El ansiado efecto dominó del que tanto se ha hablado respecto al matrimonio igualitario no es tan armónico y dinámico como nos gustaría, de hecho aún se encuentra con fórmulas de frenado o desaceleración hasta en tierras muy cercanas. Sobre cómo se ha desarrollado el tema en nuestra vecina Andorra y su vinculación con los Derechos Humanos nos escribe hoy Charo Alises, abogada, responsable de la Comisión de Derechos Humanos del Colegio de Abogados de Málaga y miembro del grupo de juristas de FELGTB.

Un débil arco iris en el atardecer, en Andorra la Vella. Foto de Robert
El Consell General del Principado de Andorra aprobó, hace dos semanas, una ley que, supuestamente, equipara los derechos de las uniones civiles entre personas del mismo sexo con los del matrimonio heterosexual, incluyendo la adopción de hijos.
El nuevo texto legal modifica la ley del matrimonio vigente en Andorra y, tras el artículo 1.1 (“el hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio entre ellos y a fundar una familia de acuerdo con las disposiciones de esta ley”), añade el 1.2 (“dos personas del mismo sexo tienen también derecho a casarse, mediante la formalización de una unión civil entre ellos, con los mismos efectos que el matrimonio, y a fundar una familia de acuerdo con las disposiciones de esta ley”). El artículo 1.5 recoge expresamente el derecho de las parejas del mismo sexo a la adopción.
Esta ley, que pretendía garantizar la igualdad, lo que ha conseguido es perpetuar la histórica discriminación legal del colectivo LGTB, estableciendo dos instituciones distintas dependiendo de si las parejas son del mismo o de distinto sexo. Nombrar de forma diferente a realidades iguales incide en la desigualdad.
El procedimiento de adopción es también discriminatorio, ya que la ley determina que se efectuará en una sola fase si los adoptantes son una pareja heterosexual mientras que para las parejas del mismo sexo, la adopción se llevará a cabo en dos fases. Además, las uniones civiles quedarían fuera de las leyes sucesorias y de la que permite el reagrupamiento familiar en suelo andorrano ya que estos textos legales hablan específicamente de “matrimonios”.
Estamos ante una ley que infringe el articulado de la Carta Magna del Principado de Andorra, y en especial, los principios de igualdad, justicia, la defensa de los derechos humanos y la dignidad de la persona (artículo 2), el acatamiento de lo establecido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos ( artículo 5) y la igualdad de todas las personas ante la ley, sin que nadie pueda ser discriminado por razón de nacimiento, raza, sexo, origen, opinión o cualquier otra condición personal o social ( artículo 6.1).
El colectivo LGTB del Principado de Andorra no debe aquietarse a una ley discriminatoria que, con una supuesta pretensión de dar respuesta a sus reivindicaciones, restringe los derechos civiles de este colectivo para “no molestar” a los sectores más reaccionarios de la sociedad andorrana.
Ante la flagrante vulneración de derechos fundamentales contenida en el texto de la ley aprobada la semana pasada por el Consell General del Principado de Andorra, se hace necesario interponer un recurso de inconstitucionalidad para poner fin a este atropello legal que normativiza la discriminación, la desigualdad y la exclusión de las personas por razón de su orientación sexual o con motivo de su identidad de género. Si no se interpone recurso alguno contra esta ley, o si, interpuesto, el recurso es desestimado, el apartheid LGTB se habrá instaurado en el país de los Pirineos.
gobiernos derechones… triste
10 diciembre 2014 | 08:40
Es muy fácil criticar la paja en el ojo del vecino y no mirar la biga que se tiene en el propio. Me encanta que una abogada sobre los Derechos Humanos española critique una ley sin conocer la realidad social de un colectivo de personas que ella misma discrimina poniéndoles una horrible etiqueta como LGTB.
Resulta que en Andorra los «LGTB» no sufren de discriminación social, ni laboral y mucho menos acoso o maltrato por parte de ignorantes e intolerantes. Y si, la ley está redactada como está es porque en Andorra tenemos la desgracia de tener un obispo como co-príncipe que debe ratificar las leyes que se promulgan, al igual que en España lo hace el Rey pero con la diferencia de que este señor co-principe se dedica a vetar y a influir en como deben ser redactadas las leyes. Posiblemente, si nos liberásemos de la lacra de las monarquías, principados y otros vestigios de los anacrónicos de los nobles, tanto en España como en Andorra, nos iría mejor a todos.
Esta señora debería fijarse más en las continuas violaciones de los derechos humanos que se cometen en España amparadas, impulsadas e incluso arbitradas por el Gobierno Español y en nombre de todos los españoles y muchas veces con intereses particulares de los gobernantes.
10 diciembre 2014 | 08:42
Creo que usas la palabra «apartheid» con demasiada ligereza, es imposible comparar el apartheid de Sudafrica con este supuesto «apartheid» light del que hablas…
10 diciembre 2014 | 12:28
Nombrar de forma diferente a realidades iguales incide en la desigualdad……….
No son realidades iguales,son realidades profundamente distintas.
Primero porque matrimonio
«»El origen etimológico de la palabra matrimonio como denominación de la institución bajo ese nombre no es claro. Se suele derivar de la expresión «matris munium» proveniente de dos palabras del latín: la primera «matris», que significa «madre» y, la segunda, «munium», «gravamen o cuidado», viniendo a significar «cuidado de la madre «»
Segundo porque pese a que las relaciones homosexuales siempre han existido, las familias homosexuales no han existido jamás en la historia occidental, y mucho menos ningun tipo de unión legal entre dos personas del mismo sexo.
Yo no veo ninguna discriminación, se os da los mismos derechos, lo único es que se llama a cada cosa según el nombre más apropiado siguiendo la teoría del derecho, la historia y la costumbre.
La gente como tu olvida frecuentemente que la costumbre es una de las bases del derecho.
Estas a la altura de los que hablan de miembros y miembras para combatir el machismo pasando por alto que género linguistico y sexo no tienen nada que ver…
O es que «el libro» es hombre y la escopeta mujer? libros y libras?escopetas y escopetos?
No tenéis razones argumentales, por tanto no tratéis de convencernos mediante la lógica porque en vuestro propio discurso está vuestro enemigo, si queréis tener éxito imponiendo vuestra visión personal del mundo, haced lo que se os da bien, recibir millones en subvenciones para PROPAGANDA Y ADOCTRINAMIENTO de niños y personas con poca formación.
Con la razón no ganáis, pero con la manipulación de la opinión publica habéis demostrado tener mucho éxito.
Queda demostrado que no buscáis derechos, sino otra cosa.
Por cierto es una vergüenza y un insulto el título de tu artículo, ¿que pensarán de ti las familias palestinas a las que desde ayer les esta derribando la casa el estado de Israel?
10 diciembre 2014 | 13:52
A ver, si conocierais un poco lo que es Andorra y que el 50% del principado está regido por el obispado de La Seu d’Urgell… Me parece un paso bastante importante que lo reconozcan con los mismos derechos las uniones de personas del mismo sexo.
Teniendo en cuenta el peso que tiene la iglesia católica en este estado, me parece ya avanzar bastante. Que no se llame matrimonio pues lo veo hasta comprensible puesto que para el 50% del poder del país es un sacramento cristiano y todos sabemos que la iglesia católica está en contra del colectivo LGTB. Aún así han admitido que los derechos de unas y otras parejas son exactamente los mismos aunque unos se llamen uniones civiles y otros matrimonios.
Ah y de apartheid nada, en Andorra las parejas heterosexuales que se unen sin pasar por la iglesia también se llama unión civil y no matrimonio.
La próxima vez a ver si nos informamos un poquito más.
Un saludo!
10 diciembre 2014 | 17:56