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Algunas curiosas etimologías relacionadas con el ‘trabajo’

El Primero de Mayo se celebra, desde finales del siglo XIX,  en la práctica totalidad del planeta el ‘Día Mundial del Trabajo’, también llamado ‘Día del Trabajador’. Se trata de una jornada festiva que es utilizada para realizar reivindicaciones de carácter laboral. Este 2020, a causa del confinamiento y la pandemia de coronavirus, será el primer año en el que las calles no se verán repletas de manifestantes.

Para celebrar este atípico Primero de Mayo, os traigo un post con algunas curiosas etimologías relacionadas con el ‘trabajo’.

Algunas curiosas etimologías relacionadas con el ‘trabajo’

Trabajo: Ocupación, tanto física como intelectual, que se realiza para otros o para uno mismo, normalmente retribuida y que suele ser necesaria para subsistir. Etimológicamente el término proviene del latín ‘tripalium’ traducido como ‘tres palos’ y hacía referencia a un método de tortura realizado en la antigüedad y que consistía en atar a un condenado a una especie de aspas, donde era azotado y acababan prendiéndole fuego. No se sabe por qué, pero comenzó a relacionarse el sufrimiento que padecía un reo en el tripalium con la obligación de ejercer obligatoriamente una profesión (en una época en la que la mayoría eran esclavos y sirvientes), convirtiéndose el vocablo referido a ese aparato de tortura en la forma de designar a la ocupación laboral.

Faena: Término que sirve para designar varias cosas, todas ellas relacionadas con el trabajo. Además de hacer referencia a la ocupación laboral de cualquier trabajador, también lo es de lo realizado por ciertos colectivos. En la tauromaquia se refiere a los pases realizados por un torero con el capote en el coso. Entre los pescadores el ’salir a faenar’ hace referencia a la salida realizada para ir a pescar. El vocablo faena también puede ser usado de modo negativo, para indicar un mal acto (hacer una faena). Etimológicamente proviene del latín ‘facienda’, cuyo significado era ’cosas que hay que hacer’, pasando por el catalán ’feina’ y de ahí llegó al castellano.

Currar: Proviene del idioma caló en el que se utiliza con el mismo propósito. Etimológicamente al idioma gitano llegó desde el sánscrito (antigua lengua de los brahmanes en la India) en la forma de ’kṛnoti’ significando literalmente hacer. También encontramos que se usa el término ’currante’ para referirse al trabajador y ’currele’ o ’curro’ como referencia al puesto de trabajo.

Tarea: Otro de los muchos sinónimos que existen alrededor del acto de trabajar. Este término nos llegó desde el árabe “ṭaríḥa” y su significado venía a referirse a ’aquello que debe hacerse en un corto espacio de tiempo’, de ahí que también se denomine como tarea a los deberes que ponen a los alumnos en las escuelas.

Ponerse al tajo: Las expresiones ’ir al tajo’ o ’ponerse al tajo’ hacen referencia a la acción de ‘ponerse o ir a trabajar’, debido a que el término ’tajo’ (que en esta locución nada tiene que ver con el rio) es uno de los muchos sinónimos que tiene la palabra ’trabajo’. No se trata de un neologismo, debido a que encontramos algunos ejemplos escritos varios siglos atrás.  El vocablo proviene de ’tajar’ (dividir algo en dos o más partes con un instrumento cortante) que llegó hasta el castellano desde el latín vulgar ’taleāre’ y cuyo significado era cortar o rajar. Muchos eran los trabajos en los que no se tenía que cumplir con un horario determinado sino que debía alcanzarse un objetivo y la jornada laboral terminaba cuando, avanzando sobre un terreno en el que se realizaba la faena (ya fuese cosechando, la siega, sembrar, pintar, talar, picar en una mina…) se llegaba hasta determinado punto que previamente había sido marcado con un tajo (línea, surco, marca) que, normalmente, se hacía en el suelo.

Bregar: Término con el que se conoce al trabajo que requiere realizar cierto esfuerzo. El vocablo proviene del gótico ‘brĭkan’ y en su origen se utilizaba para referirse a la lucha, pelea o riña que se tenía con alguien. Después pasó a designar el esfuerzo de ir a luchar a una guerra y, finalmente, acabó como otro de los muchos sinónimos que la palabra trabajo tiene para referirse a aquellos que se realizan con gran fatiga.

Arrimar el hombro: Expresión nacida en los ambientes rurales en los que los jornaleros que trabajaban conjuntamente el campo se ayudaban unos a otros a la hora de sembrar o cosechar. La propia postura, de ir medio encorvado siguiendo las hileras o surcos y unos junto a otros, hacía que los hombros de estos trabajadores estuviesen a menudo tocándose entre si. Este acto de colaboración, para facilitar que el trabajo se realizara más rápidamente, fue lo que dio origen a expresiones como ‘arrimar el hombro’ o ‘trabajar codo con codo’.

Estajanovista: Término con el que se señala el máximo rendimiento laboral ofrecido por un trabajador por iniciativa propia. Suele utilizarse para indicar cuando alguien ha rendido más de lo exigido y sus resultados han sido muy beneficiosos para la empresa. Este vocablo proviene del ruso ‘stajánovets’ ‘y que procedía del apellido de ‘Alekséi Stajánov’, minero soviético que, en 1935, batió un récord de extracción de carbón durante su jornada laboral (varias toneladas en menos de seis horas) y que el régimen socialista de la Unión Soviética convirtió en un héroe nacional y trabajador modelo a imitar.

Trabajar a destajo: Expresión utilizada para indicar la acción de realizar un trabajo o encargo a toda prisa, con el fin de esta se acabe pronto. Proviene de ‘tajar’ y hace referencia a llegar hasta el ‘tajo’ (línea que indica el final de la jornada laboral) a toda prisa. Cabe destacar que la etimología del término ‘destajo’ no proviene del ‘estajanovismo’.

 

 

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Fuente de la imagen: nubedepalabras

El curioso e histórico origen del término ‘proletario’

El curioso e histórico origen del término ‘proletario’

Conocemos como ‘proletario’ a aquel individuo que forma parte de la clase social obrera (o como también se define: trabajadores que obtienen sus ingresos a través del trabajo que realizan para otros, siendo en la mayoría de ocasiones explotados por la sociedad industrial).

Tal y como conocemos hoy la acepción que se le da al término fue utilizada a mediados del siglo XIX por Karl Marx y Friedrich Engels quienes incorporaron dicho vocablo en su manifiesto comunista.

Pero este término, hasta entonces prácticamente en desuso, lo habían recuperado de un concepto que se tuvo en el Imperio Romano y que  era conocido como ‘proletarii’ el cual consistía en que las clases más bajas de la sociedad dotasen de soldados al ejército.

Proletarii  proviene de  ‘proles’, que era el término en latín para referirse a los hijos (todavía hoy en día se utiliza este vocablo para referirse a la descendencia de alguien: ‘el matrimonio se marchó de vacaciones con toda su prole’).

En la Antigua Roma se dieron cuenta que para hacer más grande el imperio éste debía ser dotado de un gran número de soldados, algo que chocaba con los estrictos requisitos que se exigían para formar parte del ejército. No fue hasta la reforma realizada por el general y cónsul romano Cayo Mario, quien llevó a cabo una importante reforma del ejército en el año 107 aC.

Hasta entonces aquellos jóvenes que pertenecían a las clases más bajas que no poseían bienes ni tierra alguna no podían ser reclutados por la legión romana. Sin embargo la reforma trajo consigo la eliminación de esa norma y, por tanto, a partir de aquel momento muchas fueron las familias romanas sin recursos que aportando hijos al ejército como forma de pago de impuestos al Estado.

 

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La curiosa profesión de los ‘despertadores humanos’

La curiosa profesión de los ‘despertadores humanos’A raíz de la industrialización de muchas poblaciones, a partir de mediados del siglo XIX, muchas fueron las personas que se integraron al mercado laboral, teniendo que ir a trabajar a fábricas y empresas de reciente creación.

Hasta aquel entonces la mayoría de trabajos habían sido en el mundo rural, como artesanos u oficios en negocios propios, por lo que los horarios de levantarse y empezar una jornada laboral dependía de cada uno. Unos se levantaban con el primer canto del gallo, otros con el repicar del campanario de la iglesia y había quienes lo hacían tal y como asomaba el sol por la ventana. Esos eran sus rudimentarios despertadores en una época en la que nadie los solía tener.

Pero la industrialización también trajo el cumplir unos horarios y, por lo tanto, tuvieran que levantarse a una hora concreta que no siempre coincidía con la salida del sol o el primer canto del gallo.

La curiosa profesión de los ‘despertadores humanos’Este es el motivo por el que se creó en algunas poblaciones la figura del ‘despertador humano’ (en inglés ‘knocker-up’), personas que iban recorriendo las calles con el encargo de despertar a los trabajadores con el fin de que no llegasen tarde a sus empleos.

Estos personajes iban provistos de una vara o caña de bambú con la que golpeaban la puerta o ventana de la persona a despertar. Hasta que ésta no se asomaba, y quedaba constancia de que ya se había levantado, el despertador humano no se retiraba de aquel lugar.

La medida tuvo mucha popularidad y muchas las personas que ejercieron este oficio, la mayoría jubilados y algunos policías que, para llevarse un sobresueldo, realizaban esta tarea mientras hacían la ronda de vigilancia, pero también algunas mujeres (entre ellas Mary Smith, quien utilizaba la curiosa técnica de usar una pequeña cerbatana con la que lanzaba piedrecitas o frutos secos -cacahuetes- contra las ventanas).

La curiosa profesión de los ‘despertadores humanos’ - Mary Smith

 

 

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Fuentes e imágenes: baldockhistory (pdf) / 18thcand19thc / Pinterest / recuerdosdepandora (Flickr)