Elsa, por supuesto que estamos contigo

Por Marcos Ventura Armas (@MarcosVA91) activista de Gamá, Colectivo LGTB de Canarias

Elsa Ruiz ha destapado la caja de los truenos. Es mujer, joven, trans, y no tiene cátedra ni madrina, solo la respaldan la razón de sus argumentos. ¿Cómo se atreve alguien así a contradecir al Feminismo™? No se podía tolerar, así que había que organizar una campaña de acoso y derribo contra ella. Porque, como todas sabemos, no hay nada más feminista que organizar una campaña de acoso en redes contra una mujer, por no ser lo suficientemente buena mujer (cáptese la ironía). Después dirán que Elsa no puede entrar en los espacios feministas por la violencia inherente a su socialización masculina… Y entre tanto sinsentido, ya no sabremos si reír o llorar. A Elsa Ruiz la han atacado por denunciar en un video reciente lo violento que se había vuelto el acoso organizado por parte de las terfs en redes sociales, pero ¿por qué este nivel de violencia? Porque se saben acorraladas y en minoría.

Varias personas han dejado al descubierto la mentira de que el Feminismo™ haya sido siempre trans-excluyente. Ya no solo por la famosa Simone de Beauvoir, que es seguro se escandalizaría de la posición de esencialismo biológico que adoptan las terfs (no es casualidad que Lidia Falcón haya decidido relegarla a referente de segunda) sino que todas las grandes referentes de la segunda ola apoyaron a las mujeres trans. Lo hicieron de forma no tan directa Sulamith Firestone (quien dijo que había que abolir el sexo) y Kate Millet (que se hizo eco de los descubrimientos de la medicina de los 60 sobre las identidades trans) pero de forma totalmente explícita se pronunciaron Andrea Dworkin (que dedicó todo un capítulo de uno de sus libros a apoyar a las mujeres trans) o Catherine McKinnon, quien dijo expresamente

“Siempre he pensado que no me importa la manera en la que una persona llega a ser mujer u hombre; no me importa, de verdad. Quienquiera que se identifique como mujer, quiera ser una mujer y se presente como mujer, hasta donde llega mi entendimiento, es una mujer.”

Y eso sin mencionar a las autoras posteriores a la Segunda Ola. Luce Irigaray, Monique Wittig, Julia Kristeva, la demonizada Judith Butler, pero también Martha Nussbaum, Nancy Fraser e, incluso, la icónica Angela Davis. Todas referentes del feminismo que apoyan implícita o, en la mayoría de los casos, explícitamente, a las mujeres trans. De hecho, el único texto terf relevante, “The transexual empire” de Janyce Raymond, es tan relevante que solo tiene dos ediciones y ni siquiera está traducido al castellano.

Es más fácil encontrar ejemplo de referentes lesbo-excluyentes, como Betty Friedan, que llegó a tildar a las lesbianas de amenaza lavanda y Caballo de Troya del feminismo, con argumentos como que las lesbianas son predadoras masculinas, reproducen roles de género, son instrumentos del capital y el patriarcado para infiltrarse y destruir el feminismo y no viven la opresión de las auténticas mujeres. ¿Suenan de algo esos argumentos, verdad? Son los mismos que usan hoy contra las mujeres trans. E igual que entonces el único motivo era la homofobia, hoy el único motivo es la transfobia. Y no hará falta esperar 8 años para que todas nos avergoncemos de lo que está sucediendo.

Por la polémica de Beth Elliot en 1973 en la Conferencia lésbica de la Costa Oeste en California, sabemos dos cosas. La primera, que las mujeres trans han formado parte del movimiento feminista, al menos, desde los años 70. La segunda, que los espacios feministas han aceptado a mujeres trans y rechazado la transfobia, al menos, desde los 70, pues aunque se intentó expulsar a Elliot de la Convención por no ser “una mujer de verdad”, la mayoría de la convención votó en contra. En el propio feminismo español, las mujeres trans han participado activamente al menos desde las Jornadas Feministas Estatales de 1993, presentando la histórica activista trans Kim Pérez una ponencia sobre las mujeres trans en las Jornadas Feministas Estatales del 2000, y leyéndose en las del 2009 el “Manifiesto para la insurrección transfeminista”, donde se escucharon lemas tan usados hoy en las manifestaciones como “aquí está la resistencia trans” o “El feminismo será transfeminista o no será.”

Y la prueba más clara de que el feminismo de base, el feminismo de las organizaciones de mujeres que están en la calle apoyándose unas a otras y peleando por un mundo más justo, es trans-inclusivo, la tenemos en el hecho de que Amelia Valcárcel tuviera que quedarse en casa en lugar de ir a las manifestaciones del 8 de marzo de 2020 porque todas las convocatorias eran “flojitas” e incluían “unicornios”. Todas las manifestaciones del estado español, que no son convocadas por colectivos específicos sino por coordinadoras de colectivos feministas, han sido trans-inclusivas.

La sociología, la antropología, la psicología, la sexología, la psiquiatría… En definitiva, todas las ciencias que ven al ser humano como una realidad que va más allá de su anatomía, han estudiado y reconocen la existencia de la identidad de género. Hasta tal punto que la Organización Mundial de la Salud dejó de considerar a las identidades trans una enfermedad en 2018. Las principales organizaciones internacionales, entre ellas la ONU o el Consejo de Europa, piden garantizar la autodeterminación de género, lo que ya han hecho, de forma más o menos expresa, estados como Argentina, Malta, Bélgica, Dinamarca, Francia, Irlanda, Luxemburgo, Portugal o Noruega. En España hay ya 14 leyes en 9 Comunidades Autónomas que lo recogen. Incluso la Justicia española se ha pronunciado a favor de los derechos de las personas trans, por último el Tribunal Constitucional, declarando inconstitucional impedir a las personas trans menores de edad cambiar su sexo registral.

Si es obvio que la historia del pensamiento feminista y el feminismo de base, la ciencia, los consensos internacionales y las organizaciones que luchan por los derechos humanos de las personas trans no están con ellas; si quienes apoyan sus argumentarios son Hazte Oír, Vox, Donald Trump o Victor Orban, que están tomando medidas para impedir el cambio de sexo registral en sus países… ¿Por qué tanto aferramiento a una idea, no solo tan descabellada, sino tan minoritaria? Bueno, hay quien teoriza que esto es una lucha de poder, para que una élite de académicas y políticas mantengan el control de un feminismo que desde 2018 se ha vuelto masivo. También hay quien argumenta que tiene que ver con que el PSOE perdiera el Ministerio de Igualdad a favor de Podemos. Pero yo creo que la explicación es más sencilla, es simple y pura ignorancia, desconocimiento de las realidades trans, que cristaliza en transfobia y se magnifica por la reverberación de círculos cerrados en donde no se permiten entrar ideas nuevas.

#ElsaRuizEstamosContigo ha sido Trending Topic número 1 en España. Su contraparte de acoso y derribo ha pasado sin pena ni gloria. Querían acabar con una gran activista trans, y como no podían con argumentos, han ido al ataque personal con un video de hace 8 años. Pero esos videos son, simplemente, la prueba de que leyendo, escuchando a las demás y revisándose los privilegios, las personas podemos mejorar. Una lección de humildad que muchas terfs deberían aprender. Al final les ha salido el tiro por la culata, porque hemos demostrado que las que estamos con las personas trans somos más. Y, sobre todo, que nosotras sí sabemos qué significa la sororidad, y que nunca dejaremos a ninguna atrás.

Fuerza Elsa, la batalla por nuestros derechos continúa y te seguimos necesitando en ella.

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