Archivo de septiembre, 2021

Hoy recomendamos: Las Malas

Redacción @1decada10

Hoy recomendamos: Las Malas, de Camila Sosa Villada.

En un ambiente urbano hostil, Camila Sosa narra desde dentro la vida de una comunidad de travestis en Córdoba, Argentina.

Cuando llegó a Córdoba capital para estudiar en la universidad, Camila Sosa Villada fue una noche, muerta de miedo, a espiar a las travestis del Parque Sarmiento y encontró su primer lugar de pertenencia en el mundo. Las malas es un rito de iniciación, un cuento de hadas y de terror, un retrato de grupo, un manifiesto explosivo, una visita guiada a la imaginación de su autora y una crónica distinta a todas. Convergen en su ADN las dos facetas trans que más repelen y aterran a la sociedad bienpensante: la furia travesti y la fiesta de ser travesti. En su voz literaria conviven Marguerite Duras, Wislawa Szymborska y Carson McCullers. El último fenómeno de la literatura argentina, traducida al alemán, francés, noruego y croata.

«Es profunda la noche: hiela sobre el Parque. Árboles muy antiguos, que acaban de perder sus hojas, parecen suplicar al cielo algo indescifrable pero vital para la vegetación. Un grupo de travestis hace su ronda. Van amparadas por la arboleda. Parecen parte de un mismo organismo, células de un mismo animal. Se mueven así, como si fueran manada. Los clientes pasan en sus automóviles, disminuyen la velocidad al ver al grupo y, de entre todas las travestis, eligen a una que llaman con un gesto. La elegida acude al llamado.
Así es noche tras noche.

El Parque Sarmiento se encuentra en el corazón de la ciudad. Un gran pulmón verde, con un zoológico y un Parque de diversiones. Por las noches se torna salvaje. Las travestis esperan bajo las ramas o delante de los automóviles, pasean su hechizo por la boca del lobo, frente a la estatua del Dante, la histórica estatua que da nombre a esa avenida. Las travestis trepan cada noche desde ese infierno del que nadie escribe, para devolver la primavera al mundo.»

Continúa leyendo el inicio de Las Malas aquí.

Sobre la autora: Camila Sosa Villada nació en 1982 en La Falda (Córdoba, Argentina). Estudió cuatro años de Comunicación Social y otros cuatro de la licenciatura de Teatro en la Universidad Nacional de Córdoba. En 2009 estrenó su primer espectáculo, Carnes tolendas, retrato escénico de un travesti. En 2011 da vida al personaje de Ale en la película Mía. En 2012 actuó en la miniserie La viuda de Rafael. En 2014 protagoniza El bello indiferente, de Jean Cocteau. En 2015, Despierta, corazón dormido/Frida. En 2016, Putx madre y en 2017 El cabaret de la Difunta Correa y la miniserie La chica que limpia. Además, es autora del libro de poesía La novia de Sandro (2015) y de un ensayo autobiográfico titulado El viaje inútil (2018). Fue prostituta, mucama por horas y vendedora ambulante. A veces canta en bares.
Más información sobre este fenómeno literario contemporáneo en Mary Read Libre, donde puedes también hacerte con tu ejemplar.

Lo vuestro es solo vicio

Viñeta de Teresa Castro (@tcastrocomics)

 

Desfachatez

Viñeta de Teresa Castro (@tcastrocomics)

 

Freddie Mercury: el amante de la vida que nació tres veces

Por Nieves Gascón, (@nigasniluznina), la cuentista de nuestro refugio

A comienzos de este mes de septiembre, se cumplieron setenta y cinco años del nacimiento de Freddie Mercury, en la isla africana de Zanzíbar y en el seno de una familia acomodada. Desde pequeño demostró tener talento y una de sus tías le apoyó para recibir clases de piano desde los siete años. Estuvo en un internado en la India donde formó su primer grupo de música a los doce años. Posteriormente vuelve a Zanzíbar y en 1965 debe dejar la isla tras un golpe de Estado, trasladándose junto a su familia a Londres, donde parten de cero e inician su vida en su recién adquirido estatus de refugiados y refugiadas.

Freddie estudió diseño y se une al grupo de música Smile en 1970, formación que ya integran Brian May y Roger Taylor, y al que posteriormente le cambia el nombre por el de Queen, que respondía al apodo por el que se le conocen en su entorno social, y por su sinigual estilo y elegantes maneras. Como anécdota podemos comentar que Mercury es quien dibuja y diseña el logo de Queen en 1972, inspirándose en los signos del Zodiaco de sus integrantes, e identificándose con la gran corona central de reina de esta imagen.

Esta historia es la que narra con cariño y de forma novelada e ilustrada, nuestra recomendación para este mes de septiembre: Freddie Mercury. Una biografía, de Alfonso Casas, editado por Random Comics en 2018. Se trata de un relato que conocemos pero que aporta la admiración y el cariño de una historia vital y artística a la par, muy bien construida, documentada y muy originalmente ilustrada. A caballo entre el estilo de la novela y el del cómic por la estética de sus ilustraciones, esta publicación con un marcado aire desenfadado, pero fiel a los diferentes acontecimientos de la vida del artista, nos acerca más al mito de Mercury, de quien descubrimos que nació tres veces: en el día de su nacimiento como Farrokh Bulsara, después cuando sus compañeros y compañeras de colegio le comienzan a llamar Freddie, y un tercer nacimiento cuando adopta su nombre y apellido artístico, Mércury, naciendo una leyenda del rock que llega hasta nuestros días, en los que indudablemente el cantante es un eje referencial de nuestra historia y cultura recientes.

La primera vez que vi a Queen fue siendo preadolescente, en el blanco y negro de una televisión roja de diseño futurista con antenas y botones laterales de regulación de la sintonía, cana, imagen y sonido, en una casa de campo familiar, y cuando en la emisión el programa de música Aplauso, de Televisión Española se visionó por primera vez en España el vídeo de la canción I want to break free (1984). Entonces no entendí que en gran parte, en el vídeo se hacía sátira de un popular culebrón de la televisión británica. Me fascinó la fuerza de Mecury entubado en una minifalda brillante de plástico negro, con picudos pechos cubiertos por un estrecho suéter rosa de punto, sin mangas, y su espeso bigote bajo una imponente melena cardada y coronada con un flequillo moldeado. Ese personaje de género no binario y ambiguo para aquella época, atrapado en tareas domésticas, empuñado una aspiradora, y bailando sobre zapatos de tacón alto, se movía por la pantalla con un increíble estilo y fuerza. Me encantó en lo que interpreté como la suma a una reivindicación de identidad de género y sexual, toda una declaración de libertad, la del deseo de salir de armarios herméticamente cerrados por el patriarcado y sus estrictas bipolaridades. Mercury caminando como una reina y mostrando sus largas y preciosas piernas, con ese increíble torrente de voz, me dejó totalmente enamorada. Lo que no supe hasta bastante después, es que el vídeo fue censurado por la MTV y no se emitió en los Estados Unidos, el “país de las libertades”, y que desde 1984 hasta bastante después, Queen fue vetado en las listas de grandes éxitos musicales en este país. Sin embargo, triunfaron en Europa y el resto del mundo, no podía ser de otra manera.

Todo esto y más detalles de su vida son descritos en nuestra publicación recomendada hasta empaparnos de las vivencias y personalidad de una estrella de rock que brilla desde la infancia y que siente un conflicto de identidad sexual que resuelve tras su divorcio y cuando comienza a tener relaciones con hombres. No obstante Mary Austin es la inspiración del tema Love of my life, con quien mantiene una relación de amistad el resto de sus días, e incluso y le acompaña cuando fallece en 1991 por el deterioro derivado del SIDA. No hace pública su enfermedad hasta un día antes de su fallecimiento, porque para entonces, era una maldición asociada a personas toxicómanas y homosexuales por su sobreentendida y etiquetada promiscuidad o estilo marginal de vida, según juzgaban sectores más conservadores que influyeron sobre la opinión pública abrumada por la falta de información y tratamiento efectivo para paliar los efectos de esta infección emergente que podemos incluso definir como la pandemia mortal de finales del siglo XX.

En el libro, Alfonso Casas nos muestra también el lado humano de Freddie Mercury, que fue un gran desconocido para los medios, que no le trataron muy bien en un momento dado. El autor hace una narración con cariño y fiel a la historia y acontecimientos de la misma. Resulta igualmente enternecedora la dedicatoria que hace de este trabajo a alguien muy especial. No pierdan cada detalle, cada reflexión y avance en la trama.

La descripción de una vida creativa, llena de talento y altibajos, soledad y el deseo de encontrar el amor, a lo que se añade un trato privilegiado del personaje por el autor, hacen de esta bibliografía novelada e ilustrada, un libro imprescindible para nuestra biblioteca de diversidad y género, además de una lectura muy recomendada para todas las personas que deseen conocer más y mejor a Freddie Mercury.

Les invitamos a leer esta publicación, recomendable a partir de los doce años, y a disfrutar de sus ilustraciones que construyen al personaje mítico de Freddie Mercury, describiendo con todo lujo de detalles sus distintos looks, su fuerza, elegancia y tesón, igualmente fiel con la descripción de los distintos personajes relacionados y con la reproducción de fotos clásicas tanto del grupo como del cantante que los y las más mayores recordamos, pero que el ilustrador reinterpreta y acerca a quienes las desconocen, de forma muy acertada.

Una vez más, en deseada soledad o junto a jóvenes de su entorno familiar, disfruten del préstamo, obsequio o la lectura de esta obra y dedíquenle tiempo a ver cada una de sus estupendas imágenes.

¡Hasta pronto!

 

El bulo del contagio

Viñeta de Teresa Castro (@tcastrocomics)

 

La vuelta al cole y a la LGTBIFOBIA

Juan Andrés Teno (@jateno_)

 

En sólo unos días toda la población escolar iniciará un nuevo curso lectivo. Parece ser que, debido a la situación de evolución positiva de la pandemia, las clases van a retomar la normalidad que se vivía en los centros educativos tras dos años extraños de ausencias y virtualidad. Esto significaría que se acabaría la educación a distancia y el cuerpo a cuerpo será la novedad de septiembre a junio.
Volverán las criaturas, de 3 a 16 años, a poblar las aulas, los pasillos, los patios y las zonas comunes. En mayor o menor medida volverán los contactos físicos, los abrazos, el mirarse a la cara. Y también lo hará la LGTBIfobia.

Unos de los principios docentes en este país en la educación en valores. Los colegios e institutos no son solo proveedores de conocimientos científicos si no de transmisión de comportamientos democráticos que hagan posible que esta sociedad siga evolucionando y que se haga más amable y respetuosa, especialmente hacia las minorías.

Todavía existe una parte de la ciudadanía, y por ello de madres y padres, que siguen afirmando alegremente que “en la escuela se enseña y que en la casa se educa”. Es inoperante que un docente muestre a su alumnado como sumar, hacer una raíz cuadrada o despejar una ecuación si no transmite también conceptos éticos y de convivencia. Hasta sobran las explicaciones, por que si algo han mantenido las distintas normas que los gobiernos han ido dictando en las últimas décadas ha sido el principio básico de la educación en valores.

Por mucho que nos pese seguimos viviendo en un país machista, racista, adultocéntrico y LGTBIfóbico. Sigue molestando que la mujer tenga los mismos derechos que el hombre, que los inmigrantes sin recursos puedan incorporarse a la sociedad, que se escuche la voz de la infancia y la adolescencia y que las personas LGTBI tengan los mismos derechos que sus coetáneos heterosexuales y cis.

Esta violencia que sufren las personas LGTBI y sus familias empieza a ser asfixiante. Frente a un reciente informe europeo que revela que España es el país europeo con mejor aceptación social a gais, lesbianas, bisexuales y personas trans, en este país se ha constatado un importante crecimiento de la violencia hacia este colectivo con agresiones casi diarias, incluyendo el asesinato del joven Samuel. Y eso partiendo del hecho de que solamente se denuncian en torno al 10% de los casos de LGTBIfobia.
Se tendrá que analizar el porqué de este incremento de la violencia. Pero es evidente que se ha dado apariencia de legalidad a la LGTBIfobia al ser sostenida por la tercera fuerza política del país que ha situado a 52 diputados y diputadas en el Congreso. Esta irracionalidad democrática de la extrema derecha siempre ha existido, pero no contaba con un altavoz organizado y amparado por las reglas democráticas. Consecuencia directa es que se confunda un delito de odio con la libertad de expresión o de acción. Además, recientemente, desde la izquierda política, y a través de una parte del feminismo, se ha propagado un discurso tránsfobo, que poco a poco va tiñéndose de homofobia. Ellas son las TEFRS.

Sorprende la juventud (aunque las haya de todas las edades) de las personas que ejercen la violencia verbal y física contra lesbianas, gays, bisexuales y personas trans. Su edad evidencia un sistema educativo que no ha sabido afrontar la educación en diversidad y que no ha podido frenar discursos de odio procedentes de las familias, amigos o cualquier otro escenario de socialización.

Esta violencia social es inevitable que se cuele en las aulas a lo largo del mes de septiembre y durante todo el curso 2021/2020. Y lo es porque inevitablemente se está gestando también en los centros educativos, donde puede permanecer larvada o estallar en episodios de acoso escolar.
Son muchas las voces que, desde hace años, reivindican la enseñanza en los centros de la diversidad afectivo sexual, familiar y de género. Demandas que son ignoradas o que llegan a las aulas con cuentagotas.

No se puede pedir al profesorado que hable de orientaciones e identidades a su alumnado cuando no ha sido formado previamente en estas materias. Por ello se sigue necesitando la participación de entidades y activistas LGTBI para que esta información llegue a las aulas, sobre todo ahora tras dos años de casi total ausencia de las mismas en los centros educativos.

Sucede que la mayoría de las autonomías tiene aprobadas leyes LGTBI que indican que este tipo de materias deben ser abordadas en las aulas, pero también ocurre que, aun existiendo este automandato, las distintas consejerías de educación se lo pasan por el arco del triunfo. Se está comprobando que la normativa LGTBI sólo está siendo utilizada para que los políticos de turno se hagan la foto de rigor con los representantes de las entidades el día de su aprobación, ya que no está siendo implementada en Madrid, Cataluña, Región de Murcia o Andalucía. Y no son los únicos ejemplos, hay más, son casi la totalidad de las autonomías.

Es de recibo reconocer el esfuerzo que se hace desde algunos centros educativos para abordar las cuestiones de diversidad o de centros de formación del profesorado para desarrollar cursos. Pero son tan insuficientes, llegan a un número tan reducido del alumnado que pueden considerarse anecdóticos.
Lo mismo ocurrirá cuando se apruebe, si es que se aprueba, la normativa estatal. Es urgente que las consejerías de educación cumplan con los mandatos parlamentarios, que formen a la totalidad de profesorado, que obliguen a los centros educativos a trasladar estos conocimientos al alumnado y a penalizar a quien no lo haga. Pero, claro, si el consejero o la consejera de turno no acata una ley que le dicta el desarrollo de estas materias, es ilusorio pensar que traslade este mandato a los centros y el profesorado.

Es urgente que desde la Educación Infantil se aborde la diversidad familiar de manera sistemática y que, con el paso de los cursos, se dé información certera y científica sobre diversidad afectivo-sexual e identidad de género. Como esa violencia que está llenando de moratones, heridas y muerte a las personas LGTBI de este país traspase las verjas de los centros educativos los únicos responsables serán los políticos que no cumplen con sus obligaciones.

Y, paralelamente, es importante que todas las universidades formen en estas materias a los futuros docentes, para que una vez asentados en los centros de enseñanza no tengan que esperar su admisión a unos escasos cursos de formación que llegan con escasez y demasiado tarde.

Además, hay que recordarle a las direcciones de los centros que quien dirige sus acciones son las leyes y normas educativas y no la actitud desafiante de padres ultraconservadores o madres TERFS.
De poco sirven los presurosos comunicados de algunas entidades LGTBI exigiendo a los ejecutivos autonómicos la aplicación las leyes LGTBI si luego corren aturdidas a su llamada en los actos publicitarios de presentación de un folletito o un video inocuo con el que lavan la cara ante sus ausentes políticas de diversidad.

La vuelta al cole sigue siendo para una parte de una nuestra infancia y adolescencia un episodio terrorífico del que han podido liberarse durante el periodo vacacional o el inicio de un infierno que les afectará el resto de sus vidas.

Si a partir de la semana que viene un niño, una niña o un niñe, un adolescente o un joven vuelve a su casa, tras la jornada educativa, con lágrimas en los ojos, insultos en su dignidad o moratones en su cuerpo, espero que las consejeras y consejeros de educación de las diferentes autonomías sientan el dolor en sus entrañas, porque ellos son los primeros y últimos responsables de que esto siga sucediendo.

JUAN ANDRÉS TENO

Periodista y activista LGTBI especializado en Diversidad Familiar

Cuenta en Twitter: @jateno_ 

Blog: https://familiasdecolores.wordpress.com/

 

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Quién teme a lo queer? – Violencia, cobardía y valor.

Por Victor Mora (@Victor_Mora_G ‏)

 

La violencia, nos dijo Hannah Arendt, aparece allí donde el poder está en peligro, y ese peligro, (pienso yo hoy, todavía temblando) se materializa en los gestos pequeños, y cobra vida según el ejercicio de la más leve e insospechada libertad. Cómo saber, cómo intuir que estamos poniendo en peligro a un poder cuando caminamos al sol, cogidos de la mano, cuando nos damos un beso o se nos cae la pluma por la sacudida de nuestra expresión pública. Cuando hacemos lo que queremos hacer porque queremos, porque somos, porque el espacio que habitamos es nuestro. Toda violencia es disciplinaria, toda violencia es ejemplar. Toda violencia se ejecuta en nombre de un poder. Toda violencia en un espacio se produce para advertir que ese espacio tiene dueño, tiene reglas y jerarquía.

Toda violencia se ejerce en nombre de un poder que no permite existencias o expresiones disidentes a sí mismo. Y esa es, precisamente, la tensión sobre la que sí tenemos la obligación de actuar.

Cada palabra que se articula para sostener o apoyar a ese poder es también la violencia, porque es su brazo, su soporte y su condición de posibilidad. Cada palabra que se articula para proteger a esa violencia, para disfrazarla, para decir que sólo es supuesta, es también la violencia, porque permite su continuidad. Porque no la señala, la identifica y la frena con contundencia. 

Quien defiende el poder no es valiente ni cobarde, quien nos raja la boca y el culo no es valiente ni cobarde, quien nos suelta la hostia, nos insulta, nos grita y amenaza, no es valiente ni cobarde. Ni tampoco yo, ni tú ni nadie, somos valientes o cobardes por enfrentarnos a la violencia, por defendernos o paralizarnos, por tener miedo, dolor o rabia. No podemos seguir juzgando la violencia y sus consecuencias con los parámetros del valor y la cobardía, porque nos quedamos en esa mierda del ser más o menos hombres, de la pobrecita y la que lo buscaba, de la que al menos se defendió o la que iba provocando, la que sí supo decirlo bien alto y claro en las redes, o la que calló, no dijo nada y siguió con su vida, la que pudo a pesar de todo, la que, con todo, no pudo más. Basta. Es tan insoportable como el mosaico de casos aislados que han crecido hasta tejer un nuevo mapa sobre el que nos movemos, sobre el que caminamos. Los casos aislados de violencia contra nuestros cuerpos dibujan las baldosas que pisamos todes. No nos acuséis de valientes, no nos digáis que somos algo que nadie quiere ser.

No podemos combatir la violencia con valentía, porque la violencia no es cobarde. No se trata de eso. Se trata de comprender que esa violencia que nos desgarra es la punta visible de un enorme iceberg que está helando poco a poco toda la superficie. Se trata de asumir la gravedad de las palabras y tomar responsabilidad. Se trata de entender de una vez por todas que las palabras que nos deshumanizan se transforman en acciones de violencia física. El lenguaje es acción, ni valiente ni cobarde, es tejido que determina las condiciones del espacio público, de cualquier espacio, y marca la pauta lógica de la jerarquía, los límites y la agresión. 

El absurdo en nuestro contexto ha crecido hasta considerar “muy demócrata” defender el derecho de expresión de posturas antidemocráticas. Somos «tan tolerantes» que no cuestionamos que las palabras que deshumanizan a determinados cuerpos deban tener un legítimo espacio, y esa es la trampa. Porque no se trata de enzarzarnos en la discusión de la libertad de expresión, ni de decir que yo “no estoy de acuerdo con usted, pero defenderé siempre su derecho a decirlo”, ni de seguir con el mantra obsoleto (sí, lo siento, obsoleto) de “en su modelo de país no quepo yo, pero en el mío sí cabe usted”. No. Por lo mismo que la violencia en sí misma no es valiente ni cobarde, cuando hablamos del discurso público no hablamos de libertad o censura de palabras en sí mismas. No combatimos la “libertad de hablar”, combatimos el poder que esas palabras representan, combatimos las palabras que son el brazo, el soporte y la condición de posibilidad de ese poder, de esa violencia supremacista. No combatimos en favor de una censura, combatimos en contra de la supremacía racial, de género, de sexo, binaria, patriarcal, funcional y clasista.

Toda violencia es disciplinaria y ejemplar. Toda violencia se produce como una señal a futuro que quiere recordar de quién es el espacio, y qué cuerpos pueden habitarlo. Las palabras, todas las palabras que deshumanizan unos cuerpos frente a otros, que despojan, cosifican, ridiculizan o estigmatizan, son la génesis de un tejido, de un camino, de un mapa. Las palabras no rajan el culo ni los labios. Las palabras indican que hay cuerpos erróneos, menos válidos, enemigos o incorrectos. Las palabras hacen del terreno político una cartografía donde rajar unos labios y un culo con una navaja sea posible, pueda ocurrir. Y ocurre.

Ojalá poder cerrar el texto con esa rabia transformadora que he visto en redes estos días. Ojalá acertar con la palabra justa de certidumbre puesta en lo colectivo (que es, sigue siendo, como siempre fue, nuestra única esperanza).

Ojalá no tener que ser nunca valientes ni cobardes.

 

 

«No Siempre Se Gana» by infamecless is licensed under CC BY-NC-ND 2 0