- Foto de Joan Sorolla
Por Nayra Marrero
Debe tener sobre los 60. A mí, como a la mayoría -según denuncian las asociaciones-, las personas mayores me resultaban de alguna manera seres asexuados, y más si tenían hijos de mi edad, como en este caso.
No me había planteado su actividad sexual, porque no me pongo a pensar en esas cosas cuando hablo con en el padre de una amiga, llámenme rara, hasta que me dijo un colega que una noche este hombre en cuestión le había tirado los tejos, y no era al único. Y abrí mucho los ojos y recordé cosas a las que antes no le había prestado atención: alguna vez me había presentado a hombres más jóvenes con un poco de pluma a los que llamaba socios; salía mucho y salía solo; en casa tenía una habitación separada de su mujer… En fin, que encajaba con la idea de hombre mayor armarizado de los de todos los tiempos, con su vida familiar montada y su vida sexual ajena a la anterior. No es el primero, pero debería ser el último.
Aún quedan tipos como él, claro que quedan. Hace 40 años no podían ser libres y luego no supieron serlo. Y nadie puede sufrirlo de forma más profunda y triste que él y su esposa, que como tantas otras acepta los tópicos de que el amor se desgasta con los años, que lo importante es que se hacen compañía, que ella no sale porque no le gusta pero a él sí, que todo está bien.
En las ciudades pequeñas, en los pueblos, en los barrios, todo se acaba sabiendo y supongo que su hija alguna vez escuchó murmullos, como lo he escuchado yo después, cuando ya andaba sobre aviso. No me atrevo a preguntarle pero que yo sepa nadie le ha ido nunca de frente con el cuento, ¿para qué?
Y contrapongo esta imagen con la sonrisa en los ojos de Micheline. Es algo mayor que el padre de mi amiga, se la ve más cascada e infinitamente más feliz. Ella cuenta en el documental Las Ventanas Abiertas que se casó sin amor con un hombre con quien compartió muchos años de vida. Tres hijos y una viudedad después, Micheline se enamoró por primera vez y fue de una mujer, con la que desde hace bien poco vive un idílico noviazgo. Ella sabía que era lesbiana pero no se había atrevido a vivirlo libremente, de hecho verbalizarlo fue complicado hasta para contárselo a una de sus hijas, que es lesbiana visible y activista.
Nadie debería de salir del armario jamás. Ojalá no construyéramos paredes en torno a las personas en función de la orientación sexual que les presuponemos.
Ojalá el padre de mi amiga fuera capaz de levantar la mirada del suelo y reconocer que aún le queda mucha vida. Ojalá conociera a alguien que le de algo más que un polvo rápido en una cama ajena y enfrente su vejez enamorado. No sé si se lo ha estado antes, quizá sí quiso locamente a su mujer, quien ojalá recibiera y diera el mismo amor, o quizá conoció a algún hombre en este tiempo con quien compartió algo hermoso a escondidas, pero si no es así merece, como merecemos todas, que sus ojos brillen como los de Micheline aunque sea una vez.
Ojalá encuentre la forma.
Muy buen artículo. La gente debería de concienciarse de que lo que debe de unir a dos personas no es el que sea del sexo contrario, sino de que lo que les una sea AMOR. El AMOR no entiende de sexos.
13 noviembre 2014 | 20:35
No todos los hombres ancianos somos iguales mi amor por mi mujer es creciente, cada dia es mayor.
14 noviembre 2014 | 09:00
Tengo relaccion desde hace dos años y medio con una mujer 30 años mas joven que yo, y hay que ver como molesta esta relaccion a ciertos jovenes, como si les estuviera quitando algo que creen que les pertenece a ellos por ser jovenes…ajo y agua
14 noviembre 2014 | 10:17