papel fundamental beneficiándose directamente de la restitución o reparación que hace el responsable del perjuicio, de ahí la presencia de las asociaciones LGBT en la campaña. Y aunque es una forma esta de resolver los conflictos muy alejada de la tendencia actual es muy productiva para la sociedad, para sus miembros y… para las propias víctimas. Y sino acérquense a ver la obra de teatro ‘La mirada del otro’.

Pero volviendo a la campaña lanzada por Metro de Madrid no deja de preocuparme que más que de justicia restaurativa esta campaña haya sido una cesión a las presiones que ejercemos los activistas en una causa y de paso un buen lavado de imagen. Y esta duda o pensamiento me surge porque en ella echo de menos a otros colectivos mencionados y mancillados en aquella circular, especialmente al colectivo de las personas sin hogar que representan, más que ningún otro, la exclusión y sufren (del verbo sufrir) un trato discriminatorio las 24 horas del día.

No sé muy bien a quién puedo preguntar por este olvido, pues todo depende de la motivación que Metro de Madrid haya tenido en esta campaña. Si quería reparar el daño que causó en febrero, entiendo que deberían haber sido ellos los que hubieran debido incluir a los otros colectivos señalados en la circular. Pero si las intenciones de Metro de Madrid respondían en, aprovechando la presión, hacerse un lavado de imagen, me hubiera gustado que las asociaciones que han formado parte de la campaña (aprovechando su influencia) hubieran exigido la presencia -en esta u otras campañas simultáneas- de organizaciones y personas que representasen a los otros colectivos: a las personas sin hogar, a los músicos callejeros, a los vendedores ambulantes y los que van pidiendo en el metro.

No corren buenos tiempos para la justicia restaurativa. La palabra mágica que nos hará cambiar las cosas, aquí también, es ‘pacto’ y no ‘foto’ y más cuando la discriminación no es una realidad excusiva de un colectivo sino una actitud deleznable del que discrimina. Pero estamos a tiempo, ¿no? A tiempo de que Metro de Madrid haga campaña contra la discriminación, y punto.

 

Cuando Metro señala a homosexuales, músicos y mendigos, sólo un tonto no mira al dedo

Por Nayra Marrero (@nayramar)

Línea Circular
Fotografía de Oliver Miranda

 

– ¡¡Cuidado con ese!! Lleva calcetines de colores y menea mucho la mano al hablar… Tiene pinta de peligroso porque rompe la armonía gris de los vagones del metro.

– Hablando de armonía ¡¡Cuidado con ese!! Parece portar un instrumento de destrucción de la monotonía, tapando el ruido común con notas musicales.

– ¿Y qué me dices de ese? ¡¡Cuidado!! Tiene pinta de haber dormido en la calle. Tiene el cansancio pintado en la cara, huella inequívoca de su fondo malvado y ruin. ¿Y ese que dice que no tiene dinero para comer? ¡¡El hambre les lleva a la desesperación así que cuidado!! Yo solo quiero ver gente que no perjudique la estética general de mis andenes.

No sé si conocéis Momo, pero es una lectura ideal para el metro. Un libro juvenil en el que la protagonista se enfrenta a los hombres grises que quieren anular cualquier elemento disonante, cualquier señal de vida no anodina, cualquier color. Así imagino yo al señor de Metro de Madrid, apartado cautelarmente, que envió una circular en la que instaba a quienes vigilan el subterráneo a tener especial cuidado con homosexuales, músicos, mendigos, pedigüeños y vendedores.

Así que los revisores han de comprobar el billete en función de las pintas, porque según les indica la circular ‘parecer’ es ‘ser’, y viceversa.

Pero esa circular se equivoca. Y nos escandalizamos porque se señala a colectivos que ya fueron señalados una vez, criminalizados por la Ley de Vagos y Maleantes, encarcelados por peligrosos sociales, por romper la paz social del deber ser (y parecer) del Franquismo. Y en el siglo XXI, cuando algunos creen que los gais son ricos, glamurosos, otros creen que son propensos a colarse en el transporte público.

Y aunque una imagen parezca mejor que la otra, ambas son tristes, estigmatizantes, mentirosas, porque ni todos son iguales ni falta que les hace.

Y para mí es tan doloroso que se señale a una comunidad como a otra, que se persiga el ser, el parecer, y no el hecho de hacer algo prohibido. Porque no está mal que se meta en el mismo saco a homosexuales, músicos y mendigos, lo que está mal es que se meta a las personas en sacos.

Los controles en función de las pintas son ilegales, discriminatorios y además no son efectivos. Es peor el peso del prejuicio que criminaliza que lo que resuelve el que señala a un colectivo en función de sus estereotipos.

La ley de Seguridad Ciudadana que ahora mismo está en el Senado, a pesar de haber introducido el principio de no discriminación por ningún motivo, no introdujo garantías legales a los controles arbitrarios que sufren muchos colectivos. Y el ‘derecho a ser’ sin ser perseguido por ello no es exclusivo de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, es una cuestión de Derechos Humanos y incluye el tránsito libre y despreocupado de otros con peor prensa: inmigrantes, gitanos, trabajadoras del sexo… Protestemos contra el señalamiento selectivo y suframos el cuestionamiento de nuestros billetes (o nuestros papeles) todos, en igualdad.