Por Jesús Generelo (@JesusGenerelo), presidente de la FELGTB

Merle Miller
El artículo –siguiendo la estela de libertad de los altercados de Stonewall que habían tenido lugar apenas año y medio antes– suponía la primera salida del armario pública realizada en un medio multitudinario. Su publicación fue calificada, incluso, como la salida del armario del New York Times. Hasta entonces, ningún gran periódico –por no hablar, por supuesto, de cadenas de televisión– había osado incluir entre sus páginas un discurso semejante pro derechos de las personas LGTB, ni mucho menos una defensa de la necesidad de salir del armario. Esto tuvo lugar, en concreto, en The New York Magazine el 17 de enero de 1971.
Con este histórico y fundacional acto de valentía, Merle Miller respondía a un injurioso artículo del también escritor Joseph Epstein publicado algo antes en Harper’s Magazine. En él Epstein llegaba a afirmar que, si pudiera, erradicaría la homosexualidad de la Tierra. Cansado de soportar tantos insultos, falsedades, estereotipos dañinos, prejuicios, etc., Miller buscó un espacio público donde poder sacar su rabia, su furia, donde responder, de una vez por todas a las injurias que una persona LGTB debe escuchar y asimilar durante toda su vida. Donde reivindicar alto tan básico como la humanidad de dichas personas: Estoy cansado y me pone enfermo seguir leyendo y escuchando tal cantidad de maldita porquería degradante sobre mí y mis amigos. Su texto se convirtió inmediatamente en un hito. Recibió más de 2000 cartas de respuesta, la inmensa mayoría de agradecimiento. Una cantidad inaudita que ningún otro tema había provocado. Alguien lo calificó del ensayo más leído y debatido de la década.
Miller había cumplido ya los 50 años y anteriormente había vivido su homosexualidad de un modo discreto, privado. Su intención, según explicó él mismo, no era exponerse personalmente, pero su rabia le llevó a mostrarse como lo que era: una persona homosexual enfadada, agotada por el desprecio que tantas personas le demostraban a diario sin conocerlo, tan solo por su orientación sexual. La reivindicación de Miller fue a la injuria social institucionalizada lo que Stonewall al acoso y la violencia policial. Una segunda e importantísima etapa en la marea de libertad que empezó a extenderse por todo el mundo.
Lo que Miller estaba poniendo sobre la mesa pública, a la vista de todo el mundo, era la evidencia del principio feminista de que lo personal es político. Su defensa del derecho, de la libertad de ser, no podía mantenerse en el terreno de la teoría, de la elucubración. La Visibilidad era imprescindible, la autoexposición, la apertura de los armarios, de las ventanas, de todas las puertas obligadas y asfixiantes. Miller es un gran ejemplo a seguir. Por dignidad y por compromiso ético. Porque cada persona que sale del armario otorga a otras muchas la posibilidad de hacerlo. Porque lo que se está diciendo con eso no es lo que se hace en la cama –como persistentemente afirman los discursos homofóbicos–, sino que se está rechazando la vergüenza, la sombra de la indignidad, el miedo, el sometimiento a una ciudadanía de segunda o tercera categoría.
En el mencionado artículo, Merle Miller citaba una de las pancartas que había visto en las primeras manifestaciones del Orgullo Gay (hoy, de un modo más inclusivo, Orgullo LGTB): Somos la gente contra la que nos advirtieron nuestros padres. ¿Existe una manera más eficaz de desmontar un estigma tan monstruoso?
Desde el pleno respeto a la decisión individual que implica salir del armario, es necesario dejar algo claro: vivir dentro o fuera del armario es también un acto político, es optar por apoyar una sociedad u otra. Esto es especialmente relevante en personas que ejercen algún tipo de liderazgo de opinión, sea a nivel mediático, político, religioso, deportivo… Y, por supuesto, en quienes se dedican a la enseñanza. Un/a maestro/a fuera del armario es una semilla de igualdad extraordinariamente importante.
Obviamente, esto no se puede lograr a golpe de decreto, pero sí hay medidas políticas que pueden fomentar la visibilidad. Medidas que ha ignorado el Gobierno durante los últimos 4 años y que deben tomarse sin más dilación. Medidas que estarían incluidas en la Ley de Igualdad LGTBI que propugna FELGTB y con la que se ha comprometido la mayor parte de los partidos representados en el Parlamento Español. ¿Conseguiremos, por fin, esta necesaria Ley que ayude a que gestos como el de Merle Miller ya no sean más actos heroicos, sino parte de la cotidianeidad de una sociedad democrática y que valora la riqueza de su diversidad? Que no lo dude nadie: la conseguiremos.