Por Andrea Puggelli, (@aikkomad1), activista LGBTIQ

Foto: SignorDeFazio
Escribo esta entrada después de que se haya tramitado la Ley de Igualdad LGTBI española el pasado 19 de septiembre. Y al hacerlo, recuerdo qué es lo que pasó en Italia, esperando que allí, en España, no suceda lo que os voy a contar.
Era 19 de septiembre de 2013, cuando el Congreso de los Diputados italiano aprobó la Ley contra la LGTBfobia. En el texto se preveía ampliar las circunstancias agravantes previstas por la ley contra los delitos de odio (que solo consideraba como tales los delitos la xenofobia, el racismo y la intolerancia religiosa) a las conductas basadas en la homofobia, bifobia y la transfobia.
Casi cuatro años después, la Ley sigue estancada en la Comisión de Justicia del Senado, bloqueada por cientos de enmiendas de Forza Italia y NCD (nuevo centro derecha). Pero no sólo el obstruccionismo de las fuerzas de centro-derecha explican los tres años y medio de retraso en su aprobación, pues se trata de una ley muy corta compuesta solo por dos artículos. El texto resultante fue fruto de la controversia dentro del Partido Demócrata y al final, tampoco fue reconocido por parte de las asociaciones de LGBT.
Lo que pasó fue que en el Congreso italiano se aprobó una enmienda que pretendía salvar quien expresa opiniones LGTBfobas. El texto de la enmienda dice: «No constituyen discriminación o incitación a la discriminación, la libertad de expresión y manifestación de las opiniones relacionadas con la pluralidad de ideas asumidas dentro de las organizaciones políticas, sindicales, culturales, relacionadas con el ámbito sanitario, educativas o religiosas».
Como he dicho la Ley está bloqueada en el Senado y no parece tener muchas esperanzas de ver la luz. Está claro que el texto que salió del Congreso no tiene los votos en el Senado. De hecho la derecha está en contra. Mientras que en a la izquierda lo consideran un texto vacío e ineficaz y el M5S no tiene una posición propia. En el Partido Demócrata, en cambio, muchos piensan que hay leyes que tienen mas prioridad de esta.
Después de todo esto, me pregunto: ¿por qué no cambiarla? Quizás los partidos políticos italianos no quieren abordar este tema antes de las elecciones políticas del 2018 por miedo a perder a su electorado, o quizás porqué no les interesa verdaderamente luchar de manera firme contra la violencia LGTBfobica fortaleciendo con ello, aún más la idea de Italia país machista. Lo que espero es que en España no se llegue a una situación de bloquear una buena Ley solo para obtener cálculos políticos.