Por Loren González (@loren_gonza), Secretaría de Organización de la FELGTB

Foto de Agustín Millan (Flickr FELGTB)
Veinte años de voluntariado social no son nada. Y no lo son porque el voluntariado del que hablo no es prestacional ni es aquel que cubre las carencias que deberían ser propias de los Estados o los Gobiernos. El voluntariado del que yo hablo es el activismo social, es aquel que trasciende lo meramente individual y lo convierte en algo personal y político y te convierte en una pieza más que permite establecer unas condiciones que trascienden toda tu persona.
El voluntariado del que yo hablo es ése que de repente te hace sentir que pasas a ser parte de una maquinaria de conquista, protección y defensa de derechos. Y dentro de ese voluntariado social, el activismo LGTBI cobra una especial relevancia en tanto que eres una pieza más del engranaje del movimiento en defensa de los derechos de la diversidad sexual, familiar y de género y por lo tanto sientes que estás siendo garante real de la causa LGTBI, que de verdad tu aportación importa.
Desde mi experiencia en el voluntariado social y en el activismo LGTBI en particular durante todos estos años he reflexionado mucho sobre qué nos lleva a participar en sociedad. Desde mi óptica, el primer paso, sin duda, es ese proceso interno de reflexión sobre la realidad social y sobre nuestros comportamientos individuales y colectivos. Hecha esa reflexión inicial desde la crítica, todo nuestro ser nos conduce a considerarnos a nosotros mismos como “actores solidarios” porque en el momento en el que adquirimos esa conciencia de que podemos ser y podemos hacer ya somos capaces de visualizarnos y percibirnos con un significado social que antes no éramos capaces de sentir.
Tras este paso, el resultado o la consecuencia es muy clara: vamos a participar en la construcción de sociedades cohesionadas y justas de alguna manera.
Y esto mismo es lo que a mi me sucede con la manifestación estatal del orgullo LGTBI que se conmemora en Madrid el próximo 7 de julio. Una manifestación que es una herramienta lúdico- reivindicativa que demanda derechos y celebra aquellos otros conquistados; un momento de recuerdo de quienes ya no están; un espacio de libertad donde cada cual es como quiere ser y se expresa como desea.
Desde mi conciencia de que el Orgullo y su manifestación son instrumentos de visibilidad y de cambio social, y desde mi experiencia en manifestaciones pasadas en las que viví en carne propia la cercanía ya no sólo del colectivo, sino de toda esa ciudadanía comprometida con la igualdad, la diversidad y la libertad, sólo me cabe decir que este año repetiré.
Y lo hago desde la vivencia de que participar en el voluntariado de ese evento durante los últimos años para mi ha significado acogida, acompañamiento y sentimiento de pertenencia, además de un privilegio que me ha permitido observar desde una escena diferente la acción tan singular que es esa manifestación en pro de los derechos humanos.
Mi participación en la manifestación junto a tantas y tantas personas voluntarias me impulsa a volver a sumar y a relacionarme con la colectividad, a remar en una causa en la que creo, a socializarme con otras personas que piensan como yo, a sentirme útil socialmente, a intercambiar sonrisas para después intercambiar experiencias y, también, por qué no, a volver a sentir esa sensación de importancia que te da saber que eres parte de algo mucho más grande que tú.
En este 2018, de liberación trans, volveré a ser voluntario de una de las manifestaciones del Orgullo LGTBI más multitudinarias del mundo porque cuarenta años después de la primera manifestación del Orgullo LGTBI de Madrid quiero sumar mi granito de arena para que dentro de otros cuarenta años ningún derecho se haya perdido y España siendo referente en materia de diversidad sexogenérica y familiar. Y también para que las personas LGTBI de aquellos países en los que hoy mismo no pueden ni siquiera manifestarse sientan que no están solas.
Dentro de cuarenta años quiero sentir que estuve ahí, que contribuí y que no me quedé con las ganas de hacer y de participar. Por mi parte, creo que nunca tendré tiempo suficiente para mostrar mi agradecimiento a todas aquellas personas solidarias que entienden que este mundo debe ser recíproco y que las causas sociales son transversales e interseccionales y que, como tantos de nosotros, participan con conciencia en la mejor, más grande, divertida, diversa y multitudinaria manifestación del Estado.
Un texto y una reflexión magníficos.
Un saludo,
Fernando Hernández
29 junio 2018 | 13:45