Historia de una revolución lésbica

 

Por Nayra Marrero (@nayramar)

 

La Historia en mayúsculas tiene distintos ciclos. Hay cosas que se miden en siglos y otras para las que nos bastan unos cuantos años para notar el cambio, trascendental, transformador.

Corría 2007 cuando la Federación Estatal LGTB decidía que había que hacer acciones proactivas para que se generaran referentes de mujeres no heterosexuales porque no los había: ni en los medios de comunicación, ni en los ámbitos políticos, económicos, deportivos…

De ahí surgió la propuesta de dedicar el 2008 a la Visibilidad Lésbica, y tratamos entonces de poner en todas las historias que pudiéramos las voces de mujeres visibles que rompieran una lanza por las demás. Yo lo hacía como responsable de prensa. Los armarios estaban llenos de miedos y reticencias pero algunas doblaron su esfuerzo activista por esa visibilidad. Carmen Hernández como coordinadora del Área de Políticas Lésbicas de FELGTB se dejó la piel, pero también otras como Sylvia Jaén, que entonces era Secretaria General, o algunas presidentas de asociaciones LGTB como Luisa Notario en Lambda Valencia o Pepa Tascón en Lesgávila.

Pero había más: activistas de base que hicieron gala de que lo personal es profundamente político mostrando que era posible ser lesbiana en todos los ámbitos, en todas las esferas, desde la igualdad. Ahí había proyectos como la Bollosfera online de Mercedes Ramírez, en Jerez, matrimonios de veintiañeras que exigían que se las reconociera como familia como el de Esther y Araceli, y otras más mayores como Beatriz Gimeno y Boti G. Rodrigo que hicieron de su historia de amor un acto político de reivindicación para todas, para todos.

2008 nos demostró que pese al ímpetu de muchas mujeres, la inmensa mayoría no quería o no podía permitirse salir del armario, pese a las consecuencias que tenía, incluso para su salud.

Tuvimos que esperar a 2013 para que alguna hiciera un ejercicio de visibilidad lésbica en la política: la primera fue Ángeles Álvarez siendo diputada en las Cortes Generales. En 2015 la ex presidenta de FELGTB Beatriz Gimeno fue elegida diputada en Madrid y algunas otras valientes se han ido visiblizando después, concretamente en 2017 en el Ayuntamiento de Madrid salieron del armario la portavoz municipal, Marta Higueras, y la del PSOE, Puri Causapié, no sin que esta última reconociera que la invitaron a armarizarse para que su orientación sexual no la condicionara políticamente. Ese mismo año la Alcaldesa de Barcelona habló abiertamente de su bisexualidad por su consciencia de que lo personal es profundamente político.

Por supuesto que había más, algunas visibles en pequeños municipios, otras con responsabilidades tan grandes como el armario que llevaban a cuestas, pero desde 2008 algo ha ido cambiando, más lento que lo que nos gusta a quienes hacemos activismo, pero tras este 2020 creo que no hay marcha atrás: ya no es que salgan del armario políticas en ejercicio sino que mujeres fuera del armario han ascendido a los puestos de poder poniendo su activismo como valor y eso, qué quieren que les diga, es revolucionario.

Sylvia Jaén es hoy Viceconsejera de Igualdad y Diversidad del Gobierno de Canarias, donde la Viceconsejera de Derechos Sociales y la directora del Instituto Canario de Igualdad también entienden. Luisa Notario es hoy concejala del Ayuntamiento de Valencia, y próximamente la directora del Instituto de la Mujer estatal y la Secretaria General de Diversidad Sexual y LGTBI serán activistas lesbianas que han hecho de la visibilidad una herramienta para conquistar derechos.

Pueden parecernos muchísimas lesbianas pero siguen siendo en realidad casos excepcionales, no son tantas para un país tan grande, no son tantas para unas administraciones públicas tan potentes. Aún hay muchas mujeres que se cortan cuando hay que hablar de sus parejas si estas son mujeres, que obvian públicamente una parte importante de sus vidas, que la ocultan, que tienen miedo. Pero después de este 2020 estoy convencida de que cada vez serán menos, de que las referentes por las que tanto se ha luchado están ahí, mostrando que se puede, que ahora se puede.

Y por eso molesta tanto en algunos sectores y por eso es tan grande la alegría de algunos otros. Y pienso que hoy no me costaría tanto convencer a las mujeres para mostrarse como lesbianas visibles en medios, y no me costaría porque hoy es infinitamente menos necesario hacerlo que entonces. Así que solo puedo echar la vista atrás para agradecer a esas mujeres que cambiaron las tornas a costa de no pocos desprecios, de no pocos sermones, a las que ya nombré pero también a Pilar, Panchi, Cris, Joana, Laura, Lorena, Desirée, Carmen, Nuria, Ruth, Maica, Silvia, Marina, Pixu, Valle, Myriam, Gema, Ana, María, Marta, Irene, Natalia… un puñado de mujeres que conformaban entonces mi agenda de visibles. Cómo hemos cambiado.

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