Por Nieves Gascón (@nigasniluznina)

Foto: Olga de Dios, autora de Leotolda (vía Instagram)
(Hoy Olga de Dios participa en BOOOKIDS. Centro Conde Duque de Madrid)
Me gustaría que Leotolda os ayude a confiar en el poder de vuestra creatividad.
Olga de Dios (2016)
Diciembre es mes de vacaciones escolares, de reuniones familiares, derroches, peladillas, turrón y desenfreno. Pero en medio de esta locura navideña, podemos disfrutar más momentos, compartir con las y los mas pequeños de la casa o la familia, para leer y viajar a mundos de relatos. Y en esta ocasión, os hacemos la mejor de las recomendaciones, Leotolda, último álbum ilustrado de Olga de Dios, recientemente editado por la editorial Silonia y con un precioso diseño de encuadernación e impresión de Grafilur Arte Gráfico, de tapa dura, rugosa casi textil y fondo rosa en portada donde vemos a la y los protagonistas de la historia: Tuto, Catalina y Kasper. Tres personajes diferentes, fuera de toda normatividad estética, de enormes ojos, largas bocas e innumerables dientes. Monstruos o personajes fantásticos que van a casa de su amiga Leotolda, quizá monstruosa también. Como nadie les abre cuando llaman al timbre, entran por la puerta pero no encuentran a su amiga por ningún lugar. Es extraño porque Leotolda es grande y no puede esconderse fácilmente en cualquier rincón sin ser vista. Abren la puerta de un enorme armario rosa, de esos de patas y diseño clásico, donde encuentran a un montón de simpáticos dinosaurios. Leotolda que es enormemente redonda, pasó por allí, pero ya no está. Deciden atravesar el Parque de Dinosaurios a lomos de un gigante y amigable Tyranosaurio, en busca de Leotolda para llegar hasta la Playa de las Sirenas. Un precioso lugar de arena y mar, donde canta las sirenas con largas colas de pez y desnudos torsos de hombres, barbas, tupé y hasta hay alguna de avanzada edad. Preguntan de nuevo por Leotolda, que canta muy mal. Pasó por allí para ir a una isla, pero ya no está. En su busca se adentran al mar, con flotador y snorquel, guiados por la Sirena tatuada. Recuerdan que Leotolda siempre dice lo que piensa, algo que les gusta mucho en ella.
Suena un estruendo, un canto de ballena, a la que preguntan por su amiga. ¿Estará dentro de la ballena quizás?. Se dejan comer para averiguarlo, aunque tienen que salir cuando la ballena se duerma. En la gran tripa de la ballena encuentran infinidad de objetos, animados e inanimados como sillas, bicicletas, teléfonos, probetas, un avión, un barco, botellas y residuos, todos los que caen al mar y no debieran ir más que al contenedor y plantas de reciclado de plásticos y envases.
Pero la ballena no se duerme, tendrán que contar ovejas hasta que llega a la cuarenta y nueve, bosteza fuerte y salen disparados de su interior, objetos, la Sirena Tatuada, Tuto, Catalina, Kasper y cuarenta y nueve ovejas alucinadas. De esta manera, llegan a la isla, donde lo único que hay es el Faro del Fin del Cuento, tal y como les dice la oveja cuarenta y nueve. En la subida de los tres personajes, les acompañamos leyendo de forma ascendente los párrafos del texto, en doble hoja y hasta lo más alto del faro, desde donde ven el Parque de los Dinosaurios, la Playa de las Sirenas, el fondo marino donde ilumina la luz del faro y la superficie del mar, comprobando que Leotolda no está. ¿Y si estuviera en la Luna?. Aparece una perra astronauta que con su cohete les sube y acompaña hasta la superficie lunar, donde Leotolda tampoco está.
No vamos a contar el final, para el que necesitaremos imaginar a Leotolda enorme, redonda, alegre, sincera, de muchos colores y que canta mal. Seguro que la encontrarán de forma creativa e interactiva con el relato. Nosotros y nosotras la encontramos una tarde caminando por Lavapiés, en Swinton Gallery, donde estaba tal y como la imaginaron pequeños y pequeñas que acompañaron a Olga de Dios en una jornada de presentación de este álbum ilustrado, junto a los dibujos originales en una preciosa exposición que ha permanecido durante unos días en la planta baja de este local de la calle Miguel Selvet. La exposición finalizó el pasado 4 de diciembre, pero queda Leotolda en una preciosa edición para nuestro deleite, a partir de los dos o tres años de edad en adelante, iluminando fosforescentemente de rosa, verde y amarillo, las oscuras tardes del invierno, navideño o no. Recuerden como imprescindible en nuestra estantería de diversidad y género.
Pasen unas felices vacaciones.
¡Hasta pronto!