Bandera LGTBI oculta o cómo trollear a la ultraderecha polaca

Por Marta Márquez (@marta_lakme) escritora y presidenta de Galehi, asociación de familias LGTBI

Diputadas polacas crean la bandera del arcoiris con su ropa en protesta a la homofobia del presidente

La ultraderecha está ganando posiciones en el mundo y eso, ya por sí mismo, debería servirnos como punto de partida y reflexión. Este tema es algo que surge en mis pensamientos de manera recurrente y no tengo claro si el ser humano es así de rastrero por naturaleza o hemos ido mejorando y la selección natural está un poco despistadilla. De cualquier forma, la maldad humana no deja de sorprenderme y me voy a amparar en la misma libertad de expresión a la que se agarran algunas personas que me consideran ciudadana de segunda, que comparan mi sexualidad con la pedofilia, quienes consideran que soy una depravada por querer enseñar en los centros educativos que existen distintas formas de amar, ser y estar en el mundo, para decir que yo considero que el gran mal de la humanidad –o uno de los grandes males– son las religiones.

Las religiones que, por norma general, tratan de decirle a sus fieles qué deben pensar y cómo deben actuar en vez de darles información –cada cual la suya– y animar a decidir si les convence o no. ¿Pero a quién le va a convencer que una mujer sea menos que un hombre? ¿Qué se lapide a alguien por no pensar como tú? ¿Qué se le corte la mano a alguien por robar? ¿O que alguien no pueda amar a otro alguien? No creo que nadie a quien se le haya educado en la libertad de pensamiento pueda desear el mal a alguien, o sí; solo hay que meterse en Twitter. Y es que acatar las religiones de forma literal deja un mundo lleno de fundamentalistas que creen que el planeta no ha avanzando en 2000 años, y más, y lo peor, que no debe avanzar. Que la moral y costumbres de hace más de veinte siglos es la que debe reinar y que solo su verdad es la Verdad. Si Dios creó este mundo hace nosécuantos millones de años, ¿por qué esperó tanto para mandar a su hijo a salvarnos de todo mal? En fin, idas de olla mías.

La cuestión es que alucino con qué políticos como Andrzej Duda, del partido ultraderechista Ley y Justicia (que esto es como autoproclamarse “El puto amo”, (toma ya) lleguen a gobernar un país, y reelegido. Miedo. Es homófobo y antisemita, cada día está más cerca de las políticas de Putin y acaba de jurar su cargo por segunda vez como Presidente del gobierno polaco. Hay que tener en cuenta que en Polonia tenemos a la ultraderecha, a la derecha y a la centroderecha, partido más importante en la oposición con el 48% de los votos. Pero no nos agobiemos. Por suerte, tenemos a Lewica i Demokraci (Izquierda y Democracia), una coalición de partidos de izquierda, y tercera fuerza política, que tienen mucho más en cuenta los derechos sociales y de las minorías. Y este partido es el que ha conseguido que estos días se hable más de los derechos del colectivo LGTBI que del juramento del cargo. Y es que, al estilo The Hidden Flag, diez diputadas de Lewica se han saltado los principios homófobos del partido ganador y con su vestimenta han formado una bonita bandera arcoíris. Además de posar con sus vestidos, han estado en el Parlamento, junto con el resto de diputados y diputadas, con mascarillas también con la bandera LGTBI. Con este gesto han querido enviar un mensaje a toda la comunidad LGTBI polaca. Algo así como un “estamos aquí y os vamos a apoyar” que ha sido compartido por medios de comunicación y redes sociales de distintos países europeos.

Y es que Duda ha prometido prohibir el matrimonio igualitario y la adopción homosexual y no ha tenido reparo alguno en decirlo e, incluso, en que forme parte de su campaña electoral, claro que sí. Porque él es un retrógrado convencido de que ha venido al mundo a salvar a la humanidad de la homosexualización, de la depravación de quienes insisten en retozar con alguien de su mismo sexo y hacer creer al mundo que el amor es solo amor. Tonterías. Tal es su aversión –y su estupidez– que ahora mismo tiene secuestrados miles de embriones de madres solteras y parejas de mujeres que decidieron preservar su fertilidad en clínicas de reproducción asistida porque para Andrzej esos bebés deben tener un padre, y si no es así seguirán congeladitos para siempre jamás. Todas estas cositas, según él, van en contra de la moral católica porque claro, hay que respetar la libertad religiosa siempre que seas católico, no vayas a ser judío y entonces por ahí sí que no pasamos.

Y es que no podemos quitarle mérito a estas valientes parlamentarias porque ya sabemos cómo está el tema feminismo como para mezclarlo con demostraciones pro-LGTBI en los países del este de esta Europa moderna y vanguardista que tenemos. Porque nos creemos muy modernas, pero vemos cómo crece día a día el número de votantes de las derechas más radicales dispuestas a arrasar con todo aquello que no sea el privilegio del hombre blanco, de clase media-alta, heterosexual, cisgénero y si es católico y nacionalista mejor que mejor. Bravo por estas diez mujeres dispuestas a defender una bandera que no es otra que la del amor y la libertad.

Reflexión que yo me hago: vivir en este mundo resulta complicado, pero no conseguirán que dejemos de luchar aquí y allí, por nuestros derechos, por nuestra dignidad, desde donde podemos para donde y quienes no pueden.

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