Votar o no votar, that’s me, today

Por Laura Ramírez Martín ()

1. Hace 87 años, el 1 de octubre de 1931 las mujeres obtuvieron el derecho al voto en España por 161 votos frente a 131. La diputada Clara Campoamor defendió el sufragio femenino en las Cortes con un pedazo de discurso.

Clara Campoamor ya sabía muchas cosas en 1931. Sabía, por ejemplo lo que escribió 40 años más tarde Audre Lorde en pleno apogeo de la segunda ola de feminismo, a saber, ‘Las herramientas del amo nunca van a desmantelar la casa del amo.’

Negadlo si queréis (el derecho al voto); sois libres de ello, pero sólo en virtud de un derecho que habéis detentado, porque os disteis a vosotros mismos las leyes; pero no porque tengáis un derecho natural para poner al margen a la mujer.

Clara Campoamor ya sabía que a veces hay que gritar obviedades de buenas maneras, y justificarlas, las obviedades, como que las mujeres somos también seres humanos. Y pedir ciertos derechos para ciertos humanos por favor. A los que mandan. Sabía de maneras, Clara…

(…) y en vuestras conciencias repercute, que es un problema de ética, de pura ética reconocer a la mujer, ser humano, todos sus derechos, porque ya desde Fitche, en 1796, se ha aceptado, en principio también, el postulado de que sólo aquel que no considere a la mujer un ser humano es capaz de afirmar que todos los derechos del hombre y del ciudadano no deben ser los mismos para la mujer que para el hombre.

Clara Campoamor ya sabía, 40 años antes de que se popularizara la expresión, que ‘lo personal es político’.

Se dice, se comenta que la frase se acuñó en el título de un ensayo de Carol Hanisch publicado en 1970 sobre los grupos de trabajo de la sección feminista de la Southern Conference Educational Fund, donde explica, por ejemplo que ‘Una de las primeras cosas que descubrimos en estos grupos es que los problemas personales son problemas políticos. No hay soluciones personales en este momento. Solo hay acción colectiva para una solución colectiva.’

Lo personal es político. Eso lo sé yo también. Hay cuestiones personales que nos atañen a todas. Han muerto, mueren muchas, muchísimas mujeres para que yo, nosotras, las mujeres podamos hablar. Y no solo muertas-muertas. También muertas en vida. Ha habido y hay muchas mujeres ridiculizadas, silenciadas, ninguneadas, sacudidas, golpeadas, vejadas, violadas, objeto de mofa, burla y risa a cargo de la bienpensantía, por el hecho de hablar, de elevar la voz, da igual en qué momento, siempre hay buenistas cumplenormas apegados a lo establecido, muertos de miedo a la vida.

Y a mi me gusta decir lo que quiero decir, expresarme como me viene en gana, rebatir lo que considero rebatible. Manifestarme a favor o en contra de cualquiera. Usando incluso vocabulario inapropiado para damas y señoritas. Oh, osadía. Y me gusta la idea de que siga siendo así. Y me da miedo que hay 25 fascistas declarados en el congreso, más otros tropecientos sin declarar de los que no me fio nada. Mucho estúpido desatado dando pábulo a la estupidez suprema de la que beben, como estos dos grandes de Madrid, ay, mi Madrid, los defensores de Nôtre Dame y de las iglesias que quemaremos las rojas, ya que brujas. Se hacen líos con lo de quemar. Y yo me hago líos con todo lo que dicen, no me alcanza la entendedera, como a la niña del cole, para saber por qué les dejamos un micro.

Es importante lo que se dice. Aunque las palabras estén hechas de aire y con él se vuelen. Aunque de lo dicho a lo hecho haya el consabido trecho.

Así que por cuestiones personales y por todo lo que sabía Clara Campoamor votaré en las próximas elecciones, porque sí, por respeto a mis mayores, a mis mujeres, a mis ancestras, a mí misma. Por agradecimiento. A todas ellas. A todas nosotras.

2. Ahora bien, me jode votar. Me jode votar otra vez. El único partido al que he votado con ganas alguna vez en mi vida se está yendo a la mierda a base de luchas de poder, de egos, de masculinidades. De una manera de entender el mundo fundamentalmente patriarcal. No digo que todas ahí dentro sean así. No digo que no hubiera/haya buena voluntad.

Pero sí digo que se perdió una oportunidad preciosa de feminizar la escena política, o al menos una parte de ella, el día que Podemos decidió cargarse la estructura de la que salió, que se montó a raíz del 15-M, asamblearia, horizontal, conectada, colaborativa, acogedora, amable… en pos de una ya consabida verticalidad, con un hombre a la cabeza. A la cabeza. No hay nada casual en las palabras hombre y cabeza. Ni en la posición y encuadre de las mismas. El patriarcado lo llevamos todas dentro.

Y decidieron luchar. Pelear, entrar al trapo. Instalarse en la confrontación absurda del y tú más y del pues anda que tú, perder el discurso de vida, adaptarlo al debate político parlamentario y perder lo levantado con tanta gente, tanta energía, tanta colaboración.

Seguir apostando por lo horizontal y el colectivo no parecía buena estrategia política ¿no? Ahí era donde todas teníamos hueco. Desde ahí sí se podía hablar de cosas importantes, no sólo de asuntos relevantes para lo macro, sino de todo lo micro: microeconomía, microproyectos, micromachismos…. qué casualidad, todo lo que atribuye el pensar popular a los asuntos de las mujeres.

Hay que formar parte, entremos en el juego, hagamos las cosas desde dentro…… ay amigas, ahí dentro no se puede respirar. Es un juego sucio, muy sucio. Un Monopoly indecente que trafica con vidas, un Trivial para lerdos que no conseguirían un puto quesito si les preguntas por cualquier asunto básico y no se han leído por dónde va hoy la disciplina de partido, un Risk en manos de un mono loco. El congreso de los diputados es una suerte de Sálvame DeLux Plus Ultra elevado al cubo.

Pues nada. Ahora hay un partido más. Uy no, ¡que ya son dos! En el lugar de Izquierda Unida. Ya disponemos de un sitio en eso tan cacareado del panorama político. La izquierda necesaria para que el capitalismo funcione, la cuota de rebeldía permitida por los sistemas opresores para que puedan existir, lo monolítico ahoga hasta al totalitarismo más flagrante. En cualquier peli buena de terror hay un momento en el que te ríes, de otra manera tanta presión no sería tolerable ¿aún no nos hemos dado cuenta?

Quiero seguir pensando que hay otra forma, otra realidad política. No esta acojonante mierda de circo. Una manera de devolver al término algo de dignidad. Política tiene que ver con la Polis, con la ciudad y las relaciones de quienes la habitamos, la ciudad y el planeta. Eso es lo que supuso en buena medida el 15-M. Y lo vivimos porque tuvimos el valor de apostar por ella, por nosotras, por el planeta.

Se nos olvidó, parece. Entiendo que es muy difícil mantener el tipo en ese cucarachal, pero no hay otro camino. O interiorizamos de verdad el feminismo, o nos devorarán vivas. Y vivos. A vosotros también, ya lo hacen. Ya no nos dejan ser.

Al patriarcado hay que seguir dándole vueltas.

La revolución, a ver si nos enteramos ya, será feminista o no será.

3. Ya, pero entonces… ¿a quién coño voto yo?

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