Nuestras reflexiones tras el asesinato de Laura Luelmo

Equipo de 1 de cada 10

Foto: brunacostafoto

Ha sido una semana extraña. El hallazgo del cuerpo sin vida de Laura Luelmo y todo lo que hemos sabido después, nos ha dejado, como la inmensa mayoría en un estado de tristeza y rabia. Se han escuchado y leído multitud de reflexiones estos días, nos quedamos con aquellas que suman y hablan de cómo el machismo es el autor intelectual de este y otros tantos crímenes. El detonante de este texto fue uno de esos  artículos, uno en eldiario.es escrito por Marta Borraz y en el que nuestra colaboradora Nieves Gascón daba fe del miedo que tantas veces había sentido como mujer. Lo compartimos en nuestro grupo de whatsapp y eso dio pie a que Juan Andrés Teno nos contará esto:

El lunes sentí una profunda tristeza y frustración. Entraba en un recinto residencial y delante de mí iba una mujer joven. Llamó al telefonillo y pasé detrás de ella. Miró de reojo a ver quién le seguía. Sentí su inquietud o su miedo, no sé. Quiso la casualidad que fuésemos al mismo portal. Llamó de nuevo al telefonillo. Ya no me atreví a pasar detrás de ella. Dije en voz baja: voy a llamar yo también para avisar de qué subo. Pasó sola al portal y yo llamé de nuevo para que me abrieran. Sabía que no podía decirle nada, que nada calmaría su inquietud. Fue frustrante, era una persona con miedo y no pude ayudarla, ni apoyarla, no decirle que estaba a su lado… se me pasó por la cabeza decirle cuál era mi orientación sexual, pero me resultó ridículo en mi cabeza.

Joder, es una mierda, era mediodía y esa mujer tenía miedo, yo podía ayudarla a sentir tranquilidad pero sabía que no debía hacerlo… es una mierda pero grande…

Era tan real, que salió la invitación a compartir en este espacio, 1 de cada 10, algún testimonio más… Marta Márquez esa misma noche escribió esto…

Tenía 18 años y, como decía Serrat, un sueño en la piel, una inocencia; y un desconocido me la arrancó sin más. Siempre fui independiente y siempre me he movido sola, sin hacer caso de los consejos de mi abuela. Salía con mis amigas y si, por la suerte de la noche, mis amigas se quedaban o ya se habían ido, me iba a casa andando, de madrugada y sola. Vivía feliz creyendo que no me ocurriría nada. Un día cualquiera, no era de noche, no llevaba falda ni escote ni probablemente me había maquillado, volvía de trabajar, era mediodía. Llevaba viviendo en el barrio toda la vida y los vecinos eran caras conocidas, pero ese día entró en el portal alguien desconocido que subió las escaleras mientras yo esperaba el ascensor que me llevaría al último piso; donde vivía con mis padres. Llegó el ascensor, entré, se cerró la puerta y antes de que las puertas interiores comenzasen a cerrarse una sombra se coló por el cristal y el desconocido entró en el ascensor poniéndome una navaja en el estómago. Por suerte, después de la agresión, pude salir de allí, llegar a mi casa y llamar a la puerta a patadas porque mis manos no respondían. Recuerdo la expresión de mi padre al verme y recuerdo cómo bajó las escaleras de nueve pisos buscando algo que, por suerte, no encontró.

Hoy, 20 años después, ya no agarro los cristales con las uñas para que esa puerta no se abra pero sí lo hice durante muchos años. Hoy, 20 años después, aún no estoy cómoda con desconocidos en un ascensor. Hoy, después de 20 años, me siento afortunada por poder contarlo. Pero no es justo que las mujeres vivan con este miedo, tampoco lo es que un porcentaje mayoritario de hombres buenos carguen con el peso de algunos hombres malos y de ninguna manera podemos consentir que violar y matar mujeres salga gratis.

Ante esto solo cabe un silencio, por dentro, en la mirada, en el mundo. Porque no es una historia aislada, no lo es. Lo sabemos bien por el #MeToo o el #Cuentalo.

Para cerrar, Nieves Gascón, lo resume muy bien:

El Patriarcado heteronormativo y binario nos ha encorsetado en dos géneros con muy pocas alternativas creativas para la construcción de la identidad sexual y de género. De esta manera hemos normalizado y naturalizado los comportamientos de una perspectiva de género binaría en la que vinculamos la falta de libertad sexual a la mujer y las conductas agresivas como inherentes a los hombres.

La realidad es bien distinta, ya que la identidad sexual ya no se construye de forma binaria y así lo reivindicamos desde este espacio. Hay más géneros que responden al derecho a una libre y creativa construcción de identidad y que derriban las conductas predeterminadas por el Patriarcado.

Reivindiquemos libertad para las mujeres y construyamos otros modelos de masculinidad y de géneros diversos en coherencia al derecho a la democracia y el respeto. En mi opinión el Feminismo ha ayudado en este sentido a la de construcción de los roles de género tradicionales y el movimiento LGBTIQ ha contribuido reclamando derechos y un espacio sociocultural para los géneros.

Sumémonos e innovemos otra forma de estar y comportarnos en valores de igualdad y derechos humanos para ser quien realmente somos en una pacífica respetuosa y empática convivencia.

Desde este espacio de derechos, igualdad y convivencia, nos gustaría hacer llegar a la familia y gente querida de Laura Luelmo un abrazo nuestro de color arcoíris por la diversidad que representamos cada una, uno, y une de las personas que formamos 1 de cada 10.

Si quieres contar tu historia puedes escribirnos a 1decada10blog@gmail.com

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