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Las manías y supersticiones de Truman Capote

Las manías y supersticiones de Truman Capote [Anécdota]Truman Capote es uno de los más célebres escritores norteamericanos del siglo XX. Considerado como un genio literario por una gran parte de la crítica, conocidas fueron sus manías y supersticiones, llevadas hasta tal extremo que lo limitaban a realizar numerosas cosas de su vida cotidiana. Sin embargo, muchos son los que creen que ese punto de genialidad le provenía gracias a esa peculiar y extravagante forma de ser y vivir.

Entre las muchísimas manías y supersticiones que tenía (ni el propio Capote sabía distinguir si lo que padecía era una u otra cosa) estaba su animadversión al número trece (triscaidecafobia) que lo obligaba a estar continuamente sumando todos los números que lo rodeaban para comprobar que el resultado no diese ese maléfico número para él. En más de una ocasión tuvo que cambiarse de habitación en un hotel porque el número de teléfono de la habitación sumaba trece (incluso cambiarse de hotel). Lo mismo le pasaba con el número de teléfono de sus amistades, habiendo un puñado de ellos a los que no llamaba por ese mismo motivo.

Una de sus normas que llevaba a rajatabla era la de no empezar ni terminar ningún trabajo en viernes. Era meticuloso a la hora de trabajar y  seguía una serie de rituales los cuales en  muchas ocasiones le ocupaban más tiempo en realizarlos que el destinado a escribir.

A la hora de viajar en avión también tenía una peculiar manía (aparte de no sentarse jamás en la fila 13 o que la suma del número de vuelo diese como resultado ese número de mal agüero) y era la de controlar que entre los pasajeros no viajasen dos monjas juntas, de ser así se negaba a subir al aparato, posponiendo el viaje.

A pesar de ser un fumador empedernido, jamás apagaba más de tres colillas en un mismo cenicero, por lo que estaba continuamente yendo y viniendo para vaciarlos. En caso de encontrarse en un establecimiento, acto público o una fiesta/reunión en casa de otra persona, si en el cenicero había más de tres colillas guardaba las suyas (de los cigarrillos que se iba fumando) en el bolsillo.

 

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Fuente de la imagen: Wikimedia commons

La curiosa petición de autógrafos a Truman Capote [Anécdota]

En cierta ocasión se encontraba Truman Capote en un restaurante de Nueva York, siendo esa noche una de esas pocas veces en las que estaba lucido y sobrio. Un grupo de mujeres allí presentes reconoció al famoso dramaturgo y se le acercaron con intención de elogiar su obra y pedirle unos autógrafos.

Le ofrecieron cajetillas de cerillas y servilletas de papel para que les firmase ahí, pero el marido de una de las presentes espetó que «era un desperdicio el ofrecer tanta emoción femenina hacia un homosexual«. Acto seguido bajó la cremallera de su pantalón y sacándose el pene lo colocó frente a la cara del escritor, al mismo tiempo que le decía:

«Quizás te gustaría firmar esto»

Capote inspecciono el miembro que colgaba frente a su nariz y cortésmente respondió:

«No sé si puedo firmarlo. Tal vez sólo podré poner las iniciales»

 

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Fuente de consulta: Awful Moments de Philip Norman